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La herida social que ETA dejó en el País Vasco: "La paz no es solo ausencia de violencia"

  • Además de los casi 900 muertos, ETA convirtió en víctima a todo un pueblo
  • Los expertos ponen en valor la "cicatrización colectiva" del dolor
  • Abogan por eliminar los reductos de legitimación de la historia violenta
  • La sociedad vasca ha ido evolucionando en paralelo a las fases de ETA
  • ETA fue el principal problema de los españoles, hoy no aparece en el CIS
  • La banda ha anunciado en una carta que "disuelve todas sus estructuras"

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Imagen de archivo de una pintada con el logotipo de ETA
Imagen de archivo de una pintada con el logotipo de ETA

La paz no es solo la ausencia de violencia y de terror. La paz no es solo el fin de las bombas, los tiros en la nuca, la amenaza y la extorsión. También es alcanzar la verdad, la justicia y la reparación a través de la cicatrización de las heridas colectivas. La paz es la convivencia tranquila y el fin definitivo de la fractura social.

Son argumentos compartidos por historiadores, investigadores, expertos en terrorismo, víctimas y la amplia mayoría del espectro político y social del País Vasco y que vuelven ahora con fuerza ante el final definitivo de ETA. Conceptos como la superación del dolor compartido, la educación por la paz, la memoria de las víctimas y la justicia y dignidad en el relato tomaron un especial protagonismo en Euskadi a partir de 2011, cuando la banda terrorista anunció el "cese definitivo de su actividad armada". Ahora se retoman ante su epílogo para referirse a un pueblo marcado bajo un impacto psicológico que aún perdura.

Además de los casi 900 muertos y más de 6.000 heridos, ETA convirtió en víctima a todo un pueblo, el vasco, que aún trata de borrar odios y temores. Medio siglo después de su nacimiento, su huella sigue presente.

Imagen de 2005 del municipio navarro de Goizueta

Imagen de 2005 del municipio navarro de Goizueta REUTERS/Pablo Sanchez

"Desde que ETA dejó de matar, Euskadi ha tratado de seguir adelante. Una gran mayoría de la sociedad ha optado por mirar al futuro, lo que tiene una parte positiva porque impulsa a la normalización en la convivencia, pero conlleva el riesgo de no pasar página de la forma adecuada", señala en una entrevista con RTVE.es el director general de Derechos Humanos, Convivencia y Cooperación del País Vasco, Jonan Fernández, que pone de manifiesto la importancia de las "iniciativas reparadoras colectivas".

En su opinión, los vascos aún están "en proceso de curación" y para ello es "necesaria" una memoria "crítica y plural" con el pasado y la reparación del dolor de las víctimas. Alerta de que sin un cierre adecuado de las heridas tanto individuales como colectivas, puede haber "brotes futuros de violencia".

Cree que los menores de 35 años que viven en Euskadi "no sienten el problema como propio" y que las generaciones que han vivido el terror etarra necesitarán "por lo menos" una década más para la superación de lo que ETA ha significado en sus vidas.

"Si no se cierra adecuadamente el ciclo, los fantasmas siguen"

"Reconocimiento" y "conocimiento" son las dos bases sobre las que se asienta la cicatrización, a juicio de Antonio Rivera, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco. Considera "necesario" el reconocimiento por parte de ETA y de todo su entorno de que "no solo matar, secuestrar y extorsionar fue un error, sino que lo fue todo su proyecto totalitario y antidemocrático" y cree "imprescindible" el conocimiento por parte de toda la sociedad sobre "qué pasó, cómo pasó, quién lo justificó y por qué se mantuvo vivo durante tantos años". "Si no se cierra adecuadamente el ciclo, los fantasmas siguen", afirma.

El historiador asegura que ETA está "muerta" desde hace años y ahora, con su anuncio de disolución total, solo pretende una "escenificación" lanzando dos mensajes "muy difíciles de conjugar". "Por un lado, tiene que ofrecer ese cierto perdón para quitarse la mochila de un pasado negro y, por otro, tiene que dar un mensaje a su parroquia", señala a RTVE.es Rivera.

