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El Museo del Prado reúne por primera vez las pinturas de El Labrador

  • Expone desde este martes y hasta el 16 de junio El Labrador. Naturalezas muertas
  • La muestra está compuesta por once de las trece obras que se conocen del artista

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'Bodegón con cuatro racimos de uvas', de Juan Fernández El Labrador
'Bodegón con cuatro racimos de uvas', de Juan Fernández El Labrador

Nunca antes se habían reunido en un mismo espacio las obras conocidas de Juan Fernández El Labrador, uno de los pintores del barroco español más desconocidos cuyo trabajo se caracteriza por la exquisitez con que retrata la naturaleza muerta.

El Museo del Prado acoge, por lo tanto, la primera muestra de este artista del siglo XVII y formada por once de las trece pinturas que se sabe que hizo. La mayoría son imágenes de uvas, objeto favorito del pintor de origen campesino –de aquí que se le llame El Labrador–, que plasmaba colgando de racimos suspendidos en la oscuridad y sin ninguna referencia espacial.

“Carlos I de Inglaterra compraba sus cuadros, porque apreciaba los juegos visuales que creaba El Labrador”, ha contado el comisario de la exposición, Ángel Aterido, en la presentación de la exposición.

Un Zeuxis moderno

El Labrador demostró con estos trabajos su exquisita manera de captar las calidades de la uva, su estructura o madurez, imitando tal vez a Zeuxis de Heraclea, que, en el siglo V antes Cristo, pintaba con tanto detalle las uvas que algún pájaro se acercó a los cuadros a picotear.

A partir de 1633, El Labrador se atrevió con composiciones más complejas, en ocasiones resultado de lo que le pedían embajadores británicos de la época. Así, pintó bodegones en los que se ve uva y en los que reina un aparente desorden. También en este periodo representó ramos de flores, superando lo que se esperaba de él.

Los encuadres desconcertantes y la iluminación naturalista heredada de Caravaggio dieron la fama a este hombre del que tan poco se sabe. Lo que parece documentado es que fue durante unos años criado de un importante noble italiano, Giovani Battista Crescenzi, quien tenía una enorme influencia en los reinados de Felipe III y Felipe IV.

“Espero que esta exposición sirva, por un lado, para conocer la obra de un atractivo excepcional del que ha sido uno de los maestros del bodegón en España y en el entorno europeo; y por otro, para hacer que este gran desconocido de la pintura lo sea cada vez menos”, ha afirmado Aterido al término de la presentación.