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Análisis

Ucrania, al borde del abismo tras dos años de guerra

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La última vez que estuve en Avdiivka, el pasado verano, nos acompañaba el jefe militar de la zona. Enfundado en su chaleco antibalas, con su casco puesto y su fusil al hombro, me pidió que le siguiera por calles, parques y plazas en las que no quedaba ningún edificio sano. En todas ellas, a izquierda y derecha, se veían las heridas de la guerra: cristales rotos, muros marcados por la metralla que escupen los proyectiles de mortero e impactos directos de artillería o drones.

Esa era mi casa antes de la invasión

Tras unos minutos caminando, se paró ante un bloque de viviendas y señaló una de ellas, en un segundo piso. "Esa era mi casa antes de la invasión", me dijo. No quedaba ningún cristal en las ventanas y los cercos estaban caídos. Una de las fachadas casi se había derrumbado y no era la vivienda en peor estado porque otras habían perdido totalmente sus paredes y se veía el cuarto de baño, un salón con estanterías llenas de libros o una habitación modesta, con armarios antiguos, pegados a la pared, tras una cama de matrimonio con la colcha verde. Ya nadie vivía en esos bloques.

Avdiivka, en manos rusas

Avdiivka era, ya desde hacía meses, una ciudad fantasma en la que la mayoría de sus habitantes habían huido de los combates y sólo permanecían en ella quienes no habían podido marcharse: ancianos que no tenían otro sitio a donde ir, algunos grupos de borrachos y, por supuesto, los militares que tenían la misión de defenderla. 

Hace unos días que Avdiivka ha caído en manos de los rusos. La ciudad era un símbolo de resistencia para los ucranianos y ahora se ha convertido en la mayor victoria para el Kremlin desde la caída de Bajmut. Putin la quería y la ha conseguido después de meses de lucha y miles de muertos. Ya tiene un trofeo que exhibir a las puertas de las próximas elecciones presidenciales de mediados de marzo y dos años después del inicio de la invasión rusa.

Nosotros llevábamos casi un mes en Ucrania convencidos de que habría guerra

En aquel entonces, cuando muchos aún dudaban de que fuera a haber guerra, nosotros llevábamos casi un mes en Ucrania convencidos de que la habría. Algunos nos llamaban alarmistas, exagerados o "voceros del régimen nazi de Kiev" por poner en duda el mensaje oficial de Moscú que negaba que fuera a invadir el país vecino. Finalmente, la invasión se produjo y, dos años después, el fantasma del rearme y de la guerra más sangrienta en Europa desde la Segunda Guerra Mundial planea sobre el Viejo Continente.

Un periodista con micrófono abre las piernas para estar más bajo y facilitar el encuadre del cámara junto al militar que está con una metralleta en un campo completamente nevado.

El equipo de TVE informando, sobre la nieve, desde el frente de guerra ucraniano.

Datos alarmantes para Kiev

Llevamos ya 24 meses de guerra. En seis viajes y casi ocho meses en Ucrania la situación militar ha cambiado y el ánimo de los ucranianos también. Es cierto que los generales del presidente Zelenski han conseguido alejar la guerra cientos de kilómetros de las principales ciudades y reconquistar parte del territorio que ocuparon los rusos en las primeas semanas de invasión, pero también hay datos muy alarmantes para Kiev. 

La ayuda internacional empieza a flaquear y cada vez llega más tarde. Ucrania está poniendo los muertos y la sangre, pero necesita la munición y las armas occidentales para contener a Rusia, que tiene uno de los ejércitos más poderosos del planeta. Por eso las tropas de Moscú están avanzando en casi todos los frentes y las derrotas ucranianas empiezan a sucederse.

En Kupiansk, en el noreste; en el Donbás al este y al sur, en la zona de Robotine. De momento, con la excepción de Avdiivka, son de poca importancia, pero podrían ir a más porque el desgaste de la guerra es cada vez más evidente en la sociedad ucraniana. 

El desgaste de la guerra

Las colas interminables a las puertas de los centros de reclutamiento han desaparecido. El entusiasmo por alistarse en el ejército para combatir a los rusos también. El fracaso de la contraofensiva de verano de 2023 pesa como una losa en el ánimo de militares y civiles que esperaban que se repitiera el éxito del contraataque de otoño del año anterior, cuando los rusos se tuvieron que retirar, casi en desbandada, de los alrededores de Kiev, Járkov y Jersón

El presidente Zelenski y su gobierno tenían el temor de que, si la contraofensiva fracasaba, muchos de los países aliados de Ucrania podrían comenzar a replantearse su apoyo y eso es lo que ha sucedido. El ejército ucraniano se ha estrellado contra las líneas defensivas rusas y ha perdido decenas de miles de hombres, pero no tiene resultados de peso que ofrecer y ahora necesita más material y más soldados para continuar con la guerra. Los expertos calculan que tendrá que hacer una impopular llamada a filas para mantener los frentes. Nada menos que medio millón de nuevos reclutas.

La sociedad ucraniana sabe que sólo le queda la opción de luchar o caer bajo el yugo ruso, pero gran parte ya está cansada. Muchas familias ya han perdido a algunos de sus miembros y no quieren perder más. El descontento crece y muchos empiezan a preguntarse si tanta sangre merece la pena.

Un reportero con el micrófono de TVE, casco y chaleco, habla a cámara con un camión lanzamisiles a su espalda.

Óscar Mijallo y Miguel de la Fuente informando desde la guerra de Ucrania.

Aunque Zelenski todavía conserva un apoyo de algo más del 60%, ha perdido más de 20 puntos sólo en el último año y su desgaste es cada vez mayor. Las medidas que tendrá que tomar para mantener el esfuerzo bélico serán muy impopulares y, si no se consiguen éxitos en el campo de batalla, es posible que Ucrania no sea capaz de resistir el empuje ruso. Dos años después del comienzo de la invasión, Ucrania sigue al borde del abismo y puede perder la guerra.