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Análisis

La diáspora rumana, clave en las elecciones: "Votar por la extrema derecha no significa compartir su opinión"

  • Durante años, los rumanos en el extranjero han optado por partidos antisistema; primero liberales, y ahora de extrema derecha
  • Los ciudadanos entrevistados comparten su desencanto con la política del país y el deseo de un cambio
El voto de la diáspora rumana, clave en las elecciones
Carteles electorales de los candidatos rumanos a las elecciones presidenciales. ROBERT GHEMENT
ADRIÁN ROMERO

"No puedo decirte todavía si votaré por [George] Simion o [Nicusor] Dan; por cuál de las dos opciones menos malas", afirma tajantemente a RTVE.es Viorica, una dependienta rumana que lleva 26 de sus 64 años viviendo en el municipio madrileño de Arganda del Rey, el cuarto de Madrid con mayor número de ciudadanos de Rumanía (5,38% según la Encuesta de Población Activa de 2022). "La gente no está contenta; todo está igual que hace tres décadas. Si hay avances es porque sí o sí se progresa, pero no por ellos [los políticos]", se lamenta.

Como Viorica, millones de rumanos en la diáspora están llamados a las urnas para votar en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Unos comicios que decidirán quién de los dos candidatos, si el ultraderechista George Simion, o el alcalde de Bucarest e independiente, Nicusor Dan, saldrá victorioso después de que Simion arrasase en la primera vuelta.

Históricamente, la diáspora rumana ha optado por el voto de partidos antisistema. "En el pasado, estos eran de corte liberal", concreta el profesor asociado de Economía y Política Internacional en la Copenhagen Business School, Cornel Ban. Sin embargo, dicha intención de voto lleva rota desde el año pasado. "Pese a que [el Partido Nacional Liberal] estaba muy bien organizado, decidieron cerrar de la noche a la mañana toda su presencia en el extranjero. La extrema derecha no solo llenó el vacío que dejaron, sino que lo hicieron con un discurso que se acercaba mucho a cómo vive y piensa la diáspora", añade.

"Voté a Simion [en la primera vuelta] porque es joven, y necesitamos a un presidente joven", reitera Lidia, dueña de una tienda de alimentación en Arganda del Rey que lleva 22 años en España. "Los otros no han hecho nada, y Rumanía necesita un cambio. No tenemos nada que perder: si no lo logra, no pasa nada; si lo consigue, iremos a mejor", sentencia.

Con un apoyo superior al 70% en las comunidades de países como España e Italia, el polémico líder del partido ultranacionalista Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR), George Simion, domina la contienda en el extranjero. Lo que en su día fue un voto de advertencia contra la corrupción endémica y la ineficiencia de los partidos tradicionales se ha transformado en un respaldo masivo a su discurso nacionalista.

"Algo que diferencia a Rumanía de otros países es que no hablamos de una migración regular, sino de un éxodo. Es el Estado de la Unión Europea con la mayor cantidad de ciudadanos en el extranjero", refleja la periodista Elena Stancu, que lleva seis años documentando la diáspora rumana en Europa. "La mayoría son personas descontentas con su estatus social y económico que abandonaron el país porque no tenían otra opción para sustentar a sus familias. Están muy, muy infelices, y son extremadamente vulnerables a la retórica que habla del orgullo de ser rumano", expone.

La diáspora, clave en las urnas

Durante décadas, la política rumana se jugó dentro de sus fronteras. Ahora, con ocho millones de ciudadanos en el exterior —si bien Stancu recuerda que "nadie conoce la cifra real"—, la diáspora se ha convertido en un factor clave en los comicios.

Las medidas electorales así lo respaldan: solo la diáspora puede votar durante tres días en las elecciones nacionales y presidenciales, y son los únicos con derecho a voto por correo. Medidas que ya impulsaron un incremento de su participación en 2019 (más del doble de votantes con respecto a 2014), y que ha convertido a los rumanos en el extranjero en un frente político estratégico.

Si han elegido a Simion es por el hombre que hay detrás de él: Georgescu

Ahora bien, su peso no se ha traducido necesariamente en un cambio de estrategia en los partidos tradicionales. De hecho, las formaciones nuevas o antisistema, entre ellos la AUR, han optado por una estrategia más centrada en la interacción digital. Una táctica que ya empleó con éxito el excandidato Calin Georgescu durante las suspendidas elecciones presidenciales de noviembre, y que ahora Simion replica con discursos identitarios en favor de los rumanos en el extranjero.

Para Mihaela, carnicera que lleva poco más de un año en España, la explicación de una retórica tan similar entre ambas figuras políticas es simple: "Si han elegido a Simion es por el hombre que hay detrás de él: Georgescu".

"La forma en que usan las redes sociales es como la de Trump: vídeos que refuerzan el mismo mensaje aunque este no tenga soluciones per se", comenta Ban. "Esencialmente, la extrema derecha adelantó a los partidos tradicionales en el uso de TikTok. Estos estaban en Facebook, pero no fue hasta diciembre de 2024 que descubrieron que [Calin Georgescu] era tendencia mundial en Rumanía en la plataforma", subraya.

"Nunca había oído hablar de él [Calin Georgescu] antes de las elecciones. Apareció de la nada; la situación política de nuestro país lo creó", sostiene Viorica.

