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"Nos hacía mucha falta", el Gordo se reparte en el barrio de Arganzuela de Madrid

  • Los propietarios de la administración apenas llevan tres meses en la oficina
  • El dueño del bar vecino tenía un décimo premiado, pero mañana volverá a abrir
  • Muchos agraciados se acercan a la administración para agradecer la suerte

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Elena, de 42 años, celebra un décimo del Gordo premiado con 400.000 euros
Elena, de 42 años, celebra un décimo del Gordo premiado con 400.000 euros

El paseo de la Esperanza, en el barrio de Arganzuela, no podrá cambiar su nombre después de que este 22 de diciembre haya repartido íntegramente el Gordo de la Lotería, el 66.513. La suerte aunque vaya por barrios, como siempre se dice, en este caso tenía la cruz también en el vecindario. El bar Los ojos Negros, a 500 metros de la adminisración 32, lo tenía el año pasado,...pero no este.

El que estaba predestinado era el lotero Agustín Ramos, que se hacía cargo de la oficina hace apenas tres meses y triunfaba con un número terminado en 13.

Jose Luis, de 40 años, dueño del bar de al lado lo compró de rebote, confiesa. Y luego vio que era un 13 y pensó que encima ya tenía otro. Otro año sin rascar premio a pesar de gastar cada Navidad entre 400 y 500 euros. "Yo ya estaba un poco desilunionado con la Lotería la verdad, nunca toca", reconoce.

José Luis ofrecía a sus clientes el 78365 que, del que todavía cuelgan ocho décimos entre botellas de coñac. El bar Barrio es como su nombre, de clientes conocidos, de tapas con su butifarra encebollada con patatas y de caña. José Luis cuenta, entre resoplidos para no desatender a la parroquia, que abrirá igual mañana a primera hora, a las siete: "Un décimo no da para dejar de trabajar".

José Luis, dueño del Bar Barrio

José Luis, dueño del Bar Barrio noticias

"Así no puedo trabajar"

Pero hoy tenía que echar la persiana, "así no puedo trabajar", decía, "ahora me voy a por el niño a la guardería y a celebrarlo con mi mujer. "Que alegría". decía una clienta, "¿el niño lo sabe ya?". Y José Luis le contestaba: "no le hace falta saberlo, es un niño".

Marian, empleada de banca de 37 años, sin embargo había dejado su oficina para decírselo a su madre en persona. "Es mayor, no le podía decir por teléfono que nos ha tocado el Gordo". Lo comparte también con la hermana y estaba esperando a que llegase, aunque tenía previsto volver a su puesto de trabajo esta misma mañana. Y eso que además está embaraza. "Menuda ilusión me ha subido", confiesa, echándose mano a la barriga.

A pocos metros, Elena sí que desbordaba ilusión, de esa que te saca las lágrimas cuando estás poco acostumbrado a que te sonría la suerte. Jugaba un décimo que le sabe a gloria en un hogar con los dos en paro. "Lo voy a compartir mucho, con mucha gente que me ha echado una mano", aseguraba sin embargo. Abría una botella de cava que le habían acercado y apenas ponía atención en la celebración, emocionada por el momento. "Nos hacía mucha falta", confiesa, después de que su marido se quedase en paro hace dos años y montase una pastelería que quebró.

"Para tapar agujeros"

Mari Ángeles tampoco podía ocultar que el premio que le había llovido le hacía falta. El número lo jugaba habitualmente su marido con dos amigos. "Para tapar agujeros", repetía, "para tapar agujeros". Es una de las frases habituales de este día, pero ella contaba que había estado en paro 15 años hasta que puso una frutería. "Ahora hay muchas cosas que pagar", aunque casi todo lo que le salía tenía que ver con solucionarle la vida a su hija, que está estudiando en la universidad.

También abrumado por la lágrimas, Vicente no sabía cómo contarlo. "Me conoce todo el barrio, reparo las calderas por aquí por la zona". Vestido de faena atendía al móvil como podía. El llanto se le acabó de escapar cuando un grupillo de vecinos le cantaba: "Te lo mereces, te lo mereces".

Los loteros de Madrid que han repartido el Gordo: "Se ha vendido a gente trabajadora, normal y corriente"

A ellos no les había tocado nada. Julián, de 62 años, contaba que le habían hecho tres o cuatro llamadas. "Oye que ha tocado enfrente de tu casa". "Pues no llevaba nada", les contestaba resignado. Dice entre risas que compra lotería ya por comprar, y la reparte entre la familia.

Aunque Julián no ha tenido hoy fortuna, el 66.513 ha llegado muchos en un barrio con solera y muy rehabilitado. Como narraba el lotero con suerte "se ha vendido a gente trabajadora, normal y corriente".