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Energía

El contador del gas: las reservas de la UE, al 60,1%

Europa afrontaba el invierno con la amenaza de restricciones en el consumo de gas por el acusado descenso del suministro procedente de Rusia.

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La Unión Europea ha impuesto que los países miembros llenen al menos un 80% de sus reservas de gas
La Unión Europea ha impuesto que los países miembros llenen al menos un 80% de sus reservas de gas.

Las reservas de gas natural de la Unión Europa han cerrado la temporada invernal 2022-2023 al 60,16% de la capacidad disponible, con 677,5 TWh almacenados, según los datos de inventario que recopila Gas Infraestructure Europe, la asociación que agrupa a las empresas de infraestructura gasista en el continente. El gas almacenado se ha mantenido durante todo el invierno por encima de lo habitual, pese a la amenaza de desabastecimiento: al terminar el mes de abril, se encontraba más de 20 punbtos por encima de la media de los cinco últimos años, lo que facilitara el rellenado de los depósitos en verano.

Las elevadas temperaturas del otoño y del comienzo de la primavera han ayudado a que las reservas no se hayan visto comprometidas en ningún momento de la temporada de uso de la calefacción, que se extiende desde el 1 de noviembre hasta el 30 de abril. Al cierre de la temporada, no obstante, solo tres de los 18 países comunitarios que disponen de infraestructuras para el almacenaje de gas conservan al menos el 80% de su capacidad: España, Portugal y Suecia, tres países que basan su suministro en la importación de gas licuado más que en las reservas.

Ese umbral del 80% es el mínimo que las autoridades europeas acordaron exigir antes del 1 de noviembre de 2022 para hacer frente al invierno ante la amenaza de escasez que se preveía por la guerra en Ucrania. Hasta el año pasado, Moscú era el principal suministrador de gas a Europa, pero en la última temporada ha reducido drásticamente sus exportaciones y ha interrumpido el suministro comprometido con sus clientes europeos en varias ocasiones.

Esquivar un racionamiento del consumo

Habitualmente, los almacenes de gas se rellenan en verano, aprovechando el descenso estacional de la demanda. En 2022, la recomendación de Bruselas era alcanzar el 85% la capacidad disponible antes del invierno. De cara al próximo invierno, será obligatorio llenar el 90% antes del 1 de noviembre de 2023 o, si se dispone de mucha capacidad, al menos el 35% del consumo medio anual en los últimos cinco años.

Los países que no disponen de infraestructuras propias para guardar gas (Irlanda, Grecia, Malta, Chipre, Luxemburgo, Eslovenia, Finlandia, Estonia y Lituania) deben almacenar un 15 % de su consumo nacional anual en almacenes situados en otros países de la Unión Europea, con el fin de asegurar unas reservas estratégicas.

El nivel de reservas, en cualquier caso, no siempre es indicativo de la capacidad de un país para sostener su suministro, puesto que la forma de abastecimiento varía de unos a otros. Países como Suecia o España, con una significativa capacidad para regasificar gas licuado y, por lo tanto, de incrementar sus importaciones si es necesario, dependen en menor medida del gas almacenado que otros, como Austria, que no tienen salida al mar y dependen de gasoductos con una capacidad limitada.

El objetivo último sigue siendo reducir todo lo posible el riesgo de un racionamiento en el consumo. Un extremo que afectaría a los ciudadanos en forma de limitaciones para el uso de la calefacción e incluso cortes en el suministro eléctrico, pero también a las empresas, especialmente a la industria que depende del gas para su funcionamiento.

Menos gas ruso, más gas licuado

Desde la invasión rusa de Ucrania, la Unión Europea ha puesto en marcha una estrategia para reducir su dependencia energética de Rusia y, en concreto, para limitar al máximo su dependencia del gas natural ruso, que hasta 2020 suponía casi el 40% de sus importaciones. Países como Alemania o Finlandia compraban dos tercios de su gas a Moscú y algunos, como la República Checa y Lituania, tenían una dependencia total.

A raíz de la guerra, sin embargo, los países europeos se han volcado en buscar suministros alternativos. Aumentar significativamente las importaciones de países como Noruega o Argelia es difícil a corto plazo, porque los gasoductos tienen una capacidad limitada; así, se han incrementado las compras de gas licuado, que se transporta en barcos metaneros desde cualquier lugar del globo y se regasifica al llegar a Europa.

Al mismo tiempo, las importaciones desde Rusia se han ido reduciendo hasta alcanzar mínimos respecto a los últimos años, dado que dos de los principales gasoductos no bombean ya gas hacia Europa: el Yamal, a través de Polonia, dejó de hacerlo en mayo de 2022, y el Nord Stream, que llega a Alemania, ha suspendido las entregas indefinidamente. Quedan dos vías principales, el Turkstream a través de Turquía y las conexiones a través de Ucrania, pero la Unión Europea aspira a prescindir de ambas en el futuro.

Sobre esta información

Redacción: Daniel Flores, Jaime Gutiérrez (DatosRTVE) | Coordinación: Paula Guisado, José Ángel Carpio | Infografías y Desarrollo: Eduardo Domingo, Yosie Pérez, Noemí Ramos, Beatriz Jiménez (Diseño RTVE.es)