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El papa Francisco, estilo 'wojtyliano' y alguna sombra de la época de la dictadura argentina

  • Sencillo, cercano y defensor de los pobres y desfavorecidos
  • Sus críticos lo califican como un populista conservador e inflexible en la doctrina
  • Es contrario al matrimonio homosexual, el aborto y la eutanasia

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Vaticanistas y expertos están perplejos por la elección del papa Francisco

“Un wojtyliano puro”. Así define a Jorge Mario Bergoglio el periodista argentino y biógrafo del nuevo papa Sergio Rubín. Esa identificación con Juan Pablo II la confirma uno de sus mayores críticos, Horacio Verbitsky, un reportero argentino que califica al papa Francisco como “un populista conservador: inflexible en cuestiones doctrinarias, pero con apertura hacia el mundo y, sobre todo, hacia las masas desposeídas”.

Del nuevo pontífice se destaca la austeridad y sencillez en su vida personal y eclesiástica. Como ejemplo, se destaca que rechazó vivir en el palacio arzobispal de Buenos Aires cuando fue nombrado cabeza de la archidiócesis en 1998, y que viaja en transporte público cuando se mueve por la capital porteña para visitar los barrios o los hospitales.

Sencillo, pero con un “carácter de acero”

Su primera aparición como papa, en el balcón de San Pedro, parece reafirmar esa imagen de humildad: vestido de blanco, con un crucifijo de obispo y sin los ornamentos habituales del papa, se arrodilló ante los fieles reunidos en la plaza vaticana para recibir su bendición.

Las primeras palabras del nuevo papa Jorge Mario Bergoglio, Francisco

En línea con su vida austera, Rubín destaca que siempre se ha mostrado del lado de los más pobres y desfavorecidos, lo que le ha llevado a criticar el neoliberalismo económico y las políticas impuestas a Argentina desde el Fondo Monetario Internacional.

Muy crítico con la pobreza y la desigualdad –llegó a bendecir a los cartoneros que recogen papel en la Plaza Constitución de Buenos Aires-, considera “una injusticia que el pan y el trabajo no lleguen a todos”.

Aunque de maneras suaves, el papa Francisco tiene un fuerte carácter. “Es un hombre que parece buenito, pero que tiene un carácter de acero”, ha resumido su amiga, la diputada opositora argentina Elisa Carrió, en la televisión TN.

Muy culto y con solidez intelectual, este técnico químico -que vive con un solo pulmón desde su juventud- habla cinco idiomas (español, italiano, inglés, francés y alemán).

Crítico con el matrimonio homosexual, el aborto y la eutanasia

Su posición doctrinaria es estricta: ha calificado la eutanasia como “terrorismo demográfico”, el matrimonio homosexual como “la pretensión destructiva del plan de Dios” y el aborto –incluido el permitido en su país para los supuestos de violación y riesgo para la madre- como el eje de “la cultura de la muerte”.

Los más cercanos subrayan que siempre está abierto a recibir a todo el que se lo pida. Eso le ha llevado a reunirse con mucha frecuencia con políticos, sindicalistas y feligreses, aunque sus críticos objetan que le gusta marcar él el sitio y las condiciones para ese diálogo.

Muy interesado por la política y cercano al peronismo -que no al kirchnerismo-, Bergoglio trata de rehuir la confrontación siempre y cuando no estén en juego sus creencias más firmes. Si eso ocurre, no duda en mover cielo y tierra, tal y como ocurrió con la ley aprobada en 2010 que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo en Argentina, contra la que llegó a convocar vigilias ante el Congreso.

El coordinador del grupo argentino de Curas en Opción por los Pobres, el sacerdote Eduardo de la Serna, asegura este jueves en el diario Página 12 que el nuevo papa “sabe manejar muy bien los hilos del poder”.

De la Serna destaca su “capacidad para acercarse a la gente” y su enfrentamiento abierto con los movimientos de la ultraderecha católica argentina.

Aunque advierte como poco probable que vaya a impulsar cambios en cuestiones como el lugar de la mujer en la Iglesia Católica o la comunión de los divorciados, este sacerdote no descarta “gestos de cercanía” hacia colectivos proscritos por El Vaticano, “como travestis o divorciados”.

Al igual que sucedió con el papa polaco, la biografía de Bergoglio se entremezcla –no sin polémicas- con la historia política reciente de su país de origen.

La sombra de su actuación durante la dictadura argentina

La principal sombra que se extiende sobre el nuevo papa se refiere a su actuación durante la dictadura militar argentina que comenzó en 1976, cuando el ahora papa era el superior provincial de la Compañía de Jesús en Argentina.

Para aclarar su papel en aquellos años, la Justicia argentina le ha llamado a declarar como testigo en dos ocasiones. Sin embargo, Bergoglio atribuye esas acusaciones a "la desinformación, la difamación y la calumnia", los métodos de la “persecución” incitada desde el poder, en referencia al matrimonio Kirchner, con quien ha mantenido un crudo y constante enfrentamiento.

Su primera comparecencia ante el juez fue en noviembre de 2010, por las acusaciones que afirman que “señaló” a dos sacerdotes jesuitas –Orlando Yorio y Francisco Jalics-,  luego secuestrados por los militares y torturados durante cinco meses en la Escuela de Mecánica de la Armada, la ESMA.

Tras ser liberados, ambos religiosos –apoyados por otros testimonios de religiosos y seglares- siempre han mantenido que Bergoglio les había quitado su protección, lo que fue interpretado por la dictadura militar como una luz verde para actuar contra ellos.

El nuevo papa ha negado esas acusaciones y en el libro El jesuita -basado en su conversación con los periodistas Francesca Ambrogetti y Sergio Rubín y publicado en 2010- asegura: “Nunca creí que estuvieran involucrados en actividades subversivas (…) Por su relación con algunos curas de las villas de emergencia [barrios pobres de Buenos Aires], quedaban demasiado expuestos a la paranoia de la caza de brujas”. “La misma noche en que me enteré de su secuestro, comencé a moverme” para conseguir su liberación, añade en la biografía.

Su otra declaración ante los tribunales argentinos la realizó por escrito en septiembre de 2011 dentro del juicio abierto por el Plan Sistemático para la apropiación de bebés que practicó la dictadura. Su testimonio de entonces –y también el de 2010- han sido reproducidos el día de su nombramiento como papa por la asociación Abuelas de la Plaza de Mayo.

Una de ellas –ya fallecida- le apuntó siempre como conocedor de la “reasignación” de la niña que tuvo en prisión su hija, Elena de la Cuadra, también desaparecida. La familia De la Cuadra presentó documentos que mostrarían que, en 1977, pidieron la ayuda de Bergoglio para conocer el paradero de Elena y de su bebé. Pero, en su declaración, el entonces arzobispo de Buenos Aires aseguró que solo tuvo conocimiento de esos hechos en los años 90.