La crisis de Burundi, en siete claves
- La renovación del presidente para un tercer mandato ha desencadenado las protestas
- Nkurunziza, en el poder desde 2005, sufrió un golpe de Estado fallido en mayo
- Su deriva autoritaria genera un creciente rechazo dentro y fuera del país
- Desde abril han muerto decenas de personas y más de 120.000 han huido
En las últimas semanas, Burundi sufre una grave crisis política con manifestaciones casi diarias y un fallido golpe de estado contra el régimen de Pierre Nkurunziza y su aspiración a un tercer mandato presidencial.
Estas son algunas claves de la crisis:
1.- Autoritarismo creciente
Tras una larga guerra civil, Pierre Nkurunziza se convirtió en presidente en 2005 como líder de la CNDD-FDD, formación política heredera del principal grupo rebelde de aquel conflicto.
Desde entonces, el desarrollo de uno de los cinco países más pobres del mundo se ha visto lastrado por la corrupción. En 2010, el dirigente del principal partido de los hutus renovó su mandato en unas elecciones boicoteadas por la oposición, que ya entonces denunció su deriva autoritaria. En su último informe anual, Amnistía Internacional denunció que en 2014 “se intensificó la represión a los disidentes” y documentó numerosas violaciones de los derechos humanos. Según Human Rights Watch, además desde finales de 2013 se venía produciendo una escalada de tensión entre el régimen y el principal partido opositor, el MSD.
La intención del jefe del Estado ser reelegido para un nuevo quinquenio gracias a una polémica interpretación de la ley ha rebasado la paciencia de buena parte de la sociedad que ya se refiere a Nkurunziza, de 51 años, como un “dictador”.
2.- El tercer mandato
Nkurunziza, en un acto en Ciudad del Cabo en 2008. Fuente: World Economic Forum / Eric Miller
La Constitución de Burundi impide a un presidente presentarse a más de una reelección. Sin embargo, Nkurunziza consideraba que su primer mandato no debía tenerse en cuenta en ese cómputo porque fue por elección parlamentaria y no por sufragio universal. El Parlamento debatió en marzo una reforma constitucional para aclarar la cuestión en favor de Nkurunziza y lo rechazó, a pesar de lo cual el exlíder rebelde reafirmó sus planes y fue nombrado candidato el 25 de abril, lo que dio origen inmediatamente a manifestaciones de rechazo.
El 5 de mayo, en medio de fuertes tensiones y con denuncias de amenazas de muerte y huida de varios magistrados, la Corte Constitucional validó la candidatura de Nkurunziza para las presidenciales, previstas inicialmente para finales de junio y ahora retrasadas.
3.- Las manifestaciones diarias
La reacción del Gobierno a las protestas fue contundente y empezó por la detención preventiva de activistas que llamaron a manifestarse a los que acusó de subversión. Además, se cortaron las redes sociales y servicios de mensajería y se cerraron medios privados. Con todo, varios cientos o miles de personas (según las fuentes) desafiaron la prohibición y la violenta represión de la policía casi a diario desde entonces en la capital Bujumbura.
A comienzos de junio, Cruz Roja contabilizaba 21 muertos, entre ellos al menos un líder opositor (Zedi Feruzi), y más de 500 heridos. Otras fuentes doblan esas cifras. Ademaś, hay un número indeterminado de detenidos, algunos de los cuales son acusados de “terrorismo” por las autoridades.
Además, numerosas fuentes consideran responsables de muchos ataques a las juventudes del CNDD-FDD (denominadas Imbonerakure) convertidas en grupo paramilitar.
Un soldado dispara a los manifestantes en Bujumbura el 25 de mayo. REUTERS/Goran Tomasevic
El 3 de junio, 17 organizaciones políticas firmaron un manifiesto conjunto en el que afirmaban estar dispuestas a dialogar con el Gobierno sin condiciones previas aunque ratificaban su exigencia “innegociable” de que Nkurunziza renunciase al tercer mandato y su determinación de seguir manifestándose.
En esa misma fecha Bujumbura se encontraba por primera vez en más de dos meses bajo control casi absoluto control de las fuerzas de seguridad (tan solo se señalaron manifestaciones en un barrio), aunque por el contrario las protestas se extendían por algunas provincias, según AFP. Algunos manifestantes en la capital no ocultaban su cansancio y otros vecinos el hastío también por el vandalismo de algunos participantes o infiltrados en las protestas.
