Enlaces accesibilidad

La enfermedad que ha matado 141 ciervos en Castilla y León no es de transmisión humana

  • La bacteria de la pasteurelosis sólo se contagia entre rumiantes
  • En caso de carne infectada, se elimina al cocinarla a 55 grados centígrados
  • Existe una vacuna para la cabaña ganadera como cabras y ovejas

Por
Un ciervo macho otea el horizonte
Un ciervo macho otea el horizonte

La pasteurelosis, la enfermedad que ha matado más de 140 ciervos en Zamora y León, según los últimos datos del ejecutivo autonómico, no se transmite al ser humano y sí entre rumiantes, aunque en el caso de la cabaña ganadera se puede atajar fácilmente vacunando a los animales.

Todo lo contrario que en el caso de los ciervos. Es "prácticamente imposible" tratar a una población silvestre, reconoce José M. Jiménez, viceconsejero de Desarrollo Sostenible de la Junta de Castilla y León.

La cifra de ciervos muertos hasta el momento es de 141 ejemplares , pero el hecho de que en los últimos días no hayan aparecido más cadáveres, invita a pensar "que el brote está remitiendo y que podría cesar por completo en un par de meses", explica Jiménez.

Las causas principales, según los expertos, han sido factores medioambientales adversos, el estrés y el intenso calor, con cambios muy bruscos de temperatura entre la noche y el día, lo que ha activado esta bacteria, 'Pasteurella', que habita normalmente en el tracto respiratorio de los animales.

Al menos esa es la experiencia de otros brotes ocurridos en 1991 y 2007 en Teruel y Cádiz, donde murieron 85 y 460 ciervos, respectivamente, aunque también se tiene constancia de episodios similares registrados en otros países y con esta bacteria como causa de las muertes.

La viceconsejera de Desarrollo Rural de Castilla y León, María Jesús Pascual, ha reconocido que la 'Pasteurella' no puede contagiar al ser humano, y en caso de que se consuma carne afectada, esta bacteria se elimina si se cocina a 55 grados centígrados.

En cambio, sí es contagiable entre rumiantes. Prácticamente imposible de atajar en el caso de las poblaciones silvestres de cérvidos, ciervos y corzos, pero mucho más sencillo entre animales domésticos, como cabras y ovejas, a los que se puede vacunar