Cree que ETA seguirá "legitimando" sus actos "ante sus casi 300 presos y los que han dado la vida por la banda". "No se permiten decir a los suyos que todo se hizo por nada y que simplemente nada les da la razón", concluye.

En esa ambivalencia enmarca el comunicado de ETA, con un perdón a medias que indignó a las víctimas, y en el que la banda, en su opinión, insiste en esa estrategia de "difuminar y confundir el pasado", manteniendo vivos "conceptos sempiternos" que buscan situar al pueblo vasco como "víctima histórica por excelencia". En el comunicado, ETA dice haber "heredado" la violencia del "bombardeo de Gernika", habla de "conflicto histórico y político" e insta a "todos" a reconocer sus "responsabilidades".

ETA pide perdón y reconoce su "responsabilidad directa" en el "sufrimiento desmedido"

Convivencia en paz pese a los homenajes a etarras

El investigador e historiador Raúl López Romo, autor del informe 'Los contextos históricos del terrorismo en el País Vasco. La consideración social de las víctimas', asegura que la "normalización total" en el País Vasco vendrá "cuando no se mire a nadie mal o se agreda directamente por llevar una camiseta de la Selección Española de Fútbol". "En determinados ambientes y pueblos aún es difícil", lamenta.

Aboga por contribuir a "deslegitimar" la violencia en esos espacios donde encuentra cierto apoyo y comprensión. En algunos puntos de Euskadi se brindan recibimientos a los presos etarras cuando salen de prisión, homenajes a los 'gudaris' (militantes de ETA) y partidos de fútbol honoríficos. Los carteles y pintadas a favor de los presos siguen en el día a día de los vascos.

Pintadas a favor de ETA.

Pintadas a favor de ETA. EFE

Con cinco muertos a sus espaldas, el etarra Javier Balardi Ibarguren fue recibido por decenas de personas como un héroe en San Sebastián en enero de 2017. Las asociaciones de víctimas han denunciado estos actos de bienvenida en el País Vasco y en Navarra. Solo el año pasado, según el Colectivo de Víctimas del Terrorismo del País Vasco (Covite), se produjeron más de medio centenar de homenajes a etarras.

El historiador Antonio Rivera destaca que ETA ya no está en la vida común de la mayoría de los vascos: "Era importante en la medida en que aterraba". Y ve "casi extirpadas" de las calles de Euskadi las expresiones de "rencor y odio".

Por su parte, el secretario general de Derechos Humanos del País Vasco asegura que desde 2011 el giro de la sociedad ha sido "copernicano" y, aunque reconoce casos aislados, denomina como "pacífica" la convivencia.

Iniciativas de memoria, reparación y cicatrización de las heridas

El investigador López Romo considera necesarias las iniciativas de memoria colectiva "para no olvidar" con el objetivo claro de "no repetición". Y pone como ejemplo a seguir en España, y especialmente en el País Vasco, las políticas de reconocimiento del daño causado y memoria histórica desarrolladas en Alemania en relación al Holocausto nazi por su "rigor" y "honestidad".

Es el responsable de Educacion del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, con sede en Vitoria, que desarrolla su actividad bajo el amparo de la Ley de Reconocimiento y Protección Integral a las Víctimas, aprobada con un amplio consenso político en 2011.

Entre los "cimientos intelectuales" del Memorial está la contextualización de la historia del terrorismo, la narración de las víctimas, las características de los victimarios y de sus entornos de apoyo y las actitudes sociales en relación a la violencia a lo largo del tiempo, sin esquivar cuestiones paralelas como el terrorismo de Estado y las torturas demostradas judicialmente a presos y detenidos etarras.

"Meditar sobre lo que pasó es deber de todos". La cita de Primo Levy sirve de base para el trabajo de este centro que abrirá sus puertas este 2018 y que contará con una exposición permanente que incluirá una reproducción a escala real del zulo en el que ETA tuvo secuestrado durante 532 días al funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara.

