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El barón de Cuvier y la revolución de las clasificaciones del reino animal

  • Rompió con la idea anterior de que los animales forman una línea continua
  • Dividió el reino animal en cuatro tipos independientes
  • Para hacer esta clasificación se fijó en la estructura interna del cuerpo animal

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A hombros de gigantes

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El naturalista francés Georges Leópold Chrétien Frédéric Dagobert, barón de Cuvier, nació en Montbéliard el 23 de agosto de 1769 en el seno de una familia descendiente de hugonotes suizos.

Desde su más tierna  infancia demostró poseer una inteligencia privilegiada y un gran interés por los animales y los fenómenos de la naturaleza.

En 1784 ingresó en la Academia Carolina, cerca de la ciudad alemana de Stuttgart, para recibir una formación administrativa y, paralelamente, desarrollar sus conocimientos de historia natural y anatomía comparada.

Al acabar sus estudios y al no encontrar un puesto de funcionario, regresó a Francia. Trabajó como preceptor en la familia del Conde de Héricy, en Caen, Normandía, donde pasó los años de la Revolución francesa.

Durante esa época tuvo ocasión de estudiar la anatomía de los moluscos de las costas normandas. También por entonces conoció al zoólogo Étienne Geoffroy de Saint-Hilaire, quién en 1795 le consiguió un puesto en el Museo de Historia Natural de París.

En esta institución se dedicó a sus investigaciones con tanto éxito que se convirtió en secretario permanente de ciencias físicas y naturales del Instituto Nacional en 1803.

Cuvier y Saint-Hilaire publicaron un estudio sobre la clasificación de los mamíferos, pero con el tiempo sus concepciones científicas se separaron.

Estudió miles de esqueletos y diseccionó cadáveres de todo tipo de animales

En el Museo empezó a investigar la anatomía comparada de los seres vivos, ciencia en la que logró un alto y excelente nivel. Estudió miles de esqueletos y diseccionó cadáveres de todo tipo de animales.

Llegó a la conclusión de que las estructuras animales poseían un orden. Descubrió que los mamíferos ungulados tenían unos molares especiales y carecían de grandes caninos.

Revolucionó las clasificaciones del reino animal

También observó que las garras retráctiles eran exclusivas de los felinos.  Cuvier revolucionó las clasificaciones del reino animal, basándolas en la Anatomía comparada y rompiendo con la idea anterior de que todos los animales forman una línea continua desde los más simples hasta el hombre.

Amplió y perfeccionó el sistema de clasificación de Linneo, agrupando las clases relacionadas entre sí en grupos aún más generales que llamó tipos. Dividió el reino animal en cuatro tipos independientes (radiados, moluscos, articulados y vertebrados).

Para hacer esta clasificación se fijó especialmente en la estructura interna del cuerpo animal (cerebro y aparato circulatorio) más que en las características externas y afirmó la variedad inherente de la Zoología, abriendo paso hacía la teoría de la evolución de Darwin, que no llegó a conocer, aunque se opuso a las ideas evolucionistas de Lamarck.

Uno de los principios básicos que aplicó fue que todas las partes del cuerpo de un animal están relacionadas entre sí y forman un todo coordinado.

Por ejemplo, la depredación implica un cierto tipo de dentición, un tubo digestivo capaz de asimilar la carne y miembros que permitan una locomoción adaptada a esa dieta.

Cuvier, Cuvier, he venido a comerte

En contraste con las ideas evolucionistas de Lamarck y Saint-Hilaire, Cuvier defendía la inmutabilidad de las especies, y sostenía que el diseño eficiente de cada animal es la prueba de que éste no puede haber variado desde su creación.

Aplicando su principio, se jactaba de reconstruir el esqueleto entero de un animal desconocido partiendo de un solo hueso, afirmación algo exagerada.

La capacidad de Cuvier para apreciar cómo una parte del organismo inducía la existencia necesaria de ciertas cualidades se puede resumir en una anécdota: en cierta ocasión, uno de sus alumnos se disfrazó de diablo y en compañía de otros se dirigió a la habitación del naturalista en plena noche para despertarle mientras le amenazaba.

“Cuvier, Cuvier, he venido a comerte”, a lo que Cuvier respondió abriendo un ojo: “Todos los seres con cuernos y pezuñas son herbívoros, no podrías comerme”. Y volvió a dormirse.