Enlaces accesibilidad

El Banco de España avisa del riesgo de impago de 94.000 millones en créditos

  • Más de 61.000 millones eran préstamos a empresas y algo más de 31.400 millones correspondían a créditos a familias
  • Ese riesgo de impago no solo afectará a los bancos sino al propio Estado por el respaldo a los créditos del ICO

Por
Una persona durante la compraventa de una vivienda
Una persona durante la compraventa de una vivienda

El Banco de España ha pedido este miércoles a las entidades financieras que no liberen las provisiones dotadas a lo largo de la pandemia ante la incertidumbre sobre la evolución de la morosidad, pues advierte de que el sector tiene un volumen de préstamos de 94.000 millones de euros en riesgo de impago, un 14 % más, que podría afectar no solo a los bancos sino al propio Estado por el respaldo a los créditos del Instituto de Crédito Oficial (ICO) durante la pandemia.

A finales de 2021 las entidades españolas tenían ese montante en "vigilancia especial", esto quiere decir que muestran una mayor probabilidad de convertirse en morosos que el resto de créditos que están al corriente de pago. De esos 94.000 millones, más de 61.000 millones eran préstamos a empresas, y algo más de 31.400 millones correspondían a créditos concedidos a familias, según ha detallado el director de Estabilidad Financiera, Regulación y Resolución del Banco de España, Ángel Estrada.

Además, en los últimos meses los préstamos refinanciados crecieron, en muchos casos por los propios créditos avalados por el ICO, que pasaron a tener un periodo de carencia mayor y sigue estando la duda de cómo evolucionarán a medida que terminen, lo que sucederá en la mayoría de casos desde ahora y hasta septiembre.

Por el momento, de la financiación concedida por los bancos con avales del Estado durante la pandemia, hay ya 3.000 millones impagados, lo que supone una tasa de morosidad del 3,5 %, pero en vigilancia especial se encuentran unos 17.900 millones de préstamos con avales del ICO, más del 20,2 % del volumen concedido. Ese riesgo de impago, en el caso de materializarse, no solo afectará a los bancos sino al propio Estado por el respaldo de cada operación, lo que provocará un aumento tanto de la deuda como del déficit público al asumir esas pérdidas.

Atención al incremento de los precios de la energía

A esta delicada situación también podría contribuir el aumento de los precios de la energía registrado en 2021 y en la parte transcurrida de 2022, sobre todo en las deudas de los hogares de rentas bajas. Según alerta el Banco de España, las consecuencias económicas de la guerra en Ucrania intensificarán y prolongarán el aumento que venía observándose en los precios energéticos y de otras materias primas antes de la invasión, lo que afectará a las decisiones de consumo e inversión de familias y empresas y limitará el crecimiento económico.

Además, ha avisado de que si las presiones sobre los costes de las empresas acaban trasladándose plenamente a los precios finales, las mayores demandas salariales podrían desencadenar efectos de segunda ronda de una intensidad notable, lo que se traduciría en un repunte inflacionista más acusado y más prolongado que el anticipado hasta ahora.

"Si bien la moderación de la actividad derivada del conflicto podría reducir las presiones inflacionistas en el medio plazo, la magnitud y persistencia del incremento de la inflación ya observado en el corto plazo aumenta los riesgos de materialización de los efectos de segunda ronda sobre los salarios y sobre los márgenes empresariales", advierte el organismo en su informe.

Aunque la exposición directa comercial y financiera de España a Rusia y Ucrania es muy reducida, el Banco de España recuerda que algunos de los principales socios comerciales en la UEM están más expuestos a ambos países, por lo que una caída de su demanda podría lastrar las exportaciones españolas. En sentido contrario, otros factores actuarán de soporte para el crecimiento económico, como la liberación parcial de la bolsa de ahorro generada por las familias durante la pandemia, el desarrollo de los proyectos vinculados al 'Next Generation EU' (NGEU) y cierta normalización de los ingresos turísticos.

"Hay que ser prudentes y no liberar provisiones"

Ante esta realidad, desde el organismo supervisor se insiste en la importancia de que los bancos no liberen las provisiones dotadas durante la pandemia para hacer frente a ese previsible aumento de la morosidad. "Hay que ser prudentes y desde luego no liberar provisiones", ha dicho el experto, que advierte de que la situación macrofinanciera ha seguido mejorando, pero aún persisten riesgos sobre la evolución de la pandemia, la elevada y persistente inflación y ahora también el riesgo geopolítico por la invasión rusa de Ucrania.

El Informe de Estabilidad Financiera del Banco de España publicado este miércoles también señala entre las vulnerabilidades para el sector financiero el elevado nivel de deuda pública, la debilidad de ciertos sectores de empresas y hogares y de la capacidad de intermediación financiera.

Por su parte, el mercado inmobiliario en España, a diferencia de otros países, todavía no da señales de preocupación, aunque se observa un cierto sobrecalentamiento en los precios que podría tener su origen en los bajos tipos de interés de los últimos años y, ha explicado, quizá más recientemente, en el incremento de los materiales de construcción. Precisamente este miércoles se ha publicado el dato de la firma de hipotecas de viviendas en febrero: subió un 14,6 % y encadena 12 meses de ascensos.

Con todo, en lo que respecta al conocido como test de estrés, el supervisor ha decidido en esta ocasión medir la capacidad de resistencia del sistema financiero a dos escenarios -adverso y severo- en el que aumentarán aún más los precios de las materias primas energéticas y los cuellos de botella, lo que tendría efectos sobre la inflación y el crecimiento de la economía. La conclusión es que el sector bancario, de forma agregada, resistiría a estos improbables escenarios, aunque el impacto sobre la ratio de capital CET1 sería de 1,8 y 3 puntos porcentuales en el adverso y el severo, respectivamente.