Sergio Rubin, biógrafo del papa: "En algunas cosas no podía avanzar porque tenía miedo de provocar algún sismo"
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Pocas personas ajenas al Vaticano conocen a un papa, a excepción de su entorno y sus biógrafos. Los periodistas Sergio Rubin (Argentina) y Francesca Ambrogetti (Italia) publicaron en 2010 'El jesuita: Conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio', el primer libro sobre la vida del papa Francisco antes de ser elegido pontífice.
Rubin atiende a RTVE.es desde el Vaticano, desde donde relata estos días la despedida del mundo a la persona que ha centrado parte de su trabajo en las últimas tres décadas.
Su primera entrevista a Francisco tuvo lugar en 1990, cuando era arzobispo de Buenos Aires, y después siguió el periplo del primer papa nacido en las Américas y el primer Jesuita en llegar a la Santa Sede.
PREGUNTA: Usted es una de las personas que más conoce a Jorge Bergoglio. Conversó con él mensualmente durante dos años para la elaboración del libro. ¿Cómo recuerda aquellos encuentros? ¿Cómo es en el trato en las distancias cortas?
REPUESTA: A mí muchas veces me preguntan cómo lo definiría con una palabra y yo siempre digo 'humanidad'. Un hombre de una gran humanidad, de un trato realmente personal. Muy delicado, muy fino, muy esmerado. La verdad es que era una persona realmente muy pero muy agradable en el trato. A uno le dedicaba toda la atención del mundo como cardenal y después como papa. Incluso preguntaba y se preocupa de las cuestiones personales, se acoraba de sí alguien había tenido alguna enfermedad, siempre se acordaba. En fin, era realmente una persona con una gran memoria, con una gran cabeza.
P: Tiene algún mensaje pendiente por escribir… Cuál es el francisco más desconocido y que no conocemos. ¿Le queda algo pendiente por escribir?
R: Es difícil que quede algo sin contar, porque ha sido un hombre del que se ha producido una catarata de libros como ningún otro papa antes. Entonces me parece que se han buscado todos los enfoques habidos y por haber. Bueno, parece difícil que haya quedado algo sin contar. Pero la verdad es que nosotros en muchas cosas las contamos en el primer libro, 'El jesuita', cuando se presentó en 2010, tres años antes de que fuese papa. Después, en 'El pastor', que se presentó en 2023, sobre los primeros diez años de su pontificado. Bueno, no sé si queda algo se puede encontrar, pero no se me ocurriría a mí ahora en qué aspecto.
P: Es cierto, que tenía mucho genio…
R: Sí, Sí, tenía carácter. La hermana alguna vez le definió como con un "puño de hierro con un guante de seda". Era un hombre con carácter, pero encantador. Yo lo recuerdo realmente con una delicadeza de acordarse de los cumpleaños de tanta gente y tenía muchos detalles como enviar una carta cuando fallecía alguien o llamar directamente al enterarse de la partida de alguien. Tenía una delicadeza enorme.
P: ¿Cuáles son los elementos que han forjaron el carácter de Francisco y que le convirtieron en un personaje?
R: Viene de una familia descendiente de italianos del norte, pero con el sentido de familia muy fuerte. Ha sido siempre así, es decir, una persona preocupada por los demás y de un gran sentido solidario, de una gran sensibilidad ciertamente. Ya tendrá los genes así. Y bueno, obviamente su creencia profunda lo ha llevado también a tratar de ser fiel al Evangelio.
P: ¿Quiénes fueron las personas claves de su vida?
R: En la parte a la abuela Rosa, en cuanto a la familia, de esto no hay ninguna duda. Me lo ha contado muchas veces, era una mujer muy católica y que fue llevando de la mano en el desarrollo de su fe. Cuando era chico, su abuela Rosa, sin lugar a dudas. Y después su padre y su madre también le han marcado. Viene de una familia que se juntaban siempre todos los domingos. Un perfil italiano, bien italiano.
P: Ha sido un papa aperturista y muy criticado por el sector más conservador de la Iglesia. ¿Cómo encajaba las críticas de los conservadores?
R: No vivía atormentado por eso. Él creía que la Iglesia tenía que ser abierta, lo más abierta posible, así que él seguía para adelante por ese lado. Obviamente, por ahí veía que en algunas cosas no podía avanzar porque tenía miedo de algún sismo o cosas por el estilo. Cambiar las cosas en la Iglesia era muy complicado. No quería provocar un desgarro y tenía que frenar un poco, pero no vivía torturado por las críticas. Estaba convencido de que tenía que demostrar que la Iglesia es realmente abierta y misericordiosa.
P: Francisco nombró a muchos cardenales de sitios remotos. ¿Cree que hizo algún nombramiento con la vista puesta en que fuese papable?
R: No tengo la menor idea. Lo que puedo decir es que él ha buscado siempre aquellos que eran muy pastores. La condición pastoral era importante y después, aquellos de las periferias. Ha trabajado mucho en el tema de la Iglesia en las periferias. Existenciales, pero geográficas. ¿Qué harán ellos después? ¿Cómo será el cónclave? No tengo la menor idea. Me parece, que generalmente siempre, el cónclave es bastante autónomo.
P: Usted ha asegurado: "Me llena de vergüenza que hayan destrozado a Bergoglio como lo hicieron en Argentina. Él recibía a todos, no era sectario". ¿Por qué no pudo despedirse de Argentina? ¿Cree que se fue con esta espina clavada?
R: Yo creo que hay varias explicaciones, pero para ir al punto central, evidentemente el tema de la grieta ha sido un tema que ha golpeado y todo este tema de las peleas internas que él creía que podían traer problemas. Él quería hacer una gran contribución a la unidad de los argentinos, no quería que un viaje fuese motivo de más peleas y más divisiones, sino realmente hacer una contribución. Y yo opino que los argentinos no lo entendimos. Seguimos con las peleas y le metemos a él en las divisiones. Hay que preguntarse también por qué nosotros no fuimos capaces de crear las condiciones para que el papa viniera. Queda como algo que faltó. Me hubiese gustado mucho ver al Papa en Argentina, pero bueno, así se escribe la historia. Yo creo que esto tendría que servirnos a los argentinos para reflexionar un poquito y ver si nos podemos tratar un poquito mejor.
P: Un día del amigo, él le llamó y le dijo, "lo llamo en el día del amigo porque lo siento un amigo". Le sentía un amigo… ¿Qué siente estos días despedirle desde el Vaticano?
R: Me siento muy honrado y muy distinguido. No creo ser merecedor de eso. A veces, uno piensa, no quiero hacer una comparación, pero Jesús en su época elegía gente muy sencilla y muy menor. Será la misericordia de Dios que me regaló esta posibilidad de tener esta relación con este papa. Espero poder honrarla con el paso del tiempo también, porque también compromete. No solo es una distinción realmente, sino que uno se siente comprometido a estar a la altura de las circunstancias.
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