¿Cuánto odian los Estados Unidos de Trump a Europa?
- El segundo gobierno Trump tiene una actitud hostil con Europa, su mejor aliado durante 80 años
- El vicepresidente JD Vance es el miembro menos respetuoso y más agresivo con Europa
Por mi experiencia en los años que he vivido y me he relacionado con los Estados Unidos, es una sociedad dividida también respeto a su visión de Europa. Para una parte, la más urbana, cosmopolita, sibarita y a menudo, pero no siempre, progresista, Europa es sinónimo de historia, cultura y sofisticación, es el término que usan. "You Europeans are so sofisticated!" , los europeos sois tan sofisticados, es un piropo que me han dirigido en muchas ocasiones por el motivo más intrascendente, desde la montura de las gafas al hecho de comer ensaladas y alimentos sanos. Esa es una parte.
Hay otra para quienes somos unos holgazanes. ¡Tantos días festivos al año, tantas vacaciones pagadas, tantas coberturas y servicios y públicos, bajas por maternidad e incluso paternidad...!". Yo misma sentía vergüenza de comentar la cantidad de vacaciones que tenía por trabajar en una empresa europea. Y somos unos cobardes cínicos, que salimos a manifestarnos contra las guerras en las que nos involucran los Estados Unidos, que vamos de pacifistas, pero que cuando hay una guerra en nuestro suelo, en Europa, acudimos a los Estados Unidos para que nos saquen las castañas del fuego. Así ven las dos guerras mundiales, así ven la intervención en las guerras de los años noventa en la antigua Yugoslavia (lo que le costó al británico Tony Blair convencer al presidente Bill Clinton), y así ven la actual guerra en Ucrania. No hace falta decir que el presidente Donald Trump y su gobierno actual pertenecen a esta segunda categoría, la que nos ve como unos niños mimados que podemos permitirnos el lujo de un estado del bienestar sin parangón en el mundo gracias a que no gastamos en Defensa porque de eso se encargan los Estados Unidos. Ojo, que en lo de que tenemos que gastar más en defensa hay consenso entre demócratas y republicanos, lo extraordinario con Trump es el nivel de inquina que se desprende de sus declaraciones y acciones.
El vicepresidente Vance y el odio explícito en el chat
La noticia y el escándalo de la semana en los Estados Unidos ha sido la brecha tremenda en la seguridad nacional, al compartir en un chat información que debía ser clasificada top secret y, además, incluir en ese chat a un periodista, que es por quien se ha conocido esa brecha, ese fallo grave, y su contenido. El motivo de alarma en los Estados Unidos es el poco cuidado en velar por la confidencialidad de, nada más y nada menos, que un ataque inmediato sobre Yemen; para los europeos la alarma es el odio explicito que se vierte en esa conversación.
En la transcripción de partes de ese diálogo, que ha hecho público el periodista incluido de la revista The Atlantic, el vicepresidente JD Vance expresa sus reticencias al ataque inminente porque, argumenta, los más afectados por los ataques al transporte marítimo por el mar Negro son los europeos y no los Estados Unidos, y considera que habría que dedicar un tiempo para convencer a la opinión pública de cuál es el interés de los EE.UU. y añade: "Simplemente es que odio rescatar Europa de nuevo". En su respuesta el secretario de Defensa, Pete Hegseth, remata: "Comparto plenamente tu odio a cómo se aprovechan los europeos. Es PATÉTICO (sic)".
Que el vicepresidente Vance desprecia más que aprecia Europa quedó patente, para pasmo de quienes lo escucharon, el mes pasado en la Conferencia para la Seguridad en Munich, en Alemania. Su intervención fue un ataque sin paliativos a los gobiernos y la cultura política en Europa. Según Vance, se cercena la libertad de expresión, censuran opciones políticas y establecen cordones sanitarios políticos antidemocráticos (contra partidos de extrema derecha). "Si teméis a vuestros propios votantes, no hay nada que los Estados Unidos puedan hacer por vosotros, ni nada que vosotros podáis hacer por los estadounidenses que me eligieron a mí y al presidente Trump". Vance llegó al punto de decir que la principal amenaza de Europa no eran Rusia o China, sino la propia Europa. Fue un discurso insolente e incluso insultante y así lo recibieron los anfitriones alemanes. A principios de mes, después de que el primer ministro británico Keir Starmer propusiera una "coalición de los dispuestos", despliegue militar, para garantizar una futura paz en Ucrania, Vance lo menospreció así: "20.000 tropas de un país cualquiera que no ha luchado en una guerra desde hace 30 o 40 años". Olvidando la participación británica reciente en dos guerras organizados por los Estados Unidos, Afganistán e Irak.
