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Crispación política, desafección ciudadana y crisis del Poder Judicial: tres "virus" que perjudican la salud democrática

  • Varios politólogos consultados por RTVE.es alertan del "desgaste" de la democracia y la "erosión" del Estado de Derecho
  • Coinciden en que, si los líderes políticos no buscan el entendimiento, el "desapego" de la ciudadanía será cada vez mayor

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De "dictador" a "matón": crecen los insultos en las sesiones del Congreso y el Senado

La pandemia ha removido los cimientos de la sociedad de una manera tan violenta que ha sacado a relucir las debilidades del sistema y ha intensificado las dinámicas que “desgastan” la democracia y “erosionan” el Estado de Derecho. Mientras una doble crisis –sanitaria y económica— azota a la ciudadanía, la crispación se adueña del debate político y la desafección crece entre los ciudadanos, incapaces de comprender, muchos de ellos, por qué en el peor momento no hay lugar para el entendimiento.

¿Estaremos abocados al bloqueo de las instituciones? ¿Hemos naturalizado las faltas de respeto en política? ¿Hay vacuna contra la polarización? Esas son algunas de las cuestiones que analizan varios politólogos en una conversación con RTVE.es. Ninguno de ellos se muestra optimista a la hora de valorar el futuro próximo y coinciden en que la política española tendría que dar un giro si, además de frenar la COVID-19, quiere combatir esos otros “virus” que perjudican la salud democrática.

El bloqueo del CGPJ, un mal síntoma

Uno de los síntomas claros es el bloqueo del Consejo General del Poder Judicial, que ha llevado al Gobierno a plantear una controvertida reforma que, incluso, ha recibido un toque de atención de la Comisión Europea.

“A mí me parece una reforma enormemente negativa. Yo comprendo que el comportamiento de Partido Popular ahora mismo, no pactando, es inaceptable porque no está cumpliendo con su mandato constitucional y tendría que llegar a un acuerdo para renovar ese órgano que lleva caducado dos años. Así y todo, se podría perfectamente impulsar una ley en la cual el CGPJ que estuviera en funciones tuviera muy pocos poderes. Si está caducado, que no puedan hacer nada y que, digamos, ese elemento de chantaje del PP de mantener un consejo que no representa las mayorías actuales se pueda difuminar”, sostiene el politólogo Pablo Simón.

A su juicio, rebajar los umbrales de elección para doce de los veinte vocales que se escogen en corte, como plantea la reforma de PSOE y Podemos, es “enormemente peligroso” porque “en el fondo lo que establece es que sea la mayoría parlamentaria de turno la que vaya a elegir la mayoría de los jueces del Consejo” y, por tanto, la que tenga “capacidad directa” para elegir los principales nombramientos de la cúpula judicial.

El politólogo de la Universidad de Barcelona Jesús Palomar, en cambio, cree que, si bien la reforma no es “la mejor de las opciones”, tampoco es “la peor” salida. Lo que él considera –y en esto discrepa con Simón— es que son los jueces y magistrados quienes deberían elegir a los vocales judiciales.

“Estos nombramientos no deberían existir por parte de un poder legislativo y ejecutivo, no tendrían que pasar por el Congreso. Pero ahora mismo la única solución que veo, más que si la mayoría debería ser más o menos cualificada, es que cuando un magistrado acabe su mandato sea inminentemente cesado”, sostiene Palomar, que cree que el estado de derecho está “herido de gravedad” y teme que la separación de poderes continúe viéndose desdibujada tras la reforma.

“El sistema judicial es un contrapeso clave para la separación de poderes y para tener democracias de calidad. Sabemos que los países que han ido entrando en vías de regresión autoritaria son países que justamente han empezado erosionando su sistema judicial, como Polonia”, apunta Simón.

El ambiente de polarización, caldo de cultivo para los extremismos

La politóloga y profesora de la Universidad Complutense Paloma Román considera que lo que se está viendo en el ámbito judicial es “un ejemplo perfecto de la parálisis política”, que no solo afecta al tercer poder sino también al resto de esferas.

“Los ciudadanos no solo estamos siendo golpeados por una enfermedad terrible que nadie esperaba, sino que además tenemos unos políticos que no tienen control. La salud de la democracia está muy resentida”, subraya Román, que considera que la única herramienta para salir de lo que define como “crisis política” es el entendimiento. Y a esa meta, recuerda, no se llega sin diálogo.

Incluso la OMS ha llegado a advertir a España de que en la gestión de una crisis que se cobra vidas no pueden tener cabida los enfrentamientos políticos, pero la incapacidad para alcanzar acuerdos es cada vez más palmaria. Hay un marcado interés entre los dirigentes por hacer visibles las discrepancias para sacar rédito político y eso solo conduce, advierten los politólogos, a una sociedad cada vez más fragmentada que, o bien pierde el interés en la política, o bien se sube al barco de los extremismos.

“Este es el caldo de cultivo perfecto para que salga algún listo que crea que es el salvador y se nos acabe la democracia”, advierte Román, preocupada por una situación que, dice, es “crítica”.

