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Francisco, el papa bromista que ganaba en las distancias cortas

Francisco, el papa que ganaba de cerca
Carlos del Amor (vídeo) / RTVE.es (Texto)

Los que conocieron de cerca al papa Francisco lo recuerdan ahora por su sencillez, su tono afable y un característico sentido del humor. Jorge Mario Bergoglio, el primer pontífice latinoamericano, pasará a la historia acompañado por sus frases memorables y una actitud que logró cambiar el tono del Vaticano para muchos creyentes y no creyentes.

"Padre. Mira, estos son los anillos. Nos casamos", le dijo una pareja joven. Francisco, sin perder el ritmo, les respondió: "¿Cuándo entran en la cárcel del matrimonio?". Años más tarde, matizó su broma y aconsejó, entre risas, pelearse "todo lo que haga falta antes de acostarse", para evitar que al día siguiente se desatara "la guerra fría". Su frase "¡Hagan lío!" caló entre los fieles de las nuevas generaciones. Los animaba a equivocarse antes que quedarse quietos. "Lo que me revienta son los jóvenes aburridos", solía decir.

Un papa amigo

El papa Francisco era cercano, incluso ante las cámaras de los móviles que intentaban capturar su imagen entre la multitud. Contestaba rápido, con ingenio y una chispa que rompió más de un protocolo. A un seminarista de Valladolid que se le presentó como tal, le espetó un: "¿Y qué culpa tengo yo?". Muchos recuerdan también cuando a un sacerdote mexicano le recomendó tequila para el dolor de pierna. Rodeado de humoristas de todo el mundo, Francisco defendió que reírse de Dios no era blasfemia, sino una forma de acercarse a lo divino.

El pontífice supo hablar a las periferias y a los poderosos. Recibió estrellas de cine, deportistas y líderes de todas las culturas. A una actriz brasileña le lanzó la pregunta universal "¿Maradona o Pelé?" y a Sylvester Stallone lo saludó a punto de soltar un gancho de boxeo.

En abril de 2024, una señora de Huelva le confesó que no quería morirse sin conocerlo. Él, fiel a su estilo, la tranquilizó: "No se apure, nos vemos dentro de diez años". No ha podido ser. El que se apuró al final fue él. Con su última aparición pública el Domingo de Resurrección, Francisco se marcha como vivió, sin demasiado drama y mirando a los ojos de su gente.