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Elecciones 23J

El independentismo catalán llega al 23J más dividido que nunca y con el riesgo de la desmovilización de su electorado

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De izquierda a derecha, Gabriel Rufián (ERC), Míriam Nogueras (Junts), Albert Botran (CUP) y Roger Montañola (PDeCAT)
De izquierda a derecha, Gabriel Rufián (ERC), Míriam Nogueras (Junts), Albert Botran (CUP) y Roger Montañola (PDeCAT)

El independentismo catalán llega a estas elecciones generales más dividido que nunca, con cuatro partidos en liza, con un electorado desmovilizado y el apoyo social a la independencia en niveles muy alejados del apogeo del 'procés' -está a favor un 43%, frente al 49% que llegó a marcar tras el 1-O, según el Centre d'Estudis d'Opinió-. ERC, Junts, CUP y Espai CiU-PDeCAT competirán por este espacio electoral, y lo hacen desde puntos de partida muy alejados entre sí.

Ha fracasado por el momento el intento del president de la Generalitat, el republicano Pere Aragonès, de crear un "frente" unitario soberanista ante un posible gobierno PP-Vox, así como la posibilidad de una lista única ERC-Junts, al estilo del JuntsxSí de las elecciones catalanas de 2017, como proponía el partido de Carles Puigdemont, algo que han rechazado los de Oriol Junqueras.

En las pasadas elecciones municipales en Cataluña, la cuestión del independentismo estuvo prácticamente desaparecida en campaña, un cambio radical respecto a las últimas citas electorales. Ahora, en esta nueva carrera hacia el 23J, el asunto ha vuelto a adquirir más importancia, aunque lejos de aquellos intensas campañas del 2017 o 2019. De momento, el panorama que dejan los pactos tras el 28M es que la división entre el bloque independentista y el constitucionalista ya es historia: ERC y JxCat han pactado en más instituciones con el PSC que entre ellos. Todos son conscientes del nuevo ciclo en el que el partido que dirige Salvador Illa fue el más votado en los últimos comicios y parte como favorito también en estos.

Además, los partidos independentistas se enfrentan a una nueva amenaza: la campaña a favor de la abstención del independentismo más radical, que se siente traicionado por las políticas de las formaciones soberanistas en estos tiempos de 'postprocés'. La dirección de la Assemblea Nacional Catalana, que apoya esta abstención de castigo o bien el voto nulo, celebró un referéndum sobre qué estrategia seguir el 23J, entre sus miembros, aunque estos rechazaron promover la abstención. Otros organismos, como el Centre Català de Negocis, y referentes soberanistas como la eurodiputada Clara Ponsatí han defendido también no votar, frente a lo que los líderes de ERC, Junts y CUP han reaccionado en bloque resaltando la necesidad de votar.

ERC, un partido tocado tras el 28M

Con Gabriel Rufián de nuevo como cabeza de lista, ERC llega a estos comicios tocado, después de haber sufrido un importante batacazo electoral el 28M En estas elecciones municipales en Cataluña pasó de primera a tercera fuerza, por detrás de PSC y Junts, perdiendo unos 300.000 votos y alcaldías tan destacadas como las de Tarragona o Lleida.

Las encuestas pronostican una caída importante respecto a su resultado histórico de 2019 -en los comicios de abril de ese año consiguieron su mejor resultado, 15 escaños y más de un millón de votos, y en noviembre obtuvieron 13. Ahora, se situarían en torno a los nueve diputados, empatando o quedando por debajo de su rival directo en el espectro independentista, JuntsxCat, según el promedio de encuestas de RTVE.

Los republicanos han iniciado la campaña agitando el miedo a un hipotético Gobierno central de coalición entre PP y Vox, y de ahí el lema escogido, "¡Defiende Cataluña!". "La gente no merece ir a votar con miedo, pero sí con pleno conocimiento de lo que viene, que es la derecha y ultraderecha de verdad, y para lo cual no vale una izquierda de mentira", advierte Rufián. El portavoz del partido en el Congreso también ha advertido de un posible pacto entre PSOE y PP para presentar a su partido como la única manera de evitar ese pacto en Cataluña, a pesar de que en el debate a siete de RTVE el representante socialista, Patxi López respondió con un "no, rotundamente" a la pregunta de Rufián de si su partido se abstendría para permitir gobernar a Alberto Núñez Feijóo.

ERC se encuentra ya en una posición de debilidad en el Govern, con un Ejecutivo en minoría tras el divorcio con Junts el año pasado, lo que le ha obligado a llegar a acuerdos con el PSC, algo muy criticado por los de Puigdemont al considerar que se ahonda en la división en el independentismo.

Junts pugna por volver a ser la primera fuerza independentista

El partido heredero de la antigua Convergència Democràtica afronta estas elecciones con cierto optimismo. Las encuestas pronostican que se mantendrá con ocho diputados, el mismo resultado de las últimas elecciones generales, prácticamente empatando con Esquerra, y el mismo que vienen obteniendo desde 2015, lejos de la era dorada de CiU, cuando llegaban a los 17 y 18 diputados y superaban ampliamente el millón de votos -actualmente, rondan el medio millón-.