Es el mismo JD Vance que hace tres años, siendo senador por Ohio, declaró. "Si soy sincero, no me importa lo que le ocurra a Ucrania (...) de lo que estoy harto es del presidente Biden preocupándose de la frontera de un país que no me importa". El mismo Vance que ha comentado sobre la voluntad de anexionarse Groenlandia (territorio de Dinamarca), antes de su visita este fin de semana: "El presidente tomará la isla si es necesario, porque no le importa lo que nos griten los europeos".
Volviendo a la conversación que debió ser top secret y es pública, un participante con las iniciales S.M. escribe citando al presidente: "Luz verde y en enseguida se le deja claro a Egipto y a Europa lo que esperamos a cambio (...) si los Estados Unidos logran restaurar la libertad de navegación con un coste alto tiene que haber un beneficio económico a cambio". Los Estados Unidos de Donald Trump no ayudan por principios o alianzas, sino por extraer beneficios.
Donald Trump miente sobre la Unión Europea
Hemos comprobado con datos desde hace años el desprecio de Donald Trump por los datos, por los hechos y por la verdad, en definitiva, y Europa no escapa a sus falsedades. Así, el presidente de los Estados Unidos reescribe la historia también europea desde un egocentrismo al que da ámbito nacional. Olvídense, la Unión Europea, antes Comunidad Europea, antes Comunidad Económica Europea y, antes, Comunidad Europea del Carbón y el Acero, no se fundó para crear estabilidad y evitar más guerras en Europa, fundamentalmente entre Alemania y Francia, sino, "para joder (screw) a los Estados Unidos". La lógica que se desprende es aplastante, si la UE se fundó para "joder" a los EE.UU., los EE.UU. tienen derecho a defenderse, a responder, a pagar con la misma moneda y "joder" a Europa.
Una afirmación, falsa, que repite el presidente Trump, aunque lo corrijan en público, es que los Estados Unidos han donado mucho más a Ucrania que Europa, 350 mil millones de dólares frente a 100 mil millones. Según el instituto Kiel, si se suma lo aportado por las instituciones de la UE y lo de cada país europeo, se alcanza una cifra a finales de 2024 de 259 mil millones de dólares, mientras que la aportación de los EE.UU. fue de 125 mil millones.
Falso es también, como insinuó Trump, que ningún país europeo estuviera dispuesto a ayudar a Estados Unidos en caso de necesidad. Sólo cabe que la explicación de la mala memoria o mala fe, porque resulta que la única, la única, ocasión en que se ha invocado y aplicado el artículo 5 de la OTAN (si atacan a uno, atacan a todos) ha sido tras lo atentados del 11 de septiembre de 2001 contra Estados Unidos. Los europeos acudieron a la llamada de los EE.UU. para invadir el Afganistán de los talibán donde se refugiaba Osama Bin Laden.
En general, y ya se vio en su primera presidencia, a Trump no le gusta la UE como no le gustan otros organismos supraestatales como la Organización Mundial de Comercio o la Organización Mundial de la Salud, y prefiere las negociaciones bilaterales y jugar al divide y vencerás. Las diferencias, y ventajas para Trump, respecto a Europa, entre esta presidencia y la anterior son dos fundamentalmente, la guerra en Ucrania y un poder mayor de los partidos de extrema derecha o nacionalismo populista, afines al trumpismo, dentro de Europa.
Este jueves pasado en su red social, la plataforma favorita del presidente Trump para vociferar (eso son las mayúsculas en el lenguaje digital), amenazó a la Unión Europea y a Canadá en caso de que se les ocurra llegar a acuerdos: "Si la Unión Europea trabaja con Canadá para dañar económicamente a los EE.UU., impondremos a ambos aranceles a gran escala, muy superiores a los planificados actualmente, para proteger al mejor amigo que cada uno de esos dos países (sic) ha tenido nunca".
