En la sede de los agustinos, "casa" de León XIV en Roma: "Es un hombre inteligente, acogedor y deportista"
- Tony Pizzo, sacerdote de Chicago, como el papa, relata su amistad con él, que se remonta a 1974
- Entramos en la pista de tenis en la que juega Prevost, en los cuarteles generales de la Orden de San Agustín
A pocos metros de la basílica de San Pedro se levanta un "oasis" verde en medio del calor de mayo de Roma. "Es como si estuvieras fuera de la ciudad", dice Tony Pizzo, hermano agustino y amigo del papa León XIV desde sus tiempos universitarios, hace más de medio siglo. Estamos en los cuarteles generales de la Orden de San Agustín, de la que forma parte, orgullosamente, el recién elegido pontífice.
Aquí ha vivido y trabajado siempre que ha estado en Roma, entre 2001 y 2013 como prior general de los agustinos, y desde 2023 hasta ahora como prefecto del Dicasterio para los Obispos. Pero no solo trabajaba: en estos terrenos, donde se encuentra la Curia General de la orden, también jugaba al tenis, deporte del que es un gran apasionado.
Accedemos a la pista que frecuentaba el papa, quizá una de las canchas con mejores vistas del mundo, con la majestuosa cúpula de la basílica que levantó Miguel Ángel al fondo. "Le gusta mucho el deporte, mantenerse sano física y mentalmente", apunta Edward Daleng, sacerdote nigeriano de la misma orden. Ambos veían juntos el futbol, especialmente cuando había partido de la AS Roma, de la que el papa es aficionado. En cuanto al béisbol, según Pizzo, es forofo de los White Sox, uno de los dos principales equipos de Chicago.
Estudiante de Matemáticas con muy buenas notas
Pizzo conoció a León XIV en 1974, cuando se llamaba simplemente Robert Francis Prevost, en la Universidad de Villanova, centro católico agustino, en Filadelfia. Él estudiaba primero de Filosofía y el ahora papa segundo de Matemáticas.
"Ambos compartíamos un curso de inglés y a ninguno de los dos nos importaba mucho el profesor", confiesa entre risas. Él aprobó, y Prevost también, aunque con mejores notas. Era una época, además, en la que los dos se estaban planteando entrar en la orden.
“Lo recuerdo como un hombre muy centrado, tanto en nuestra formación académica como religiosa“
"Lo recuerdo como un hombre muy centrado, tanto en nuestra formación académica como religiosa", señala este religioso, actualmente prior provincial de los agustinos del Medio Oeste de Estados Unidos. Define a su amigo como un hombre "agradable y acogedor". "Siempre ha sido un tipo práctico, muy inteligente, pero también con mucho corazón", cuenta.
Ambos son de Chicago, y compartían charlas durante los largos viajes, de hasta 12 horas, entre su ciudad y Filadelfia, donde se encontraba la universidad. La última vez que hablaron por teléfono, cuenta, fue hace un mes y medio. Entonces, Pizzo, que vive en Chicago, le dijo que vendría a Roma en estos días de mayo. "Él me dijo que consultaría la agenda y que me llevaría a comer", cuenta. "Pero después todo esto pasó".
La experiencia misionera le "sensibilizó" hacia los migrantes
Antes y después de vivir en Roma, Prevost ha residido en Perú, país del que tiene doble nacionalidad, primero como misionero y finalmente como obispo. "Una experiencia como esa le expandió la perspectiva de la vida, pero más específicamente, le hizo apreciar la cultura latina, tan importante en Estados Unidos", cuenta.
También como prior de la orden viajó por todo el mundo, lo que le proporcionó una "perspectiva global" que cree que será "sistémica" en el papado de León XIV, y que se irá expandiendo aún más con su pontificado.
En un mundo occidental cada vez más hostil hacia los migrantes, en especial en Estados Unidos bajo el mandato de Donald Trump, el papa está "sensibilizado" hacia esta cuestión gracias a su experiencia en Latinoamérica, opina Pizzo.
Cree que es el momento de "renovar" la actitud que tenemos en los países desarrollados hacia personas que "tienen micho menos que nosotros". "No se trata de abrir las fronteras y dejar entrar a cualquiera, pero cuando la gente viene por necesidad, porque escapa de la violencia y la pobreza, existe una obligación moral de acompañarles. Y creo que él tiene esa actitud", asegura.
Vida en comunidad e igualdad: enseñanzas agustinas
Daleng, mientras, también coincide en hablar de Prevost como un hombre "muy cálido, que sabe escuchar". Destaca todas sus misiones en África, donde participó en proyectos de educación o de atención a pacientes del VIH, y donde se vio que es un hombre "muy cercano a la gente".
La orden de los agustinos, señala, tiene como uno de sus principios el de la "vida en comunidad". Y cree que esta será una enseñanza que el León XIV aplicará en su papado, en un momento de división en la Iglesia. "En su discurso habló de sinodalidad y de comunión, esto es escuchar a la gente, dialogar con ellos", defiende.
En la misma línea se expresa Pizzo. "Nosotros los agustinos vivimos en comunidad, compartimos casa, mesa. Y somos todos iguales, todos hermanos, nadie es más que nadie", asegura, algo que espera que se exprese bajo el pontificado de uno de sus hermanos.
Un papa para unificar la Iglesia
El ideal de la orden es la unidad -su lema es "una sola alma y un solo corazón hacia Dios-", algo en lo que San Agustín hizo mucho hincapié, y la elección de un agustino en un momento como este, de gran división en la Iglesia, tiene mucho de simbólico.
Expertos vaticanistas consideran que Prevost es un hombre de consenso, capaz de aunar las distintas almas presentes de la Iglesia, después de que durante el pontificado de Francisco se agudizara la división. Su rápida elección en el cónclave, además, demostraría que logró rápidamente el apoyo de las distintas facciones del Colegio Cardenalicio.
Pizzo cree que Prevost insistirá en este mensaje de unidad, así como en el de evangelización, muy propio de su carácter de misionero, y en la línea del papa pastor que defendía Francisco. El papa argentino "fue hacia la gente en los márgenes, dijo que no había que esperar a la gente a que viniera a nosotros, sino que teníamos que entrar nosotros a su mundo. Eso es un pastor, y León XIV va a hacer énfasis en ello", vaticina.
En la voz de este sacerdote hay un gran orgullo por el hecho de que su amigo sea el líder del catolicismo, pero también algo de desasosiego, de incertidumbre por si será capaz de cumplir con su misión en un momento tan complejo de la historia.
"Mi esperanza es que sea capaz de unir a la gente, y no sé cómo lo hará. Tiene el peso del mundo en sus hombros, es el hombre más observado del mundo", asegura. Las primeras imágenes del papa en el balcón de la basílica, sobrecogido por la visión de la plaza de San Pedro abarrotada, parecen indicar que León XIV es consciente del peso de su responsabilidad.