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Análisis | Guerra en Ucrania

Ucrania afronta el invierno entre el fracaso de la contraofensiva y el cansancio de los aliados

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Guerra de Ucrania: el estancamiento en el frente ucraniano y el cansancio de los aliados alejan la victoria de Kiev
Un soldado ucraniano dispara un cañón contra posiciones rusas.

La victoria de Ucrania en la guerra parece más improbable cada día que pasa. La contraofensiva no ha dado los resultados esperados, la línea del frente de 1.000 kilómetros apenas se ha movido, y son los rusos los que han pasado al ataque en varios puntos, como Avdiivka.

La falta de resultados alienta las primeras críticas internas a Volodímir Zelenski y los aliados dan síntomas de cansancio, como demuestra la dificultad para acordar nuevos paquetes de ayuda, vital para que Kiev pueda sostener el ritmo de un conflicto convertido en una máquina que consume material y personas.

"El fracaso de la ofensiva de primavera-verano es un punto de inflexión", explica a RTVE.es Javier Jordán, catedrático de Ciencia Política en la Universidad de Granada y director de Global Strategy. "Este escenario no puede continuar indefinidamente".

"Los aliados van a seguir dando ayuda, pero ya no existen las expectativas que había en abril de revertir la situación", afirma. "Ahora, por mucha ayuda que se le dé, salvo cambios cuantitativos y cualitativos, no hay motivos para creer que Ucrania va a recuperar el territorio que ha perdido".

Fracaso de la contraofensiva y estancamiento

El fracaso de la contraofensiva ucraniana lanzada en junio ya no es ningún secreto. Los ucranianos rompieron las líneas rusas en Robotine (sureste), pero no han conseguido penetrar en profundidad. Los rusos han mantenido sus posiciones defensivas, que incluyen varias líneas con campos de minas, alambradas y obstáculos, e intentan avanzar en las regiones de Donetsk y Lugansk (noreste).

El invierno ralentiza las operaciones y hace más sensible la infraestructura energética ucraniana, blanco de los bombardeos rusos con drones.

El propio Zelenski reconoce que esperaban "resultados más rápidos", y su comandante en jefe, Valery Zaluzhni, habló de "estancamiento" en una entrevista con The Economist que no gustó nada al presidente ucraniano. Zaluzhni pide 17 millones de proyectiles para desatascar la situación.

Guillermo Pulido, editor de Revista Ejércitos y analista militar, atribuye el escaso avance ucraniano en parte a las magras capacidades cedidas por la OTAN y en parte a la responsabilidad del liderazgo ucraniano, que "se empeñó" en la batalla de Bajmut, dando tiempo a los rusos a fortificarse.

"Estamos donde cualquier persona medianamente informada preveía que estaríamos en esta época del año", declara a RTVE.es. "Se sabía que la contraofensiva, más allá de que las cosas se podrían haber hecho un poco mejor y avanzar más, no iba a conseguir mucho y el conflicto estaría estancado".

Si se añaden la falta de material (armas y municiones) y personal, y los problemas de financiación, "el panorama pinta negro para Ucrania", considera Pulido.

Ucrania no puede competir en una guerra de desgaste

Rusia ha conseguido trasformar el conflicto en una guerra de desgaste, en la que se emplea mucho material y mueren muchos soldados.

Un informe de la inteligencia de Estados Unidos citado por Reuters estima que Rusia ha perdido 315.000 hombres, entre muertos y heridos. El Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW, en sus siglas en inglés) calcula que pierde soldados al mismo ritmo que los repone.

Las bajas ucranianas son secreto de Estado, pero según fuentes estadounidenses citadas por el diario The New York Times, en agosto se acercaban a los 190.000, con 70.000 muertos.

Pero hay una desigualdad estructural: Rusia, que afirma tener a más de 600.000 militares en el frente, puede movilizar, llegado el caso, a más de 1 millón de personas; mientras Ucrania, que al comienzo del conflicto disponía de 500.000 soldados, tiene a la mayor parte de sus fuerzas combatiendo.

La moral también se resiente. Un soldado ucraniano relataba a la BBC el caos de la primera línea, con refuerzos sin experiencia y una sensación de abandono.

En cuanto a material, Rusia ha perdido 2.200 tanques y ha echado mano de modelos T62 producidos en los años 70, según el informe filtrado por Reuters. Los rusos emplean drones de fabricación iraní y, según EE.UU., estarían comprando municiones de Corea del Norte.

Ucrania, que recibió unos pocos carros Abrams de EE.UU. y Leopard de varios países europeos, ha perdido un número indeterminado y carece de la logística para reparar los dañados. Le falta munición de artillería, en especial la de 155 mm que utilizan los obuses que permiten disparar desde una distancia segura.

"El consumo de munición que está habiendo es una barbaridad, estamos casi como en la Primera Guerra Mundial", afirma José Manuel Sanjurjo, vicealmirante retirado y miembro de la Real Academia de Ingeniería. "Sin tener una industria de guerra funcionando constantemente, es imposible suministrar esa cantidad a Ucrania", añade.

Los aliados no han planificado su suministro de material a Ucrania, sino que le han entregado armas distintas "a la carta". Los europeos no pueden desprenderse de todo su arsenal, e incluso para EE.UU., el mayor fabricante de armas del mundo, es costoso seguir armando a Ucrania a la vez que envía munición a Israel y mantiene el esfuerzo en Taiwán. Kiev ha propuesto a EE.UU., la Unión Europea y la OTAN desarrollar algún tipo de industria de defensa común.

