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Edición genética de plantas para mejorar los cultivos: así funciona la tecnología CRISPR, a debate en la Unión Europea

  • Modifica el genoma de la especie, haciendo un 'corta y pega' de forma similar a lo que ocurre en la naturaleza
  • Otros países ya la aplican para aumentar la productividad y adaptación al cambio climático, pero grupos ecologistas desconfían

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La comunidad científica avala la edición genética de plantas para mejorar los cultivos

Cultivos más productivos, resistentes a sequías, calor o aguas salinas, capaces de repeler plagas o ser inmunes a enfermedades: son ejemplos de lo que podría ser la agricultura del futuro, gracias a la edición genética. Esta, a través de la técnica CRISPR, permite acelerar el método tradicional de mejora por cruce y selección de variedades.

"Es una tecnología de 'corta y pega' que lo que hace es editar el genoma de tal manera que es posible realizar pequeñas modificaciones muy similares a las que ocurren en la naturaleza", explica Zaida Lorenzo, técnico de la Estación de Ensayos de Semillas (INIA-CSIC).

La Comisión Europea propone aplicar la tecnología CRISPR en la agricultura europea, ya que a diferencia de la transgénica —que seguirá prohibida— sólo incorpora genes de la misma especie vegetal.

"No estamos incorporando ningún gen externo, lo que estamos haciendo es lo mismo que hace la naturaleza. Lo único es que ya sabemos hacerlo nosotros", defiende el fitopatólogo Jerson Garita, de la Asociación Nacional de Obtentores de Variedades Vegetales (ANOVE).

Cultivos más productivos y adaptados al cambio climático

Muchos países avanzados y grandes productores ya permiten el uso de esta tecnología y ahora la Unión Europea debate su incorporación. Bruselas no quiere quedarse atrás en una carrera mundial por lograr cultivos más productivos y resilientes al cambio climático.

"Creo que Europa ha dado un buen paso, tarde, porque necesitamos inmediatamente semillas que podamos parar este cambio climático", valora el presidente de la Alianza por una Agricultura Sostenible, Ignacio Senovilla.

La edición genética permite, por ejemplo, acortar a la mitad el plazo para obtener nuevas variedades resistentes. Estas pueden estar a disposición de los productores en apenas 5 o 7 años, según ilustra la directora de ANOVE, Elena Sanz.

Desconfianza entre los ecologistas

Sin embargo, la 'panacea' agrícola es vista con desconfianza por algunos grupos ecologistas, que auguran un mercadeo de patentes.

"Quieren hacerse con la propiedad intelectual de las semillas", afirma Diego Bárcena, portavoz de Ecologistas en Acción, que ve en la promoción de la edición genética un "interés económico".

En cualquier caso, el uso de esta tecnología es por ahora una propuesta que deberá aprobar el Consejo y la Eurocámara en un plazo de tres a cinco años.