La puesta en escena del Día de la liberación de Trump: un "show" con el que busca ser "el centro de atención"
- El anuncio de los nuevos aranceles vino acompañado de una gran expectación y de una cuidada escenografía
- Así te hemos contado las reacciones a los aranceles anunciados por Trump
La declaración de guerra comercial total del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con la imposición de "aranceles recíprocos amistosos" vino acompañado de una gran expectación y, como viene siendo habitual, de una escenografía pensada para dar un espectáculo televisivo muy alejado de una declaración institucional tradicional. El mandatario puso nombre al evento —"Make América Wealthy Again" ("Hacer a EE.UU. rico de nuevo")— y a la jornada —"el Día de la Liberación"— y, durante su discurso, afirmó que se trataba de una de las fechas "más importantes en la historia de Estados Unidos".
El resto del mundo estaba pendiente del anuncio arancelario, que estaba previsto desde hacía días y que fue retrasmitido desde el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca, decorado con el fondo de una galería cubierta de grandes banderas del país. Sobre el escenario, un atril y un escritorio —que después usaría Trump para firmar las pertinentes órdenes ejecutivas— y, como acompañamiento, la banda de la Armada, que amenizó a los asistentes antes de que el presidente apareciera en escena. Ninguno de los elementos estaba ahí por casualidad.
Un "espectáculo" acorde a un liderazgo "histriónico y egocéntrico"
Con la expectación generada, Trump conseguía que "todo el mundo estuviera pendiente de un anuncio que encaja con su liderazgo histriónico y egocéntrico y con su personalidad, destinada a conseguir ser el centro de atención", explica a este medio el experto en liderazgo político y profesor de la Universidad Europea Moisés Ruiz. El presidente, señala, busca mostrarse ante el mundo como el "hacedor de este nuevo escenario y escenificar un dominio sobre la nueva realidad que él quiere crear".
El director del Instituto Franklin de la Universidad de Alcalá, José Antonio Gurpegui, recuerda que el Rose Garden (el "Jardín de la Rosa" o la rosaleda) de la Casa Blanca es el escenario habitual de los grandes acontecimientos, comparecencias con mandatarios extranjeros y anuncios oficiales de los presidentes de EE.UU. "Trump siempre hace espectáculo de la política", apostilla Gurpegui, que califica el discurso de "solemne" en su escenificación; "mitinero", "populista" y "revanchista" en la forma, y "aburrido" en el contenido.
Trump abandona el Jardín de las Rosas tras su anuncio de aranceles a todo el mundo. De fondo, la galería cubierta con banderas nacionales. EFE/EPA/KENT NISHIMURA / POOL
La política exhibicionista de Trump
Al anunciar unos "aranceles recíprocos" que después rebautizó de tarifas "con descuento", Trump se sirvió de un enorme cartel que sujetó con las dos manos con una tabla que, a modo de resumen, mostraba las principales tasas aplicadas por país. "No hemos podido hacerlo más grande", bromeaba, al tiempo que admitía que tenía que sostenerlo porque hacía "mucho viento". Esa imagen de Trump agarrando esa enorme pizarra ha abierto portadas y ha sido replicada en miles de publicaciones en redes sociales.
Después, Trump procedió a la firma de la orden ejecutiva que hacía efectiva las medidas anunciadas y, como ya viene siendo costumbre, mostró el documento con su firma en letras grandes. Una imagen a la que ya nos ha acostumbrado con cada uno de los decretos que ha sacado adelante desde que tomó posesión el 20 de enero y a la que ya recurría en su primer mandato.
"Está en la línea de lo que hemos visto meses atrás, es una política exhibicionista, donde a cada cosa que hace quiere darle grandiosidad", explica por su parte la politóloga Cristina Monge. "Incluso le había puesto nombre al día, el 'Día de la Liberación'", añade, todo ello a la vez con una "profunda anti-institucionalidad, que rompe con la estética de los actos oficiales".
Trump muestra un cartel con los aranceles por países durante el acto en la Casa Blanca REUTERS/Carlos Barria
Un mensaje para el mundo y para su base
Trump ha montado una escenografía en cada firma de sus decretos, en los que le han acompañado representantes de los sectores afectados, ya sean niños, trabajadores, cantantes o colaboradores como Elon Musk, quien se llevó a su hijo pequeño a uno de esos eventos. Esta vez, entre los asistentes, no solo estaban los miembros de su Administración, también empleados de los sectores económicos a los, que supuestamente, los aranceles van a beneficiar: obreros de la automoción, de la metalurgia y mineros. Uno de ellos, de hecho, fue invitado al atril para pronunciar unas palabras.
Como explica Ruiz, el anuncio y su puesta en escena tiene "una doble vertiente". De cara al exterior, Trump busca posicionarse como el dueño de la nueva realidad geopolítica que se está formando y que estén todas las economías y los mercados pendientes de él, es decir, reafirmar su liderazgo autoritario". Mientras tanto, de puertas para dentro, le manda un mensaje a su población basado en un "modelo de comunicación persuasiva" que no pertenece a los argumentos racionales, sino que "envuelve al argumento en una emoción", en este caso "el orgullo patriótico".
Además, señala, pretende que "los grandes titulares" alivien en cierta manera "las consecuencias desfavorables para el bolsillo de los estadounidenses que puedan provocar estas medidas".
En la misma línea se pronuncia Monge, que afirma que el mandatario quería enviar un doble mensaje. Por un lado, uno "al mundo en el que hablaba hacia afuera, diciendo que era el día en que EE.UU. iba a reinar, y la liberación de esa injusticia a la que dice que le hemos sometido el resto del universo", subraya, y ahí el anticipo de la convocatoria y la elección del escenario.
Y del otro lado, el mensaje a su base electoral, representada por los trabajadores de los distintos sectores económicos. "Le está hablando a ellos, es una gente que le da una parte importante de sus votos", señala la politóloga.
Trabajadores de distintos sectores industriales durante el acto de firma de los aranceles de Trump en la Casa Blanca. EFE/EPA/KENT NISHIMURA / POOL
"Tiene el prime time en su cabeza"
La aparición de Trump responde a una forma de comunicar "muy difícil de ver entre dirigentes europeos", señala Ruiz, que subraya la "habitual forma de entender el marketing político" en EE.UU. El experto pone como ejemplo la forma escogida por los demócratas para anunciar el apoyo de los Obama a la candidata a las presidenciales, Kamala Harris, con un vídeo en el que el expresidente Barack Obama, llamaba a la exvicepresidenta para mostrarle su apoyo. Trump lleva esto a otro nivel.
"Al ser un hombre al que hizo famoso la televisión, considera que Estados Unidos y el mundo es un plató. Piensa en todo como un show en el que él está actuando y donde es el que domina las emociones, y la percepción que tienen de sus palabras. Es un buen comunicador y sabe hacerlo. Tiene el prime time en su cabeza", señala el profesor. De hecho, no es casualidad que el mandatario eligiera las 16:00 hora local (22:00 hora peninsular española) para dar comienzo a su intervención. A esa hora ya había cerrado (a la baja) Wall Street y podrían estar pendientes de él en muchas partes del mundo.
Además, los mecanismos que utilizan le acercan más al mundo de los negocios que a la política. "De momento, no sé si no se ha enterado de que es presidente de Estados Unidos nación o de Estados Unidos empresa, él se considera lo segundo", afirma Ruiz. Aunque el líder republicano siempre ha tendido a la espectacularización, en su primer mandato Trump tenía un vicepresidente conservador (Mike Pence) "que le frenaba", señala el experto. Ahora, sin embargo, toda su Administración es trumpista y el mandatario "no tiene freno".