"En general todos los países tienen sus limitaciones, y no podemos establecer una industria de guerra en estas circunstancias", considera el vicealmirante, que cree que Ucrania "no va a poder mantener esta guerra de desgaste".

Moscú, en cambio, parece que puede continuar al menos un año más. Su economía ha resistido mejor de lo esperado las sanciones; sigue financiándose con la venta de gas (que compran incluso los países de la UE) y ha transformado parte de su industria para la guerra.

El pasado jueves, un Vladímir Putin más confiado prometía continuar la guerra hasta alcanzar los objetivos y se felicitaba de los problemas de Ucrania para seguir recibiendo armamento occidental.

"Podemos llegar a una situación en que por cada proyectil que dispare Ucrania, Rusia pueda devolver cuatro o cinco, se puede llegar a un aplastamiento", advierte Guillermo Pulido.

Cansancio de los aliados de Kiev

No solo se agotan los arsenales, también el entusiasmo de los aliados. En la reciente visita de Zelenski a Washington, el ucraniano tuvo que escuchar a Biden decir que apoyaría a su país "todo lo que podamos", cuando hasta entonces le había prometido que el apoyo duraría "todo lo que fuera necesario".

El Congreso tiene paralizado un nuevo paquete de ayuda (61.000 millones de dólares), que los republicanos condicionan a una partida para frenar la inmigración. En la UE, Hungría bloquea el pago de 50.000 millones, si bien se espera que pueda aprobarse en el primer semestre de 2024. Kiev sí recibirá ayudas menores de Alemania, Dinamarca, Noruega, Finlandia o Suecia.

Ruth Ferrero Turrión, profesora de Ciencia Política de la Universidad Complutense (UCM), destaca que la apertura de negociaciones de adhesión, acordada por el Consejo Europeo la semana pasada, envía un "mensaje sinbólico de unidad". Sin embargo, la analista ha recordado en una entrevista en el Canal 24 Horas de TVE que "quien tiene más fuerza es Rusia". "La apuesta por reducir las ayudas puede ser determinante para que Moscú cumpla sus objetivos", ha añadido.

Áurea Moltó, directora de REDElcano, resume los motivos de este "cansancio": los dos años de guerra, la falta de avances sobre el terreno y el cambio de foco a Oriente Medio por la guerra en Gaza.

"El contexto es muy desfavorable para Ucrania y solo va a empeorar en cuanto entremos en 2024 y los procesos electorales ganen protagonismo", reflexiona Moltó, en referencia a los comicios presidenciales en EE.UU. (noviembre) y las elecciones al Parlamento europeo (junio).

"Cada vez va a ser más difícil para Ucrania hacer valer su causa - continúa la directora de REDElcano - Y eso será favorable para Rusia, que tiene todas sus esperanzas puestas en la pérdida de interés, en el cansancio y la división, y que está preparada para aguantar un año y ver qué pasa en Europa y EE.UU. Son muy malas noticias para Kiev en el frente internacional".

El desgaste político fuera se refleja también dentro de Ucrania. El artículo de Zaluzhni y el enfado de Zelenski ha provocado algunas reacciones como la del alcalde de Kiev, Vitaly Klitchkó, quien apoyó al militar y dijo que el presidente "pagará por todos los errores cometidos".

Por otro lado, el expresidente Petro Poroshenko, a quien Zelenski derrotó en 2019, intenta ganar protagonismo. A comienzos de diciembre denunció que le habían retirado el permiso de salida del país cuando pensaba iniciar por su cuenta una gira internacional para recabar apoyos.

"Las elecciones ucranianas están suspendidas, el país tenía un panorama político muy competitivo, y estas rivalidades están empezando a resurgir", explica Moltó.

Escenarios para una guerra

En un artículo publicado en junio en Global Strategy, Javier Jordán hacía un esfuerzo para dilucidar los diferentes escenarios que podían abrirse en el conflicto. El más plausible con los datos actuales, afirma, es el de un "estancamiento y guerra de baja intensidad" con "fragmentación de aliados".

"Rusia se ha dado cuenta de que puede mantener la guerra, mientras Ucrania depende del apoyo aliado y ahí empiezan a abrirse grietas", considera el catedrático de la Universidad de Granada. "Por el momento, las declaraciones políticas son de apoyo, pero habrá que ver si siguen traduciéndose en hechos en los próximos meses".

Si la ayuda se debilita podrían multiplicarse las derrotas tácticas para los ucranianos, como en Avdiivka, que no suponen una derrota estratégica pero afectan a la moral de la población y de los militares. "El escenario de conflicto de baja intensidad pasa porque ninguno de los dos pueda escalar el conflicto y no lleguen a un acuerdo que les satisfaga", abunda Jordán.

Guillermo Pulido cree probable alguna ofensiva rusa para que Putin pueda presentar alguna victoria en las elecciones presidenciales de marzo. "Era casi inevitable que esta fuera una guerra de desgaste y que a largo plazo implique la victoria de Rusia. De lo que se trata es de que no gane demasiado, que no se quede con todo el frente marítimo ucraniano. Lo que quiere Rusia es llegar a Odesa, lo que dejaría a Ucrania como un país bastante débil al que podrían dominar".

Ucrania y EE.UU. están repensando la estrategia, según el New York Times. Washington prefiere que Kiev se centre en conservar el territorio que aún controla y construir su propia capacidad armamentística, con el objetivo, sin fecha, de forzar negociaciones.