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Guerra en Ucrania

Lecciones aprendidas en Ucrania: la necesidad de una buena defensa y la dificultad de dominar un territorio conquistado

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Una militar ucraniana dispara un arma en una línea de frente en la región de Jersón, en Ucrania
Una militar ucraniana dispara un arma en una línea de frente en la región de Jersón, en Ucrania

La invasión rusa de Ucrania iniciada el 24 de febrero de 2022 desencadenó el mayor conflicto europeo desde la Segunda Guerra Mundial, así como el mayor enfrentamiento entre Estados Unidos y Rusia desde la Guerra Fría.

El conflicto ha alterado sustancialmente la seguridad nacional, la inteligencia, la diplomacia, y la seguridad energética mundiales. Los países de Occidente han aprendido una serie de lecciones de la guerra en Ucrania, entre otras, que la respuesta actual a la invasión rusa debería haber llegado antes, según indica a RTVE.es la investigadora senior del German Marshall Fund en Madrid, Kristina Kausch.

“La no reacción a la invasión de Crimea en 2014 se debió a una mala interpretación de lo que es Putin y de lo que se puede esperar de él, por la no voluntad de querer involucrarse”, afirma la experta. “Si se hubiera actuado en 2014, lo de 2022 no hubiese ocurrido”, recalca.

Para el catedrático de Ciencia Política de la Universidad Pablo de Olavide, Manuel Torres, con la guerra en Ucrania “los europeos han percibido de manera contundente que necesitan gastar mucho más de lo que gastan actualmente en defensa” y el conflicto ha evaporado “planteamientos ingenuos” sobre “la relación de dependencia económica con un país y la política exterior que ejerce”.

“Si un país no respeta los derechos y las libertades de sus ciudadanos, difícilmente va a preocuparse por los de otros países”, opina el catedrático. “Ahora se empieza a percibir que la seguridad económica y la defensa están vinculadas”, asevera.

Enterrada la idea de interdependencia a cambio de convivencia

La guerra en Ucrania ha dejado claro que no es viable cualquier acuerdo con Rusia e incluso, en ocasiones, contraproducente. Durante este año que ha durado la guerra, el Kremlin se ha anexionado teóricamente cuatro provincias ucranianas -Lugansk, Donetsk, Zaporiyia y Jersón-, enterrando años de negociaciones sobre el conflicto en el país dentro del formato de Normandía y el Acuerdo de Minsk.

Estados Unidos y los países europeos tenían unas relaciones de cierta dimensión con Rusia y pensaban que al ser interdependientes en gas y petróleo, entre otras cosas, Moscú se lo pensaría dos veces antes de decidirse por invadir Ucrania. “Con la invasión damos por enterrado el concepto de interdependencia como garantía de seguridad”, afirma el director de ESADEgeo, Ángel Saz-Carranza. “La idea alemana de interdependencia a cambio de convivencia ya está bien enterrada”, añade.

En la misma línea, Torres señala que “esa visión de que la interconexión económica iba a crear un colchón de intereses compartido e iba a hacer más difícil una guerra, ha quedado demostrado que era un cálculo erróneo”. “La Rusia de Putin no ha tenido problemas en hacer saltar por los aires todos esos nexos económicos en pro del objetivo de invadir Ucrania”, indica.

Además, Rusia suministraba a la Unión Europea alrededor del 40% de su consumo de gas a través de gasoductos, por lo que otra de las lecciones para los europeos del conflicto en Ucrania ha sido que no es sostenible este tipo de dependencia energética.

“En Europa se ha cambiado el chip de que se entiende que no podemos ser tan dependientes de Rusia, pero no solo se trata de Rusia. Hay todo un debate paralelo que dice qué pasa con China”, opina Kausch.

Las sanciones, insuficientes para disuadir a Moscú

Los países europeos han mostrado una firme unidad en su apoyo al Gobierno de Zelenski desde que Rusia comenzó la invasión de Ucrania hace un año. Este apoyo ha sido tanto financiero, como militar y humanitario, pero los 27 también han aprobado hasta ahora diez paquetes de sanciones contra Moscú. A lo largo de este año, la Unión Europea ha tomado medidas radicales y sin precedentes, muchas de las cuales implicaron acaloradas y prolongadas negociaciones.

“El fenómeno de amenaza externa-cohesión interna se ha dado perfectamente en Europa. A pesar del ruido de algunas incidencias, hemos hecho más de diez rondas de sanciones a Rusia y todas esas decisiones por unanimidad”, explica Saz-Carranza. “Es realmente espectacular. La unidad europea ha sido brutal”, opina.

Torres señala que “cuando se produce una causa tan poco ambigua como es el de la agresión de un país sobre otro país, esa unidad se ha producido de manera ciertamente natural”. “La ciudadanía ha visto justificada la decisión de sus respectivos gobiernos, y eso ha facilitado mucho esa unidad de acción”, recalca el catedrático de la Universidad Pablo de Olavide.

Otros países como Estados Unidos, Reino Unido o Suiza también han impuesto sanciones contra Rusia a lo largo de la guerra en Ucrania. Algunos analistas consideraban que la amenaza de sanciones económicas sería suficiente para disuadir un ataque ruso. Sin embargo, aunque han causado un gran daño a la economía rusa, no han frenado las intenciones de Putin.