Desplantes diplomáticos y agravios comparativos
Los ataques verbales a la Unión Europea y a Europa en general —el Reino Unido no se salva— resultan aún más lacerantes al contrastarlo con la ausencia de críticas parecidas a Rusia y China, sus rivales de las últimas décadas. Europa queda descrita como es una especie de sanguijuela que le chupa la sangre a los Estados Unidos, unos aprovechados ingratos, igual que el presidente Zelenski es un ingrato y, además, según Trump, un dictador. Respecto a Rusia y su presidente, Vladímir Putin, sin embargo, ninguna declaración similar, ni siquiera reconocen que la invasión de Ucrania lo sea y que el agresor sea Rusia.
El doble desplante diplomático, a la UE y a Ucrania, fue iniciar las negociaciones sobre una hipotética paz en Ucrania con Vladímir Putin, el agresor, sin contar con la víctima, Ucrania, ni con la región, Europa. Simultáneamente representantes de la UE se han llevado plantones en sus viajes a Washington, el más sonado el del Secretario de Estados, Marco Rubio, a su homóloga, Kaja Kallas. Tenían que verse, pero se anuló el encuentro. Kallas, ex primera ministra de Estonia, es, probablemente, la política europea más dura contra Rusia.
Más desplantes e insultos, estos grabados en televisión y reproducidos por las redes sociales. Es el caso de la conversación entre el enviado especial de Trump para Oriente Próximo, ampliado a Ucrania, Steve Witkoff —cuyas credenciales más conocidas son ser un empresario inmobiliario como Trump y compañero de golf suyo—, y Tucker Carlson, conocido periodista de la extrema derecha, tanto que que fue incluso despedido de la muy conservadora y trumpista Fox News. Cuesta ver y escuchar fragmentos de la conversación con la perspectiva europea o de la diplomacia tradicional: ambos halagan al presidente Putin, se muestran compresivos con sus propósitos, no mencionan la palabra invasión ni agresión, y se mofan de Europa, sus miedos y sus iniciativas sobre Ucrania. "¿De qué van los británicos, de líderes europeos?" pregunta Carlson, "creo que tienen complejo de Winston Churchill, como si los rusos fueran a desfilar por Europa, lo cual es ridículo porque existe la OTAN y su artículo 5", responde Witkoff; Carlson se parte de la risa y entre carcajadas complementa: "¡¿para qué querría Rusia a esos países, si están económicamente muertos?! ¡Yo no los querría!". Los dos titulares sobre Europa que dejó esa conversación son que las iniciativas europeas sobre Ucrania son mero postureo y que Europa está muerta.
Como ya se ha visto del desprecio no se libra el Reino Unido, país que vive con la ilusión de tener una special relationship, una relación especial, privilegiada, con los Estados Unidos, y cuyo gobierno ha sacado la artillería pesada de su diplomacia con Trump, una invitación del rey para una segunda visita de Estado. Esta semana lo comprobó el ninguneo la corresponsal de Sky News Martha Kelner cuando le preguntó a Marjorie Taylor Greene, una de las congresistas republicanas más extremistas, por el chat con detalles clasificados de Defensa. La congresista se niega a contestarle, la periodista insiste (hace su trabajo) y la congresista estalla: "¿De qué país es usted?" pregunta, "del Reino Unido" contesta la periodista, a lo que la congresista reacciona con un "OK, no nos importan un mierda (sic) su opinión ni sus informaciones. ¿Por qué no vuelve a su país?". La congresista le da la palabra a un periodista estadounidense que, muestra de profesionalidad, le hace la misma pregunta que la colega británica.
La semana ha culminado con el vicepresidente JD Vance, el miembro más abiertamente hostil contra Europa del gobierno de los Estados Unidos, visitando Groenlandia como si de una colonia se tratara. Bueno, ese era el propósito inicial porque, debido a la reacción de los escasos 57.000 habitantes de Groenlandia, el vicepresidente y su esposa han tenido que limitar su presencia a la base militar de los Estados Unidos porque no son bienvenidos.
Con las gafas de Anna Bosch