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Miguel Ferrer: "En nuestro país, hay cientos de minas con residuos peligrosos y no las vigila nadie"

  • Miguel Ferrer, investigador del CSIC, era el director de Doñana durante la catástrofe ecológica producida por los vertidos tóxicos
  • El 25 de abril de 1998 "todo el personal de la Estación Biológica estaba metido en el agua tomando muestras", recuerda Ferrer
  • Ya puedes ver el preestreno de 'Aznalcóllar, ¿quien contamina paga?' en RTVE Play

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Miguel Ferrer con un recurso natural acuático detrás
Miguel Ferrer, Investigador del CSIC y Director de la Estación Biológica de Doñana entre 1996 y 2000.

Miguel Ferrer, Investigador del CSIC y Director de la Estación Biológica de Doñana entre 1996 y 2000. Aquel 25 de abril de 1998, cuando se rompió la balsa lo primero que hicimos fue tomar muestras a toda velocidad del suelo y de las aguas, antes de que llegara el vertido, para tener luego un valor de referencia. “Estábamos todo el personal de la Estación Biológica metidos en el agua tomando muestras y esperando que llegara el vertido tóxico, que en aquel momento no teníamos ni idea cuál era su composición”.

Pregunta: ¿Cómo recuerda la rotura de la balsa?

El agua ácida estaba bajando hacia Doñana y los peces saltaban hacia afuera porque preferían morirse asfixiados que quemados por el ácido

Respuesta: Es como una pesadilla dantesca porque la presa se rompió a las tres y media de la madrugada, y yo, las primeras llamadas para mi fueron a las cuatro de la mañana. Fue un accidente como crónica de una muerte anunciada. Es algo que nos preocupaba desde hacía mucho tiempo, incluso dos meses antes habíamos vuelto a mandar escritos al ministerio del Medio Ambiente, mostrando nuestra preocupación y la necesidad de hacer un plan de emergencia por si ocurría alguna catástrofe. Cuando ocurrió no había ningún plan de emergencia y aquello era una imagen dantesca, nadie sabía muy bien que hacer. El agua ácida estaba bajando hacia Doñana, y los peces de los caños saltaban del agua, hacia afuera, para morirse en los caminos, porque preferían morirse asfixiados que quemados por el ácido.

P: ¿Entonces los científicos también habían denunciado que podía pasar algo así?

El Instituto de Recursos Naturales (IRNA) llevaba decenas de años advirtiendo que detectaban fugas de metales pesados

R: La rotura de la balsa para nosotros desde luego no fue una sorpresa, no ya por dos meses antes, sino porque algunos de los Institutos del Consejo, en concreto, el IRNA, Instituto de Recursos Naturales que esta situado en Sevilla, llevaba ya decenas de años advirtiendo que detectaban fugas de metales pesados en el cauce del rio Guadiamar, que entraban a través de la balsa de residuos que tenía algún tipo de fuga. O sea esa preocupación de la entrada en goteo continuado de metales pesados ya nos acompañaba como Estación Biológica de Doñana desde diez o quince años, pero la balsa no hacía más que ser recrecida, almacenar mayor cantidad.

Muros de contención

P: ¿Y que se hizo para que no entrara en el Parque Nacional de Doñana?

R: Construimos unos muros de urgencia en la marisma para bloquear el vertido tóxico, y que no llegara a entrar en el parque ni a verterse al Guadalquivir. Esa fue la primera actuación que hicimos, y como comprobamos después, fue muy acertada.

P: ¿El vertido que contenía?

El lodo consistía, básicamente, en aguas ácidas, hierros, sulfuros... algunos de ellos cancerígenos, mutagénicos y tóxicos

R: Era una extensión enorme de un lodo que consistía básicamente en aguas ácidas, hierros, sulfuros y toda la colección de tablas periódicas de metales y metaloides, algunos de ellos cancerígenos, mutagénicos y tóxicos. Así que la situación era bastante desesperada. Lo primero que hicimos fue pedir al Consejo al presidente del Consejo entonces, Cesar Nombela, que fue una persona clave en la solución de este problema, la necesidad de montar un comité científico con especialistas de agua, de suelos, de plantas, de todo porque estaba todo potencialmente afectado. Y en menos de cinco días ya teníamos el comité, con 90 investigadores, reunido y ya trabajando.

P: ¿Qué responsabilidad cree usted que recayó sobre Boliden, la empresa que explotaba la mina?

Nunca se obtuvo ni un duro de la empresa que provocó este desastre

R: Nunca se obtuvo ni un duro de la empresa que provocó este desastre. Eso ahora no es posible porque la ley cambió como consecuencia del vertido de Aznalcóllar. Lo que hizo Boliden es que, teniendo en cuenta que tenían las maquinas en la misma mina, las sacaron por el caminito de al lado y recogieron un poco justo el agujero por donde se había caído, nada más. La limpieza fue mucho más importante que todo eso. Para la limpieza fueron contratados por, mayoritariamente, la Junta de Andalucía, más de mil operarios que manejaban 800 camiones, y más de 150 maquinarias pesadas que limpiaron todo el resto del cauce. Nada que ver con lo que dice Boliden. Es más, Boliden recibió una ayuda pública después de la rotura de la presa de Aznalcóllar: 1.800 millones de pesetas de la época se le pagaron después, en teoría, para mantener los puestos de trabajo. Como recordaréis, los que sean mayores, poco tiempo después cerraba la actividad.

P: ¿Puede volver a ocurrir una catástrofe parecida en nuestro país?

Hay cientos de minas en la misma situación. Algunas de ellas con residuos incluso más peligrosos

R: Una de las cosas que aprendimos es que hay cientos de minas en la misma situación. Algunas de ellas con residuos incluso más peligrosos: cianuro en vez de arsénico, por ejemplo. Todas las que están vinculadas a la explotación de plata tienen cianuro por procesos industriales de extracción. Y no las vigila nadie. O hay otra forma de decirlo: las vigilan las mismas personas, las mismas entidades, que vigilaban la de Aznalcóllar. O sea que garantía cero. Es una bomba de relojería que nos han dejado las antiguas prácticas industriales y que nos van a acompañar siempre hasta que alguna vez seamos sensatos y actuemos antes de que se nos caiga encima.