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Las lluvias torrenciales de Centroamérica desentierran un colmillo de mamut

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Ciencia al Cubo

El nacimiento de perritos fluorescentes, la muerte de una chimpancé calva, qué son las neuronas espejo, el origen de los ojos azules o por qué nos salen canas. De la mano de América Valenzuela, en 'Ciencia al Cubo' pueden escuchar las historias más variopintas sobre temas científicos de actualidad. Emisión en Radio 5: Lunes a viernes 10:07; Sábados 09:22 / 17:52 / 21:06; Domingos 09:22 / 17:55

A finales de junio el huracán Álex, el primero de esta temporada en el Atlántico,  azotó las costas de Centroamérica y ya convertido en tormenta tropical recorrió el interior donde dejó decenas de muertos y pueblos destrozados por las lluvias torrenciales. Pero además de causar desastres, el agua desenterró un tesoro prehistórico: los restos de un mamut.

El animal prehistórico apareció en el estado de Nuevo León, en México, en las cercanías del río Pesquería. En concreto son 50 fragmentos de un colmillo, parte del paladar y molares y tienen entre 10.000 y 15.000 años de antigüedad.

Los responsables del Instituto Nacional mexicano de Antropología e Historia han anunciado que los restaurarán. Y están ahora examinando la zona, ya pasado el temporal, por si encuentran más restos.

Lo encontraron los habitantes del lugar. No es la primera vez que se encuentran piezas prehistóricas, de hecho creen que fueron arrastrados por el río desde el estado vecino, Coahuila, que está considerado un oasis paleontológico.

Al principio creyeron que eran ramas de un árbol, pero cuando se dieron cuenta de que era un colmillo se animaron a desenterrarlo. Su estado era tan malo y la humedad del ambiente era tal que los restos se fracturaron.

El mamut encontrado debió medir cuatro metros o un poco más y debió pesar entre 5 y 6 toneladas. Pertenece a una clase de mamut llamado Mamut de Columbia y fue uno de los últimos animales que se extinguió de la llamada megafauna americana. Y también es el tipo de mamut más grande conocido.

Sus colmillos eran tan largos que se curvaban hacia dentro y casi todos los encontrados superan los cuatro metros de longitud. Eran herbívoros y se estima que comían la ingente cantidad de unos 200 kilos de frutas y hojas al día. Eso sí, de unos frutos gigantes que existían allá en el Pleistoceno.

CIENCIA AL CUBO

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