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Entrevista en RTVE

José Graziano da Silva, director de Hambre Cero: "Gaza es un retorno a la barbarie, un castillo cercado por bárbaros"

Por
Más de un millón de palestinos padecen de falta de comida, según la FAO

José Graziano da Silva es una de las personas que más sabe de combatir al hambre en el mundo. Fue el hombre que Luis Inácio Lula da Silva puso al frente del programa Fome Zero [Hambre Cero] en 2003. Diez años después, 55 millones de personas se beneficiaban de la acción del Gobierno de Brasil y ya no pasaban hambre. Graziano da Silva fue después director de la FAO y hoy dirige el Instituto Hambre Cero, que asesora a municipios y Gobiernos en el combate al hambre.

Ha estado en España invitado por La Casa Encendida de la Fundación Montemadrid, Le Monde diplomatique en español y el Instituto de Estudios de Naciones Unidas (ONUES).

PREGUNTA: ¿Por qué sigue habiendo hambre en el mundo?

RESPUESTA: Por falta de compromiso político de las autoridades nacionales de más alto nivel. El hambre, hoy en día, no es un problema de falta de alimentación, como era antiguamente. Hoy sobran alimentos. Tenemos más que suficiente: trigo, maíz... todos los cereales básicos. En la actualidad, el problema es el acceso.

Mucha gente no puede comprar porque no tiene empleo, porque no tiene ingresos suficientes para pagar altos precios, sobre todo por comida saludable. Si hubiera un compromiso político de dar prioridad al hambre, eso se puede erradicar en menos de una década. Es la experiencia que tiene Brasil con el programa Hambre Cero.

P: ¿En la actualidad es más grave la mala alimentación que el hambre?

R: Sí, ese es el problema. La epidemia del momento es la obesidad. Es mayor que el hambre. En el mundo hay 730 millones de personas hambrientas, según la FAO, con datos de 2022, y la Organización Mundial de la Salud acaba de divulgar un informe que dice que hay mil millones de personas obesas. Y la obesidad es tan mala o peor que el hambre. Porque un niño obeso no solamente va a tener dificultades durante toda su vida, sino que, cuando sea padre, va a transmitir eso a sus hijos. Es un daño permanente a la humanidad.

Eso es lo que estamos enfrentando. Y para eso se necesita promover una alimentación más saludable. Ahí son necesarias las políticas públicas. Una de ellas, importante y básica, es la alimentación escolar. Los niños van a la escuela, porque está garantizado el derecho a la educación a todos, ¿verdad? ¿Y por qué no garantizamos el derecho a la alimentación saludable a todos, dando a los niños una comida sana en las escuelas? Eso es una política pública que necesita ser permanente en todo el mundo.

P: ¿Una política permanente aunque ya no haya hambre?

R: Sin duda. Combatir el hambre no es un hecho episódico, no es una emergencia. Cuando usted la erradica, tiene que mantener toda la atención del Estado con políticas públicas que eviten el regreso del hambre o la obesidad. Y eso requiere un tipo de intervención permanente del Estado. Cuidar de la gente es un deber del Estado. Asegurar la alimentación saludable a todos es algo tan fundamental como asegurar salud y educación.

P: Con la guerra de Ucrania se dijo que iba a aumentar el hambre en el mundo de los países más vulnerables. ¿Ha sido así?

R: La FAO calcula que el impacto de la guerra de Ucrania aumentó el hambre en 25 millones de personas. No es poco en números totales, pero es un número relativamente más bajo comparado con el impacto que ha tenido el aumento de precios. Eso sí que ha tenido efectos más notables. Hoy en día, el cambio climático y las guerras son los dos elementos que impulsan el hambre.

P: En el caso de Gaza se está denunciando el uso del hambre como de guerra. ¿Qué piensa de lo que está ocurriendo?

R: Creo que es un retorno a la barbarie. Antiguamente, Europa enfrentó la invasión de los bárbaros. En la Edad Media la gente huía del campo, iba a refugiarse a los castillos y entonces los bárbaros cercaban los castillos hasta que la gente se moría de hambre o se rendía. Volvemos a eso. Gaza es un castillo cercado por bárbaros. Esa es la situación que estamos viviendo. No se puede admitir, es inaceptable. Y hay tratados internacionales, hay reglas firmadas y aceptadas por todos los países, incluso por Israel, para no hacer eso. Hay que intervenir. Naciones Unidas tiene que encontrar una manera de intervenir en esta situación. Las proyecciones son de que miles de personas van a morir de hambre en Gaza en los próximos meses. Será la mayor hambruna de la historia. No se puede admitir eso.

