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Coronavirus

Enfermos crónicos, la pandemia de nunca acabar

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Se estima que en España existen aproximadamente nueve millones de pacientes crónicos.
Se estima que en España existen aproximadamente nueve millones de pacientes crónicos.

Uno de los colectivos más perjudicados por la pandemia ha sido el de los pacientes crónicos, que han visto cómo la irrupción en tromba del nuevo virus deterioraba los tratamientos que estaban recibiendo y su calidad de vida. Los recursos sanitarios se han enfocado mayoritariamente a la contención de la COVID-19 y la atención de sus millones de afectados, por lo que las terapias de estas personas que ya convivían con una enfermedad permanente se han visto relegadas a un segundo plano.

Después de casi un año y medio de pandemia, casi la mitad de los pacientes crónicos (un 42,9%) ha experimentado un cambio negativo en su salud, según refleja el Estudio del Impacto de la COVID-19 en las personas con enfermedad crónica, realizado por la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP) y cuya tercera entrega ha sido presentada recientemente. Así, el 31,2% de los encuestados ha manifestado un agravamiento de sus enfermedades crónicas, mientras que un 11,7% ha sufrido una nueva sintomatología totalmente diferente a la manifestada por sus síntomas cronificados.

La situación prolongada de emergencia sanitaria ha pasado inevitablemente factura a estos pacientes, que han tenido que sufrir más que nadie el desgaste de servicios básicos como la atención primaria, la encargada de llevar a cabo el seguimiento más cercano de sus dolencias. Pero la precariedad de este colectivo no se remonta únicamente a los primeros meses de 2020, cuando irrumpió el SARS-CoV-2. "La asistencia a la cronicidad ya era deficitaria antes de la pandemia, que solo ha hecho que agravarla", expresa Carina Escobar, presidenta de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes.

El perfil del participante durante la tercera fase de este estudio, realizado entre el 18 de mayo y el 14 de junio de 2021, corresponde a una persona con enfermedad cardiaca (25,5%), EPOC (11,7%), enfermedad mental (10,3%), artrosis (8,7%) y diabetes (5,1%); aunque también se han incluido muchos otros pacientes con todo tipo de dolencias crónicas.

Exceso de consultas telefónicas

Según denuncian desde la Plataforma de Organizaciones de Pacientes, el deterioro de la calidad asistencial se ha reflejado en aspectos como que las consultas presenciales hayan caído en picado, sustituidas por la vía telefónica o telemática. Cuando se presentaron los síntomas, tres de cada cuatro pacientes (74,3%) optaron por contactar telefónicamente con el centro sanitario, obteniendo, en su mayoría, una programación de consulta telefónica posterior (56,5%). Solo uno de cada diez participantes consiguió una programación posterior de consulta presencial (10,9%); mientras que únicamente a uno de cada quince le atendieron el mismo día o en ese momento tras contactar por teléfono con su médico de referencia.

Durante esta tercera y definitiva fase del estudio, el seguimiento asistencial se realizó de manera telefónica o telemática en el 37% de los pacientes, incrementando 10 puntos porcentuales respecto a la fase anterior (27,5%). ​Solo el 14,7% de los pacientes han tenido una consulta presencial en este último periodo estudiado, lo que denota la lentitud en la recuperación de la asistencia anterior a la pandemia.

La menor calidad de la asistencia también ha sido criticada desde el colectivo médico. "Hay que estar cerca del paciente, verlo y tocarlo para asegurar una atención de calidad", ha asegurado Enrique Guilabert, tesorero del Consejo General de Colegios de Médicos de España, que ha participado en un debate virtual con motivo de la presentación del informe, y ha pedido que se tenga "cuidado" con el exceso de telemedicina, a pesar de que "está muy bien para determinados aspectos, como restar tiempo de burocracia para poder dedicarlo a los enfermos".

Guilabert ha abogado por que haya "hospitales específicos para atender COVID-19, en todas las autonomías", de tal forma que "los enfermos crónicos no se vean afectados por posibles futuras olas". "Esto va a seguir y no sabemos cómo va a ser en el futuro [...] Es fundamental tener circuitos bien diferenciados, tanto en atención primaria como en hospitales", ha pedido.