El Gobierno vasco, además, trabaja desde hace años con diferentes programas como el que ofrece testimonios directos de víctimas y familiares de asesinados en la aulas como "experiencia educadora de solidaridad, empatía y dignidad humana".

Las fases de la sociedad vasca paralelas a ETA

ETA sigue siendo una pesadilla recurrente para la sociedad vasca. Una comunidad que durante el último medio siglo ha evolucionado en paralelo a las fases vividas por la banda, según los historiadores Antonio Rivera y Raúl López.

Destacan así un primera etapa desde el inicio de ETA, durante la dictadura franquista, hasta bien entrados los años 90 en la que "mucha gente miraba a otro lado" e incluso "justificaba a los victimarios", bien por convencimiento, bien por miedo. La banda sentía un respaldo social que López llega a cuantificar en torno a un 20% de los vascos. "Las calles parecían suyas", dice.

En definitiva, esas "complicidades, ambigüedades y omisiones" que recientemente reconocían los obispos del País Vasco, Navarra y Bayona, y por las que que pedían perdón, décadas después.

A mediados de los 90 arranca lo que denominan la "socialización del sufrimiento y del terror" y cambia para siempre la visión de la banda en Euskadi. "El vasco de a pie empieza a pensar que él puede ser la víctima y, lejos de aumentar el miedo, se empieza a gritar fuerte 'Basta ya'", explica Rivera: "ETA se ahorca en su propia corbata al forzar a los ciudadanos a tomar partido. El resultado de su estrategia fue pésimo para ellos".

A partir de este momento "ETA y su mundo se van reduciendo y la mayoría social en su contra se va agrandando con gestos en su contra cada vez más masivos". Los dos expertos en terrorismo sitúan como claros puntos de inflexión en cuanto a la respuesta social el asesinato del magistrado, profesor y expresidente del Tribunal Constitucional Francisco Tomás y Valiente, en 1996; y el secuestro y posterior asesinato del concejal del PP de Ermua Miguel Ángel Blanco, que marcó un antes y un después en la historia de ETA y en la visión de la banda no solo en el País Vasco, sino en toda España.

Los años posteriores significaron una lenta y gradual desafección total hacia ETA con un amplio rechazo social al empleo de la violencia para hacer política, alcanzando cotas elevadísimas incluso en la propia izquierda abertzale.

ETA, fuera de la cabeza de los españoles

La curva descendente de ETA obtiene un claro reflejo demoscópico también en el ámbito nacional. ETA siempre fue una de las principales preocupaciones de los españoles desde 1985- primer año en que el Centro de Investigaciones Sociológicas comienza a cuantificar la percepción de los problemas ciudadanos- hasta 2010, alcanzando picos muy altos y situándose como la mayor preocupación de los ciudadanos en diferentes periodos, la mayoría coincidentes con el fin de las treguas para volver a matar.

El último año en el que la banda fue citada como principal problema, por encima del paro, fue en 2007. ETA había roto su tregua con el atentado en la T4 del aeropuerto de Barajas el 30 de diciembre de 2006, en el que fallecieron dos personas, y el miedo volvía a apoderarse de la sociedad.

Tras el anuncio de cese de la actividad, en 2011, la preocupación cae de golpe y en 2012 se desploma hasta el puesto 16. En febrero de 2016 y por primera vez en la historia, ninguno de los encuestados cita a ETA como problema. Nadie.

ETA ya no está en la cabeza de los españoles y, aunque no con tanta contundencia, tampoco preocupa ya a los vascos en su día a día, según marcan los indicadores de las encuestas autonómicas.

Los expertos entrevistados coinciden en que la vuelta instantánea de la organización terrorista a la actualidad informativa removerá a la sociedad, sobre todo a las víctimas directas de los atentados, secuestros y amenazas. No tienen mucha esperanza en que la banda ayude a un "cierre digno" y creen que trata de imponer un "relato" basado de la existencia de dos bandos y una guerra.