España a las 8 Fin de Semana - La OMS afirma que las discrepancias políticas generan muertes - Escuchar ahora

Se están forzando las "costuras" del sistema

Los expertos afirman con rotundidad que los partidos no están “a la altura” a día de hoy, aunque hace tiempo que mandaban señales sobre una creciente polarización que también ha derivado en un cuestionamiento del sistema y una pérdida de confianza en las instituciones. Y no es la pandemia la que ha despertado la crispación o la falta de entendimiento, puntualizan. Simplemente, ha hecho más visibles y más agudos lo que Román describe como “tumores” del sistema.

“Ahora es cuando se están poniendo de relieve también otros problemas serios de gobernanza y cuando se ve que nuestro sistema administrativo no es lo suficientemente ágil. Hay problemas para generar datos y no hay un buen ensamblaje entre los niveles de gobierno, y luego, desde la perspectiva de la normativa, hay una percepción de que a la hora de la verdad nuestro sistema jurídico se está tensionando. Estamos forzando las costuras del sistema sin que haya nunca instrumentos jurídicos claros para que se adapten a las normas que requiere la gestión de la pandemia”, dice Simón, que también alude al uso recurrente del real decreto ley como “vía para sortear al Congreso”.

Por otra parte, la sensación de indefensión también está fomentando que cada vez más personas abracen opciones extremas o sean “carne de cañón” para las ‘fake news’.

La crispación se está "normalizando" y da paso a "dinámicas peligrosas"

A esto se suma otro hecho que evidencia la degradación de la política española: las sesiones en el Congreso y en el Senado son cada vez más broncas. Se ha producido un embrutecimiento del lenguaje en los discursos e intervenciones políticas que a menudo deriva en insultos, desplantes o tuits desmedidos que ya forman parte de lo cotidiano. Lo peor, lamentan los expertos, es que esa crispación se ha "normalizado".

Respecto a esto último, Simón alerta de la existencia de dos “dinámicas peligrosas”. Una de ellas es la “deslegitimación” del que gobierna, que “abre la puerta a los fantasmas” y a la siguiente lógica: ‘Si Sánchez es un dictador, habrá que hacer lo que haga falta para desprenderlo del poder’”.

La otra tendencia tiene que ver con la polarización y consiste en la creación de dos grupos antagónicos, el 'ellos' y el 'nosotros'. “Esto supone que los míos cuando hacen algo siempre lo hacen bien y si lo hacen mal es porque tenían buenas intenciones y simplemente se equivocaron. En cambio, los de enfrente todo lo hacen mal. El resultado es que no existe rendición de cuentas, no controlamos al Gobierno porque pensamos que el que está al otro lado es peor”, explica Simón.

Hay quienes podrían deducir de lo vivido en la última legislatura que el multipartidismo es el causante de esta polarización, pero los politólogos aseguran que este modelo con tan poca trayectoria en nuestra democracia no es el culpable del “despropósito” actual. Es más, la pluralidad sería muy beneficiosa, afirman, de no ser porque los políticos no aceptan que hayan cambiado “las reglas del juego”.

La gente siente que está viendo un partido de tenis, con la cabeza de un lado para otro

“La gente siente que está viendo un partido de tenis, con la cabeza de un lado para otro, y esto es fruto del proceso que llevamos alargando durante mucho tiempo en la democracia, que es el estar constantemente proyectando la sombra de duda sobre el otro. Esto hace que interioricemos que no te puedes fiar ni de uno ni del otro y esta tendencia hacia la desafección absoluta con respecto a los políticos quizá ya sea irrecuperable”, dice Román.

Además, cuando hay en el horizonte unas elecciones –las catalanas— y una moción de censura haciendo “ruido” –la de Vox contra el Ejecutivo- el ambiente, agrega Román, “se recrudece”.

Propuestas de los politólogos para que la política recupere "cierta racionalidad"

Este es el escenario desde el que España trata de hacer frente a una crisis “total” que ni siquiera ha terminado de asomar la cabeza. Hay poca cabida para el optimismo entre las palabras de los politólogos, aunque todos coinciden en que solo hace falta voluntad política para revertir una tendencia que debilita día tras día el Estado democrático.

Simón considera que para “recuperar cierta racionalidad” los líderes tienen que centrarse en “cuestiones concretas”, que son las que menos dividen a la sociedad, y forzar que haya “espacios de consenso”. En esa misma línea, Román insta a los dirigentes a retroceder “en el nivel de escalada de conflicto”, mientras que Palomares opina que sería buen momento para promover una “reforma global” de la Constitución.

“En el 75 alguien dijo que había que hacer algo democrático e hicieron una Constitución entre diferentes. Nunca más se han sentado para hacer algo en conjunto. Esta sería ahora una buena solución con la ventaja de que llevamos 40 años y hemos visto que hay muchos errores de sistema. Hay que actualizar nuestro 'sistema operativo'”, opina.