4.- El ejército y el fallido golpe de Estado
Burundi se sumió en los años 90 en una guerra civil tras la rebelión hutu contra la minoría tutsi que controlaba completamente el Ejército. Al término de esos 12 años de contienda que causaron unos 300.000 muertos, las partes acordaron un estricto reparto de miembros y cargos de las Fuerzas Armadas del 50% para hutus y 50% para tutsis, un equilibrio que ha mantenido al país al margen de tensiones étnicas que han continuado en algunos de sus vecinos.
Con todo, otro tipo de tensiones entre los militares estallaron este pasado 13 de mayo cuando el general Godefroid Niyombare lideró una asonada aprovechando el desplazamiento de Nkurunziza a Tanzania. Justificó su acción precisamente por la decisión “inconstitucional” del mandatario de postularse a un tercer mandato. 48 horas después, él y otros cinco generales que en principio lideraron el movimiento se rindieron al fracasar la insurrección. Medios locales dieron cuenta de la muerte de al menos cinco militares en los enfrentamientos que se concentraron en torno a los principales emisoras de Bujumbura y varias semanas después sigue sin estar claro el paradero de los golpistas.
No obstante, en los días siguientes a la rendición se presenciaron situaciones de gran tensión en las calles entre diversos cuerpos de las fuerzas de seguridad y del Ejército.
5.- ¿Es un conflicto étnico?
Entre decenas de analistas que han explicado el conflicto en medios africanos y occidentales, casi ninguno explica el conflicto en clave étnica. Tampoco el golpe de Estado tuvo ese carácter pues el general Niyombare es un antiguo compañero de rebelión hutu con Nkurunziza. En las protestas también han participado tanto hutus como tutsis, quienes representan solo un 15% de la población. Con todo, en los últimos meses algunos grupos también han querido reformar la Constitución para reducir los poderes de la minoría tutsi.
Por otra parte, la iglesia Católica, que también goza de reputación por encima de la división comunitaria, se desmarcó del régimen a finales de mayo retirando a sus religiosos de las comisiones electorales provinciales.
6.- Crisis humanitaria y brote de cólera
Además de los heridos y muertos, más de 120.000 personas han huido de la violencia a los países vecinos, la gran mayoría a Tanzania, pero también a Ruanda y la provincia congoleña de Kivu Sur. Muchos burundeses se marchan por segunda vez y se da la circunstancia de que están siendo acogidos en regiones donde buena parte de la población ha estado también refugiada en algún momento en otros países, incluido Burundi. A pesar de esta especial solidaridad de la que atestiguan desde la agencia de la ONU para los refuguiados (ACNUR), los cooperantes advierten de que se enfrentan a grandes penurias.
Además, la situación se ha complicado por un brote de cólera en el campamento de Kigoma (Tanzania) que ha matado a varias decenas de personas. "La situación empeora. A la fecha tenemos 3.000 casos reportados, con un incremento de 300 a 400 cuadros nuevos a diario”, explicó un portavoz de la organizción humanitaria.
Bidones vacíos en el campo de refugiados de Nyarugusu, en Tanzania. Sala Lewis / PLAN INTERNATIONAL via Reuters
7.- Reacción internacional y retraso de las elecciones
Los jefes de Estado de la región del África Oriental pidieron al Gobierno burundés un retraso de las elecciones de "al menos un mes y medio”, aunque no se han pronunciado sobre la cuestión del tercer mandato presidencial. Al parecer, esto se debe sobre todo a la reticencia del presidente ruandés Paul Kagame, que está llevando a cabo un desafío similar al de Nkurunziza en su país.
Tras esa llamada de atención, las autoridades de Bujumbura han anunciado el 8 de junio el retraso al 15 de julio de las elecciones presidenciales previstas para el 26 de junio, mientras la oposición ni siquiera reconoce a la actual Comisión Electoral por la dimisión de dos sus cinco miembros.
La Unión Europea retiró a sus observadores a finales de mayo ante la falta de garantías de seguridad y democráticas.
Bélgica, antigua potencia colonial, ha advertido a Nkurunziza que no renovará su acuerdo de cooperación si finalmente consigue un tercer mandato. [Ver nota oficial en francés].