“Lo que se ha aprendido es que la disuasión que se ha intentado ejercer hacia Rusia ha sido manifiestamente insuficiente”, indica Torres. “Todo ese conjunto de sanciones que se pusieron en marcha a raíz de la invasión de Crimea no ha disuadido a Rusia de seguir en esa línea”, asevera.

La investigadora senior del German Marshall Fund en Madrid recalca que, aunque las sanciones sí están funcionando, “no lo hacen hasta el punto de que le impida a Putin seguir la guerra”. “También tiene sus aliados, que le proporcionan armas, y le ayudan. Sigue vendiendo su petróleo a otros”, indica.

Fácil destruir, difícil dominar

Para la madrugada del 24 de febrero, al principio se interpretó que el presidente ruso tenía el plan de llevar a cabo una captura rápida de Kiev para hacerse con el control de Ucrania. Pero ante la sorpresa de Putin, las fuerzas ucranianas lograron hacer retroceder al Ejército ruso.

Si la cifra de militares y material bélico hubiera sido el factor decisivo, Moscú habría logrado una abrumadora y rápida victoria en Kiev. En 2021, el Gobierno ruso gastó alrededor de 61.100 millones de euros en defensa, una cifra que supone más de diez veces de lo que empleó Ucrania en ese mismo año.

Sin embargo, la determinación de Ucrania y la ayuda militar que ha recibido por parte de los países occidentales han ayudado a las tropas ucranianas a frenar a Rusia y asentar una larga batalla de desgaste.

En este sentido, el director de ESADEgeo asegura que una de las lecciones aprendidas desde el punto de vista bélico es ver “lo fácil que es destruir y lo difícil que es dominar o gobernar un territorio conquistado”. “Es muy fácil hacer daño y mucho más difícil gobernar el territorio”, recalca.

La necesidad de que Europa sea capaz de defenderse

El hecho de que una guerra a gran escala volviera a tener lugar en suelo europeo ocho décadas después de la Segunda Guerra Mundial ha despertado en muchos países occidentales la necesidad de tener capacidad industrial y armas para sostener un conflicto a largo plazo.

Desde el 24 de febrero, varios países como Alemania o España, han anunciado nuevos planes para aumentar su gasto militar. Otros, como Suecia y Finlandia, han solicitado su ingreso en la OTAN, un proceso bloqueado hasta ahora por Turquía. En 2014, cuando Rusia se anexionó la península de Crimea, la Alianza Atlántica fijó el objetivo de que los aliados gastaran un 2% de su PIB en defensa como mínimo.

Los expertos coinciden en que una de las lecciones aprendidas por los países europeos como consecuencia de la guerra en Ucrania es la necesidad de gastar más en defensa. “Hace unos años habría sido impensable que Alemania mandara tanques a algún país en guerra. Ahora mismo todas las capacidades y recursos van para Ucrania. De ahí sale claramente que los europeos tenemos que ser capaces de defendernos”, afirma Kausch.

Para Saz-Carranza, el hecho de que los países europeos estén gastando más en defensa “ha sido resultado de la guerra”. “El debate está en cómo gastamos, en qué gastamos y cómo nos organizamos los europeos en cuanto a la defensa”, opina. “Ahora claramente se prioriza la OTAN, queda como pieza central y única casi en defensa”, recalca.

La OTAN, “viva y coleando”

Antes de la invasión rusa de Ucrania, el papel de la Alianza Atlántica no estaba siendo muy relevante. Incluso el presidente francés, Emmanuel Macron, tras la retirada de Estados Unidos en Siria, declaró la “muerte cerebral” de la OTAN. Por su parte, durante su mandato, Donald Trump llegó a amenazar con retirar a Estados Unidos de la Alianza Atlántica.

Pero la guerra en Ucrania ha mostrado que, sin la OTAN, no hubieran sido posibles los niveles de cooperación entre los aliados en el apoyo a Ucrania.

“Un año de guerra en Ucrania ha demostrado que la OTAN está viva y coleando. La lección ha sido que la alianza trasatlántica sirve, que funciona bien”, asegura Kristina Kausch. “La intervención de la OTAN en Ucrania, la forma en la que ha actuado, ha abierto paso para que Finlandia y Suecia puedan ser miembros. Ha habido unidad, ha habido rapidez. Esta es una buena noticia”, asevera.

La mayoría de los países europeos que forman parte de la Alianza Atlántica tiene garantizada su protección, pero es Estados Unidos quien garantiza esa protección, ya que es el país de la OTAN que más invierte en defensa con diferencia. Washington ha sido también el país que más ha apoyado militar y económicamente a Ucrania, con al menos 24.500 millones de dólares (alrededor de 22.900 millones de euros) destinados a compromisos militares.

Por esta razón, Saz-Carranza señala que “los europeos han llegado a la conclusión de que Estados Unidos es fundamental para la defensa europea”.

El catedrático de la Universidad Pablo de Olavide coincide con el profesor y subraya que con la guerra en Ucrania ha quedado de manifiesto que “todo esto hubiese sido imposible sin la participación de Estados Unidos”. “Por mucha determinación que existiese, ahora mismo no hay ni las capacidades militares ni los recursos suficientes como para haber suministrado a Ucrania lo que necesitaba ni siquiera un mes. Todo ha sido consecuencia del músculo estadounidense”, recalca.

Según Torres, en los próximos años vamos a ver cómo Europa “va ganando músculo militar”, pero “hasta llegar a ese estado de autonomía estratégica con Estados Unidos estamos hablando de algo difícil de lograr”.