Míriam Nogueras repetirá como cabeza de lista por Barcelona tras ganar la pugna contra el exconseller Jaume Giró, lo que supone una victoria del sector duro del partido, aquel más cercano a Puigdemont. Se reivindican como el partido fiel al espíritu del 1-O y el que tiene una vocación realmente rupturista, en contraposición con una Esquerra que ha pactado con el Gobierno en repetidas ocasiones a lo largo de esta legislatura. Para ello, el 23J se presentan con el contundente lema "Ya basta, tienes la oportunidad de cambiarlo todo".

Aunque sus resultados el pasado 28M no fueron tan negativos como los del partido de Junqueras, y Junts ha recuperado su condición de segunda fuerza, los posconvergentes también sufrieron la subida de la abstención y una pérdida de votos en aquellos comicios. Perdieron plazas clave como Reus o Girona (aunque ahí formarán parte de una coalición independentista) y, lo más doloroso para este partido, se quedó sin gobernar en Barcelona.

Su candidato, Xavier Trias, ganó las elecciones y ya se veía como alcalde tras alcanzar un pacto con ERC para gobernar juntos, pero un vuelco a última hora dio el poder de la capital catalana al PSC gracias a los votos de los 'comunes' de Ada Colau y el PP. Desde Junts lo han denunciado como parte de la "guerra del Estado" contra el independentismo, en palabras de Nogueras, que ya intenta rentabilizar electoralmente esta sacudida.

El partido de Puigdemont afronta estos comicios además con turbulencias internas. Su secretaria general, Laura Borràs, ha sido condenada por prevaricación y apartada hace apenas un mes de su puesto como presidenta del Parlament, mientras que Junts ha dejado el Govern que compartía con ERC a mitad de legislatura por las grandes diferencias con los republicanos. Además, el éxito de Trias en Barcelona, quien ganó sin hacer prácticamente ninguna referencia al independentismo y recuperando el espíritu de la antigua Convergència, ha servido para que la corriente moderada del partido pida tener fuerza frente al sector rupturista.

La CUP mantiene las mismas recetas para seguir en el Congreso

En unas elecciones municipales en las que la cuestión nacional brilló por su ausencia, la Candidatura d'Unitat Popular (CUP) se reivindicó levantando prácticamente en solitario la bandera del independentismo de la vía unilateral. Sus resultados fueron similares a los de las últimas elecciones, con unos 10.000 votos más pero con menor porcentaje de voto y menos concejales, sufriendo también la desmovilización del electorado soberanista.

Ahora buscan mantener su representación en el Congreso, donde se presentaron por primera vez en las últimas elecciones de 2019, alcanzando dos diputados (Mireia Vehí, la actual portavoz, por Barcelona y Albert Botran por Girona). El 23J repiten ambos, aunque se intercambian papeles y cada uno se presentará por la circunscripción contraria a la que lo hizo en 2019. Las encuestas pronostican una caída del partido antisistema, que podría perder su representante por Girona. El partido ya ha anunciado que solo apoyarán una investidura de Sánchez si este acepta la propuesta del referéndum.

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El PDeCAT aspira a obtener representación invocando a CiU

El último partido que disputará el voto soberanista es el PDeCAT, que se presentará bajo el nombre de Espai CiU. La formación de la que se escindió Junts en 2020 intenta, tanto con este nombre como con sus políticas y sus formas, presentarse como la verdadera heredera de Convergència i Unió, el espacio hegemónico del nacionalismo conservador en Cataluña durante décadas que terminó desintegrándose en 2015 ante el empuje del 'procés'.

El ex de Unió Roger Montañola es cabeza de lista por Barcelona de una formación que según las encuestas no obtendrá representación en el Congreso, pero que sí que puede restar votos clave a Junts -ya lo hizo en las elecciones catalanas de 2021-. Ambas formaciones concurrieron juntas en 2019 pero tras su divorcio la Junta Electoral ha considerado que es el PDeCAT quien tiene el 100% de los derechos electorales de la coalición (para enviar propaganda o tener anuncios electorales, por ejemplo). Desde mediados de legislatura, los ocho diputados que obtuvo la alianza se dividieron en cuatro para el Junts de Nogueras y los otros cuatro para el PDeCAT, quienes liderados por Ferran Bel han mantenido una postura mucho más negociadora con el Gobierno que sus exsocios.

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Montañola insiste en que no se consideran independentistas aunque haya formaciones independentistas integradas en su coalición y defiende que "el proceso soberanista de Cataluña ya ha finalizado y toca un nuevo tiempo donde ir al Congreso a defender los intereses de Cataluña", al estilo de lo que hacía CiU. Sobre pactos, se abren a negociar con Feijóo además de con Sánchez, pero ponen la línea roja en la presencia de Vox en el Gobierno.