En este sentido, Carina Escobar ha expresado que "necesitamos volver a la presencialidad. Combinarla con la telemedicina, pero tenemos que volver a mirar a nuestros pacientes a los ojos". La presidenta de la POP ha valorado que los datos del estudio muestran que existe un “grave” problema de continuidad asistencial que el Sistema Nacional de Salud no ha sabido solucionar desde que comenzó la pandemia, por lo que ha pedido “con urgencia” una respuesta conjunta de todos los agentes implicados en la prevención y atención de la cronicidad.

48 días de media para recibir atención

Ante semejante panorama, el grado de insatisfacción con la asistencia sanitaria ha aumentado progresivamente en los distintos periodos analizados por las tres entregas del estudio, hasta el punto de duplicarse; pasando del 28,1% en la primera al 57,2% en la tercera.

El informe también refleja que la pandemia de COVID-19 ha generado un retraso importante en la respuesta sanitaria. La población estudiada ha tenido que esperar una media de 48 días para poder recibir atención tras haberse iniciado la nueva sintomatología, llegándose a prolongar esta situación en algunos pacientes hasta en más de un año (438 días). El valor medio de tiempo transcurrido desde la consulta médica hasta la realización de las pruebas diagnósticas fue de 62,5 días.

De la misma manera, el tiempo medio de espera necesario desde el inicio del empeoramiento o aparición de nuevos síntomas hasta la confirmación del diagnóstico ha sido de 116,9 días.

Durante el año 2021, solo el 31,5% de los pacientes crónicos ha podido continuar el tratamiento en los centros ambulatorios y hospitalarios con normalidad. En cambio, el 44,3% ha sufrido algún cambio como una mayor separación de citas para la administración del tratamiento tanto presencial (42,8%), como domiciliario (1,4%) o el aplazamiento hasta nueva orden (6,4%).

Los crónicos, sin prioridad en la vacunación COVID

Además, desde la Plataforma de Organizaciones de Pacientes destacan que apenas el 43,3% de los crónicos ha recibido una dosis de la vacuna contra la COVID-19, aunque esta ha sido una de sus principales reclamaciones durante toda la campaña. "A pesar de conocer que la inmunidad generada por las diferentes vacunas contra la COVID-19 no impide de forma completa la replicación del virus y que esta respuesta inmune es menor en los pacientes con enfermedades crónicas, hoy en día, se sigue sin priorizar a las personas claramente más vulnerables en la estrategia de vacunación", denuncian desde la POP.

Una reclamación compartida por el sector de la enfermería, que "no entiende" que no se haya priorizado la vacunación de los enfermos crónicos. "No tiene mucho sentido que pacientes vulnerables, con hipertensión, obesidad, diabetes... No hayan tenido prioridad", ha expresado Diego Ayuso, secretario general del Consejo General de Enfermería, quien también ha participado en el debate virtual que ha acompañado a la presentación del informe.

También coinciden los farmacéuticos. "Probablemente una fusion de criterios - de vacunación-, uniendo a otro tipo de pacientes, hubiese sido más eficiente", ha dicho Antonio Blanes, del Consejo General de Colegios Farmacéuticos, y otro de los participantes en el coloquio.

Deterioro de la atención primaria

Respecto al deterioro de la atención primaria, Diego Ayuso ha pedido inversión para poder atender las necesidades urgentes de los pacientes crónicos, ya que, en su opinión, España es uno de los países de la Unión Europea que menos recursos económicos destina al respecto, por lo que ha expresado la necesidad de aumentar las ratios de enfermeras, cuyo déficit ha estimado en 15.000 profesionales.

FInalmente, Antonio Blanes ha expresado que sería necesario apostar y afianzar la atención farmacéutica domiciliaria, así como la posibilidad de dispensar medicamentos hospitalarios en la farmacia comunitaria, para ofrecer una mayor calidad y agilidad a la atención de los pacientes crónicos.