El papel de Jorge Bergoglio en el régimen de Videla: ¿el "Schindler" argentino o un "pastor que vendió a sus ovejas"?
- Hay quienes le involucran en los crímenes de la dictadura en Argentina a raíz del secuestro de dos sacerdotes
- Otras voces revelan una cara más benévola sobre su legado, así como múltiples testimonios a quienes ayudó en la dictadura
El papel que Jorge Mario Bergoglio mantuvo durante la dictadura militar de Rafael Videla ha sido motivo de controversia para aquellos que se han dedicado a estudiar su figura. El principal reproche que recibe es supuestamente no haber intervenido para evitar el secuestro de dos sacerdotes jesuitas a manos del régimen de corte fascista, un hecho que llevó a Bergoglio años después ante un tribunal que le señalaba como presunto implicado.
Ana María tenía 16 años cuando fue secuestrada por los militares. Seis meses más tarde también raptaron a su madre, Esther Ballestrino, la jefa del laboratorio químico donde Bergoglio trabajaba antes de ser sacerdote. Su hija fue liberada, pero a ella la arrojaron viva al mar en los llamados "vuelos de la muerte". Su cuerpo fue encontrado 28 años más tarde y enterrado en una iglesia, pero el papa Francisco nunca perdió el contacto con la familia.
Así lo relata Ana María a TVE, uno de los múltiples testimonios que identifican a Bergoglio como un "Schindler argentino" en años de sangre y oscurantismo. Una cara mucho más benévola sobre su legado en una tormenta de testimonios y ataques cruzados que dibujan dos relatos enfrentados sobre su figura.
Los padres Jalics y Yorio, secuestrados y torturados por el régimen
Francisco, conocido como "el papa de la periferia", nació y se crio en Buenos Aires, donde ejercían su oficio los padres jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics.
El mismo año que el teniente general Videla se proclamó presidente de Argentina (1976), tras un levantamiento militar que dejó miles de muertos y otros tantos desaparecidos, ambos sacerdotes fueron "secuestrados, torturados y mantenidos en cautiverio durante unos seis meses", tal y como cuenta el periodista Horacio Verbitsky, una de las principales voces críticas con Bergoglio sobre aquellos años.
Fotografías de los padres jesuitas Yorio y Jalics Archivo RTVE
Sus argumentos se fundamentan en la obra de Emilio Mignone, abogado por los derechos humanos en Argentina, quien llegó a denunciar la complicidad que mantuvo la jerarquía eclesiástica con el régimen. Mignone, explica a RTVE Verbitsky, identificó a Bergoglio entre quienes pasarían a la historia como aquellos "pastores que entregaron sus ovejas a los lobos".
Y aunque no le señala directamente como implicado en el secuestro de los dos sacerdotes progresistas, sí le reprocha haberse puesto de perfil ante el suceso, ya que fue partícipe de aquella estructura canónica que apoyó el golpe militar.
Pero la tesis de este periodista crítico con Bergoglio choca con la que defienden otros compañeros de profesión. El periodista y escritor Aldo Duzdevich censura "subjetividad" en su versión por estar, según él, "mezclado con la política interna" de Argentina. El periodista denuncia a RTVE cómo, desde la esfera kirchnerista, se promovió una campaña contra Bergoglio que lo calificó como "jefe de la oposición" y "cómplice de la dictadura" cuando el papa criticó sus políticas.
Junta Militar argentina integrada por Emilio Massera, Orlando Agosti y el teniente general Jorge Videla EFE
Así, atribuye el suceso que tiene que ver con los dos sacerdotes al "contexto de represión" que sufría Argentina en esos años. Dos jesuitas próximos a la Teología de la Liberación -doctrina católica de inspiración marxista- que mantuvieron lazos estrechos con la oposición al levantamiento militar, como la guerrilla de Montoneros. A su juicio, si se estudia "cómo funcionaba la guerrilla, los procesos de represión y el contexto en el cual se desarrolló la situación", el secuestro de los sacerdotes resulta verosímil, argumenta Duzdevich.