P: ¿Qué opina del envío de comida a Gaza por parte de ONG al margen de UNRWA o del Programa Mundial de Alimentos de la ONU?

R: Todo lo que se pueda hacer para hacer llegar comida y agua a Gaza es bienvenido. No podemos mirar de dónde viene, sino a quién va. Los niños están muriendo, y eso no se puede permitir. Así que bienvenidos todos los que quieran colaborar. Ahora bien, no se puede pensar que se puede combatir el hambre con donaciones. El hambre no es un problema de una campaña, como si estuviéramos en Navidad, para comer bien una noche. El hambre es un asunto permanente, y para enfrentar un tema permanente se necesitan instituciones internacionales mandatadas para eso. Y lo único que tenemos, para bien o para mal, es Naciones Unidas.

P: En América Latina se da la gran contradicción de que es un continente que exporta alimentos, pero donde hay hambre: ¿cómo es posible?

R: Por falta de poder adquisitivo. Brasil es, quizás, el mejor ejemplo que se podría dar de un país que exporta alimentos para cientos de otros países alrededor del mundo y que tiene, sin embargo, un número de hambrientos que llegó a 70 millones hace dos años. Afortunadamente, hemos logrado bajarlo en el primer año del gobierno Lula. Hoy tenemos cerca de 20 millones de personas. Aún falta mucho, pero es fácil entender por qué: han aumentado los salarios y el empleo, han crecido las ayudas y las pensiones, y se ha controlado la inflación del precio de los alimentos. Con ese aumento de ingresos por encima de la inflación se consigue un aumento real del poder adquisitivo. Eso explica la reducción del hambre en Brasil.

P: Bolsonaro decía que no había un problema de hambre en Brasil y con Milei en Argentina, por seguir en la región, está aumentando los problemas de hambre y de pobreza. Hay quien dicen que hay una guerra contra los hambrientos. ¿Qué opina usted?

R: Bolsonaro decía también que no se necesitaban vacunas, que se podía dar un placebo que curaba la covid19... Y murieron casi un millón de personas en Brasil por culpa de eso. Lo que Milei está haciendo en Argentina es un atentado a la miseria. Los argentinos están convirtiéndose en miserables, sin apoyo del poder público, sin empleo, y se están convirtiendo en hambrientos. La necesidad del Estado, hoy en día, es indudable. Alguien tiene que garantizar la alimentación saludable a todos. Y hay una parte de la sociedad, desafortunadamente, por la distribución desequilibrada de los ingresos, que están concentrados en pocas manos, que no puede acceder a una alimentación digna de calidad. El Estado tiene que proporcionar a esa gente el mismo derecho que proporciona para acceder a la salud y la educación.

P: Aquí en Europa estamos viendo desde hace tiempo ya colas del hambre ante lugares de distribución de comida en ciudades como Madrid, en Milán, en París. ¿El hambre también es un problema de primer mundo?

R: También lo es. El hambre dejó de ser un problema solamente del tercer mundo hace algunos años. Estamos viendo hambre en muchas partes y principalmente la mala alimentación que afecta a todos llega, indistintamente, a países pobres y ricos. La mala alimentación es un problema moderno que tenemos que enfrentar todos.

P: ¿El hambre ya es un problema urbano?

R: Sí, de hecho, hoy el hambre es un problema fundamentalmente urbano. El hambre dejó de ser un problema rural, como era en el pasado, hace 20 años. Hoy en día la población está concentrada en la ciudad y ahí está el hambre dura, el hambre más dura y más difícil de combatir, porque en la ciudad tú no puedes producir tu propia alimentación, como sí se podía hacer en el campo.

P: ¿Se puede enfrentar el hambre desde una perspectiva local?

R: Brasil tiene elecciones municipales este año y lo que estamos insistiendo a los candidatos a alcalde es en que se comprometan a implantar políticas públicas a nivel municipal. El hambre empieza a combatirse a nivel local, en el municipio, en la administración cercana, con productos de calidad, frescos, con distribución asegurada. Así es como se erradica el hambre.