Vidas transnacionales

La diáspora no vota como una masa uniforme. Su comportamiento está moldeado por sus "vidas transnacionales". Es decir, sus electores votan según el interés político, sus valores cívicos y experiencias vitales.

Por ejemplo, pese a que Mihaela niega su simpatía con Simion, se alinea con parte de su discurso sobre recuperar la "identidad rumana". "Vas a un supermercado y toda la mercancía es de fuera: Polonia, Turquía... no es de la misma calidad", insiste. "Hemos perdido nuestros valores; los hemos cogido de fuera, pero hemos dejado atrás lo que significa ser rumano", señala.

Por otro lado, Viorica es más radical en su negativa a apoyar al candidato ultra: "Yo viví la dictadura y quiero a Europa, no volver a Rusia. Tengo miedo de que gane Simion porque, aunque la Constitución rumana limita mucho los derechos del presidente, puede disolver el Parlamento y nombrar un nuevo primer ministro. Y no me gusta la idea de un Gobierno de un solo partido, porque eso solo significa dictadura", advierte.

El desencanto por los partidos tradicionales

No son pocos los votantes rumanos en el extranjero que han canalizado en los últimos años su frustración y desencanto hacia opciones independientes a los partidos tradicionales. En parte, debido a la percepción de las formaciones clásicas como una vieja clase política asediada por la corrupción y la ineficiencia.

El Partido Socialdemócrata ha cerrado un montón de empresas que tenían los nuestros y que daban cosas a nuestro país (...) Ahora, por su culpa, compramos todo fuera

"Odian al Partido Socialdemócrata y al Partido Nacional Liberal porque formaron una coalición que fue un desastre", revela Stancu. "Tuvimos una falsa estabilidad política que no condujo a nada desde el punto de vista económico. Ya no creen en los partidos tradicionales, por lo que es muy difícil convencer a la gente de que vote por ellos", incide.

"El Partido Socialdemócrata llevaba dirigiendo el país desde que era pequeña. Han metido en los puestos altos a los suyos y han cerrado un montón de empresas que tenían los nuestros y que daban cosas a nuestro país", rememora Mihaela. "Ahora, por su culpa, compramos todo fuera. Es normal que la gente no les tenga confianza", asegura.

Pero este fenómeno no responde exclusivamente a una causa política, también a una combinación de marginación económica, aislamiento social, desafección política y resentimiento identitario.

El peso de la extrema derecha en el voto exterior

Una de las fracturas que alimenta el voto a la extrema derecha en la diáspora se da en su seno. Hay, al menos, dos tipos de migrantes rumanos. Por un lado, los profesionales cualificados que emigraron en busca de oportunidades laborales y se integraron en sus países de acogida. Por otro, están aquellos expulsados por la pobreza estructural de sus regiones de origen, empleados en sectores precarizados de Europa Occidental.

De no ser por la diáspora que mandamos dinero allí, Rumanía no habría mejorado

"La mayor frustración de la clase trabajadora rumana que reside hoy en Europa Occidental es el hecho de que los salarios mínimos que solían ganar en el pasado les permitía comprar en sus comunidades de origen", rememora Ban. "Es decir, podían vivir dos vidas: una como trabajador precario oculto, y otra en Rumanía en la que casi parecían el jefe local. Esto ya no es posible porque la brecha entre los salarios se ha reducido tanto que ahora vuelven a su hogar y simplemente ya no pueden terminar la casa que empezaron", establece.

Por eso, Lidia subraya su papel en el impulso del país desde el exterior. "De no ser por nosotros [la diáspora], que mandamos dinero allí, Rumanía no habría mejorado. Sin nosotros, nada habría cambiado", destaca.

"Si lo miras desde la perspectiva de los votantes de la diáspora, lo que podría parecer una derrota no lo es realmente, sino que es el éxito de su país. Pero [la extrema derecha] lo narra de una manera que, en cierto modo, da sentido al fracaso de su vida", describe Ban.

Este grupo de trabajadores precarizados ha sido caldo de cultivo perfecto para los discursos extremistas. No se trata, sin embargo, de una radicalización ideológica clásica. "Por supuesto, estos políticos son de extrema derecha, pero no significa necesariamente que sus votantes compartan la misma opinión", corrige Stancu. "Son vulnerables a partes de su discurso sobre la religión, la identidad rumana o el orgullo de ser rumano, pero no es un voto ideológico, sino de protesta contra el sistema", recalca.

"Siento que ahora mismo, incluso en mi círculo, se habla de los votantes de Simion en clave de enemigos", continúa Stancu. "Nosotros los culpamos y ellos nos culpan. Hay una enorme polarización en Rumanía, y los políticos de extrema derecha la utilizan como herramienta", admite.

"Al final votaré nulo: cuando hay que elegir a alguien, este te dice lo que quieres escuchar, y luego no hace nada", considera Mihaela. "Siempre es la misma historia: políticos peleando por todo, y no tengo confianza en los hombres que no saben arreglar las cosas de manera civilizada", concluye.

Con las últimas encuestas presentando un empate técnico entre Simion y Dan en esta segunda vuelta, la diáspora puede convertirse en factor clave para decantar la balanza. "La presencia de los votantes en las elecciones es lo único que puede marcar la diferencia: si se presenta el mismo número que en la primera vuelta, tendremos un presidente de extrema derecha. Pero ya tenemos un precedente en nuestro país de candidatos que obtuvieron el 40% en la primera vuelta y perdieron las elecciones", refleja Ban.