Si hay algo realmente objetivable en esta historia es la relación que se fraguó entre Iglesia y dictadura, con tintes de un nacionalcatolicismo ibérico que "se replicó" en Argentina, contextualiza Verbitsky. Su ideario, prosigue, se postuló como el "fundamento dogmático" del golpe militar y algunos de sus altos se involucraron de lleno en el nuevo régimen.
Su etapa como superior en la Compañía de Jesús
Bergoglio desempeñaba entonces el cargo de superior de la Compañía de Jesús en Argentina. Verbitsky asegura que fue designado precisamente para "someterla a una disciplina rígida" que terminara con los brotes afines a la Teología de la Liberación —doctrina católica de inspiración marxista— incipientes en el seno de la orden, llegando a "presionar" a los sacerdotes que profesaban tal ideario para que abandonasen la Compañía.
A su juicio, Yorio y Jalics habrían sido mártires de esta purga, dos sacerdotes con "participación social" que ejercieron su labor espiritual en barrios vulnerables de la ciudad de Buenos Aires.
Fue el propio Mignone quien inició los trámites para su liberación. Ambos mantenían una buena relación con su hija, una joven militante de izquierdas secuestrada en la misma redada y de quien nunca más volvió a saberse, sumándose a otros muchos miles de desaparecidos en el país, explica Verbitsky.
El secuestro terminó en el marco de la reunión que a finales de 1976 el régimen mantuvo con la Conferencia Episcopal Argentina. La autoridad eclesiástica advirtió a Videla de que, para que el encuentro pudiera llevarse a cabo, debían primero liberar a Jalics y Yorio. Tras las amenazas, finalmente, fueron puestos en libertad.
Así lo recuerda Verbitsky, aunque Duzdevich sostiene otra tesis que, según él, permitió realmente a los dos padres jesuitas "recuperar su libertad". Bergoglio admitió años después ante un tribunal que se reunió con Videla y otra de las autoridades de la Junta Militar, Emilio Massera, para interceder por los dos sacerdotes detenidos. En uno de esos encuentros, el difunto papa aseguró haberse dirigido a este último en los siguientes términos: “Mire Massera, yo quiero que aparezcan”. Algo que Verbitsky cuestiona porque, según él, "quien hablaba así a Massera desaparecía a la hora siguiente".
Puesto el punto y final a su cautiverio, Yorio expresó en múltiples ocasiones su convencimiento de que él y su compañero habían sido denunciados por sectores de la Iglesia, y señaló directamente a Bergoglio. El sacerdote murió en el año 2000.
Por su parte, Jalics afirmó en 2013, poco después del cónclave que eligió al papa Francisco, que se había reconciliado con Bergoglio y que no creía que lo hubiera delatado. Sin embargo, Verbitsky señala "presiones" por parte del Vaticano, amparándose en correspondencia de la familia Jalics y conversaciones que mantuvo con el propio jesuita. Jalics falleció en el año 2021 en una residencia de jesuitas en Alemania. De hecho, el periodista asegura a RTVE que tiene en su poder archivos del régimen que retratan la labor de Bergoglio como una "limpieza de zurdos la compañía de Jesús".
Se estima que entre mayo y octubre de 1976 hubo 40 jóvenes secuestrados que pertenecían a la Teología de la Liberación. Los únicos dos supervivientes entre ellos fueron Yorio y Jalics, lo que explicaría, según Duzdevich, la intervención de Bergoglio.
Testimonios avalan su legado más benévolo
El premio Nobel de la paz y activista de los derechos humanos argentino Adolfo Pérez Esquivel es una de las voces que defendió el rol del difunto papa durante aquellos años. En 2013 sostuvo que Bergoglio no había tenido vínculos con la dictadura y recordó que, en aquella etapa oscura, muchos "hicieron gestiones silenciosas para liberar presos".
Se estima que la dictadura hizo desaparecer a cerca de 30.000 personas desde 1976 hasta 1983, cuando se restablecieron las libertades democráticas en el país. "No podríamos acusar a los padres y madres de cada uno de ellos de no haberlos protegido", sostiene Duzdevich. Es la premisa de su libro Salvados por Francisco, en el que 25 víctimas aplauden a Bergoglio por haber "escondido, ocultado y ayudado a salir del país en muchas ocasiones" a perseguidos por el régimen, llegando a "poner en riesgo su seguridad y su vida".
