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El desperdicio de alimentos en España, un "problema grave" que se intensifica en verano: "Gestionamos peor las comidas"

  • Tres de cada cuatro hogares españoles tira más comida a la basura en los meses de verano, según datos de 2020
  • Entre las razones, los expertos apuntan al calor, al mayor tiempo de ocio y a la falta de ideas para aprovechar los alimentos

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Una persona tira restos de comida a la basura
Una persona tira restos de comida a la basura

En apenas dos semanas, será oficialmente verano. Se acerca la estación de los helados, las vacaciones y las reuniones familiares en la playa o en el campo que muchos ansían desde el pasado septiembre. Un respiro que suele dejar buenos recuerdos y la memoria del móvil llena de fotos, pero que también tiene un lado no tan agradable. Es la época del año en la que más alimentos se desperdician. Problema que, de por sí, ya es "muy grave" en España, valora el responsable del Proyecto AECOC contra el Desperdicio Alimentario, David Esteller, y por el que el Gobierno ha aprobado este martes una pionera ley que prevé multas de hasta 60.000 euros.

Solo en 2020, las familias españolas arrojaron a la basura una media de 31 kilos/litros de alimentos por persona, pero, de acuerdo a los últimos datos del Panel para la cuantificación del desperdicio alimentario en los hogares españoles, tres de cada cuatro hogares tira más comida en los meses de verano.

"En verano hacemos una peor gestión de las comidas", opina, por su parte, la responsable de Educación para la Ciudadanía Global de la ONG Enraíza Derechos, Laura Martos. Entre los factores que la propician, explica el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, se encuentran el calor, el mayor tiempo de ocio y las vacaciones.

Comparten esta opinión los expertos consultados por RTVE.es, quienes, además, señalan otros como la falta de ideas para aprovechar las sobras de frutas y verduras, unos de los alimentos que más se consumen en verano.

Las razones del desperdicio: calor, reuniones y mayor tiempo libre

La primera razón del aumento del desperdicio en verano, explica Esteller, es que la subida de las temperaturas hace que los alimentos precisen de más refrigeración para aguantar en buen estado y que, aún en breves descuidos, puedan desperdiciarse. Esto está relacionado también con los tipos de comidas que más se consumen cuando hace calor, que suelen ser más frescas, y que por ello tienden a ser más difíciles de conservar, añade. En ese sentido, destacan las verduras y ensaladas y los platos de carne y pescado.

El buen tiempo, además, suele animar a salir más a la calle y a tener planes y escapadas de última hora, lo que influye igualmente en la comida que termina en la basura. "Tendemos a improvisar reuniones y al final lo que hemos comprado y preparado en casa para cocinar no se usa", así que es posible que acabe desechado.

A estos cambios de hábitos algo desorganizados se le suma que, pese a la subida de temperaturas, la cesta de la compra habitualmente tiene las mismas cantidades de alimentos frescos que los que se compran en otras épocas del año, sugiere la experta de Enraíza Derechos, Laura Martos. "Compramos de más", dice, y solemos dejarnos llevar por las ofertas de los supermercados que también proliferan en verano.

El reto de las sobras y de la comida de aprovechamiento en verano

Otro de los motivos por los que más se desperdicia alimentos en verano es que los encuentros normalmente se hacen alrededor de una mesa, especifica Esteller, y se tiende a cocinar de más. "Los mediterráneos somos de hacerlo a lo grande, solemos medir de más la comida pensando en que todo el mundo quede satisfecho", pero luego "no sabemos qué hacer con las sobras".

Asimismo, el 23,1% de los alimentos arrojados a la basura entre primavera y verano son cocinados, porcentaje que en otoño e invierno desciende al 17,2 % y que el responsable del Proyecto AECOC contra el Desperdicio Alimentario explica, en parte, por la cocina de aprovechamiento. No es necesariamente más difícil practicarla en época estival, dice, aunque "solemos tener menos ideas para aprovechar una lechuga que un pollo al horno", bromea.

Sin embargo, existen diversas opciones para utilizar también las sobras en verano. Desde la sopa de lechuga hasta las cremas de verduras frías, las salsas, los gazpachos y los helados con las frutas pasadas, todas ellas son buenas opciones para evitar desperdiciar los alimentos. "Nos falta el conocimiento de las abuelas, somos unos incultos culinariamente hablando, pero siempre podemos buscar y prever qué hacer con lo que sobre antes de cocinar", aconseja también el experto.

Autoconocimiento, usar el congelador, planificar las reuniones y otros consejos

Son varios los consejos que pueden ofrecerse para reducir el desperdicio de alimentos de cara al verano, como recuerda la portavoz de la ONG Enraíza Derechos, Laura Martos. Pero el principal, sin duda, es "saber lo que estamos tirando". "Muchas veces no somos conscientes", explica a RTVE.es, y solo reconociéndolo se puede poner una solución al problema.

Recomendaciones como usar el congelador para conservar las comidas y planificar el menú de la semana son algunas de las más populares, aunque, en verano, también cobra importancia para no despilfarrar comida organizar lo mayor posible las reuniones familiares y las escapadas al campo o a la playa. En ese sentido, es útil calcular de antemano las raciones adaptadas a la edad y al apetito del momento.

Además, añade la experta, prestar atención a la cadena de frío, a las etiquetas y fechas de caducidad y comprar menos cantidad para evitar que el calor estropee los alimentos son indispensables en esta estación. Y, si se sale a comer, no hay que tener verguenza de pedir las sobras en un envase para llevar

Un problema global que ahora tiene un proyecto de ley en España

Aunque no todos los países participen por igual, el desperdicio de alimentos es un problema global y en todas las estaciones del año, valora Martos. De hecho y según el Índice de desperdicio de alimentos 2021 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en 2019 se tiraron alrededor de 931 millones toneladas de comida en todo el mundo. Del total, más de la mitad de los desechos procedían de los hogares, un 61%.

Aparte del desperdicio económico que esto supone, también tiene consecuencias medioambientales. La ONU estima que tirar alimentos a la basura está asociado a entre el 8% y el 10% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Una de las razones por las que España, donde en 2020 cada casa despilfarró unos 26,2 millones de kilos a la semana, ahora ha aprobado un proyecto de ley.

Este martes, el Gobierno ha impulsado un texto pionero en la Unión Europea que obliga a todos los agentes de la cadena alimentaria a disponer de un plan de prevención de este desperdicio. Quienes no presenten dicho plan, serán sancionados con multas de entre 2.000 y 60.000 euros, pero podrían llegar hasta los 500.000 euros para los reincidentes.

La norma, que comenzará el trámite parlamentario y podría entrar en vigor el 1 de enero de 2023, también obligará a los bares y restaurantes a ofrecer gratis a los clientes las sobras.