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BP estudia colocar una 'campana' más pequeña para taponar el vertido tras un intento fallido

  • La estructura sería menos vulnerable al contener menos agua
  • BP estima que gasta 10 millones de dólares diarios en las tareas de limpieza

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BP busca nuevas soluciones para frenar el vertido de crudo en el golfo de México

La empresa British Petroleum (BP) estudia colocar una caja más pequeña sobre la principal fuga de petróleo en el Golfo de México, tras el fracaso sufrido con la estructura de más de 100 toneladas que han instalado en el fondo marino.

La compañía ha confesado que la enorme estructura de cemento y acero, de más de 12 metros de altura, no había logrado transportar el petróleo tras almacenarlo en su interior debido a la formación de cristales de agua y gas en la zona superior de la caja.

Doug Suttles, director general de operaciones de BP, ha explicado en declaraciones a los medios que la empresa considera instalar una caja más pequeña sobre la principal fuga de crudo - a unos 1.600 metros de profundidad-, porque sería menos vulnerable al contener menos agua.

El principal riesgo de la operación es que el agua que entra en la caja se congele, lo que tapona el conducto de salida debido a las bajas temperaturas que se registran en las profundidades marinas. Esto es lo que ha pasado con el primer intento de detener el vertido. BP también baraja añadir metanol en la caja para impedir que el agua o el gas congelados taponen la tubería.

La compañía había planeado trasladar el crudo desde esa caja contenedora hacia un barco petrolero en la superficie mediante una tubería instalada en la parte superior en forma de cúpula de la estructura rectangular.

Factura millonaria y desastre ambiental

BP, operadora de la plataforma que explotó el 20 de abril y se hundió dos días después costando la vida a 11 personas, confiaba en que la caja recogiera hasta el 85% del crudo que fluye ahora libremente a las aguas del Golfo de México. Las estimaciones oficiales calculan que el derrame ronda los 800.000 litros diarios, más de 5.000 barriles de crudo.

El máximo responsable de la compañía, Tony Hayward, asegura en una entrevista publicada por el diario británico Sunday Telegraph que la empresa puede estar gastando unos 10 millones de dólares diarios en las tareas de limpieza.

El vertido, que podría convertirse en el peor de la historia del país, amenaza con provocar un desastre económico y ecológico en las playas, refugios salvajes y centros de pesca del Golfo de México.

La mancha, ajena a todos los esfuerzos por frenarla, avanza imparable hacia la costa tras tocar tierra el jueves en las islas Chandeleur, ubicadas en el estado de Luisiana y consideradas un tesoro ecológico.

Sacrificadas medidas infructuosas

El periódico Biloxi Sun Herald informa ya de la presencia de bolas de alquitrán en la isla Dauphin de Alabama. De ahí que la Guardia Costera trabaje para mantener el vertido contaminante alejado de la Bahía de Mobile en un intento por proteger el noveno mayor puerto del país.

Para lograrlo han construido una gran barrera flotante con una doble puerta en el medio que permita la entrada de barcos, que serán inspeccionados antes de acceder al puerto para detectar posibles restos de petróleo en sus cascos.

Las barreras flotantes han resultado útiles para controlar los vertidos cuando el mar está en calma pero son menos eficientes cuando hay temporales, ya que el petróleo puede colarse por encima y debajo de ellas.

A los trabajos en Mobile, se suman, entre otros, los de la flotilla de diez barcos de la Guardia Costera que trabajan en el delta del río Misisipi para eliminar los restos de petróleo, recurriendo a métodos como el rociado de líquidos disolventes. Esos químicos fraccionan el petróleo en pequeñas partículas que son ingeridas posteriormente por bacterias.

El empleo de cientos de miles de litros de esos productos ha generado controversia ya que aunque los químicos no son tan tóxicos como los que se utilizaron durante los grandes derrames de la década de los 70 todavía tienen un efecto nocivo sobre áreas sensibles como los bancos de corales.

La región del Golfo acoge grandes extensiones de manglares críticas para el frágil ecosistema de la región que se ven amenazados por la presencia de crudo en las aguas.

Se calcula que alrededor de 2.000 kilómetros de manglares se concentran en los estados que afrontan un mayor riesgo por el vertido: Luisiana, Texas y el extremo sur de Florida.