Eran personas con quienes nunca llegó a compartir ideología, apunta Duzdevich, pues Bergoglio jamás estuvo enrolado en ninguna acción militante. "Silenciosamente, lo que hizo fue ayudar a mucha gente en situación de riesgo", asegura.
Una opinión respaldada por otras figuras como Nello Scavo, periodista del diario digital Avvenire, vinculado a la Conferencia Episcopal Italiana, quien publicó en 2023 Los amigos del papa.
El papa Francisco, un "pequeño Schindler argentino"
Preguntado por los referidos testimonios, el periodista Duzdevich recuerda uno de los casos que más expuso la seguridad de Bergoglio y que el difunto papa relató al periodista Sergio Rubin en su obra El Jesuita.
"Saqué del país, por Foz de Iguazú, —zona fronteriza habitual de fuga— a un joven que era bastante parecido a mí, con mi cédula de identidad, vestido de sacerdote, con el clergyman, y de esa forma pudo salvar su vida", relató Francisco. De haber detenido a Bergoglio, sostiene Duzdevich, "lo hubiesen agarrado del cuello y metido a un calabozo".
Otra anécdota es la que se recuerda a Gonzalo Bosca, un joven de izquierdas perseguido en Argentina por sus ideas. "A través de su hermano, que era sacerdote, conoció a Bergoglio", quien logró esconderle en la tercera planta del Colegio Máximo de San Miguel, relata Duzdevich.
Lo llamativo del periplo, explica fascinado el periodista, es que el plan de fuga tenía elementos poco improvisados, explicándose así que Bergoglio "poseía cierta experiencia y pericia en protección y fugas". "Si no supiera que era un sacerdote, pensaría que era un jefe guerrillero", opina. Su historia es la de un "Schindler en pequeño para Argentina", resume el periodista.
Sobre el secuestro de los dos sacerdotes, el periodista explica que Bergoglio "no tuvo nada que ver", sino que, por contra, "en silencio llevó a cabo una actitud cristiana y misericordiosa".
Macrocausa por los crímenes en ESMA
El caso llegó a sentar años después a Bergoglio ante un tribunal que investigaba crímenes de lesa humanidad cometidos en el mayor centro clandestino de detención levantado por el régimen de Videla: la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA). Pocos de los cerca de 5.000 detenidos retenidos en este lugar lograron sobrevivir.
Bergoglio, que por entonces ya era cardenal, fue interrogado para esta causa desde la sede del Arzobispado durante cuatro horas. El abogado Luis Zamora, defensor de los derechos humanos, le preguntó por el caso de Yorio y Jalics, ambos desaparecidos en la ESMA, y otro centro clandestino. En una entrevista, el letrado señaló tiempo después que Bergoglio "fue reticente en la gran mayoría de sus respuestas, de manera que contestaba una parte de lo que sabia y no toda".
Jorge María Bergoglio declara en 2010 ante un tribunal que investigó crímenes de lesa humanidad en Argentina RTVE
"Ese mismo día, las primeras horas de la tarde, por teléfono (...) Una persona del barrio que no conocía me dijo, pasó esto (...) Había habido una redada y habían llevado presos a los sacerdotes; a muchos laicos", señaló Bergoglio ante el tribunal, según la grabación. Preguntado por la opinión que mantuvo Orlando Yorio sobre él tras su liberación, este respondió: "Al no cuidarlos bien, los había desprotegido (...) La palabra entregado, nunca".
El que tres años más tarde llegaría a ser elegido papa siempre negó las acusaciones vertidas sobre él. Lo hizo ante Verbitsky, cuando habló con él personalmente, y también durante aquel proceso judicial.
El papa Francisco se refirió por primera vez a este asunto durante un encuentro con jesuitas húngaros en 2023: "Siempre respondí con la verdad, pero, para mí, la única pregunta seria y bien fundada fue la del abogado que pertenecía al Partido Comunista. Y gracias a esa pregunta las cosas se aclararon. Al final, se comprobó mi inocencia. Pero en ese juicio no se habló casi nada de Jalics, sino de otros casos de personas que habían pedido ayuda", remarcó el difunto papa.