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Las elecciones en Ucrania de este domingo pondrán punto final a la Revolución Naranja

  • Los sondeos auguran el fin de Yúschenko, líder de la Revolución
  • La Presidencia la disputan Yulia Timoshenko y Víctor Yanukóvich
  • Es muy problable que se necesite una segunda vuelta el 7 de febrero

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Las elecciones presidenciales de este domingo en Ucrania pondrán punto final a la Revolución Naranja de hace un lustro, pese a que los protagonistas siguen siendo los mismos.

Todos los sondeos coinciden en que el gran perdedor será el presidente Víctor Yúschenko, entonces líder de la Revolución, y que la Presidencia la disputarán su antigua aliada, la primera ministra Yulia Timoshenko, y el opositor Víctor Yanukóvich, derrotado en 2004.

Yanukóvich, antiguo primer ministro apoyado por Rusia hace cinco años, se presenta a los comicios con ansias de revancha por aquella derrota, cuando las protestas populares contra el fraude le arrebataron la victoria electoral y auparon al poder a Yúschenko.

Timoshenko, tras su ruptura definitiva con el presidente, se postula como la última representante de aquellos ideales de elecciones libres, democracia y acercamiento a Occidente.

Yanukóvich, apoyado por la población y los clanes industriales del este del país, habitado por una mayoría rusoparlante, cuenta con una intención de voto de en torno al 30%, seguido por Timoshenko, que tendría el apoyo de aproximadamente un 20%.

Profunda crisis económica en el país

En el muy probable caso de una segunda vuelta, que tendría lugar el 7 de febrero, Yanukóvich casi duplica en apoyos a Timoshenko, que pagaría así el precio de la profunda crisis económica que vive el país.

El líder opositor basó su campaña en las críticas a la gestión anticrisis de Timoshenko y a las batallas verbales y judiciales en el bando naranja entre el presidente y la primera ministra, enzarzados en la lucha por el poder.

Pero, consciente de que el apoyo de su tradicional granero de votos ya no basta para ganar, Yanukóvich en sus últimos discursos se ha distanciado de Rusia y ha respaldado el rumbo de integración europea del país.

Timoshenko, que enarboló en la campaña como objetivo la lucha contra los oligarcas y la corrupción, mantiene como su prioridad la entrada de Ucrania en la Unión Europea, pero ha aparcado la anterior meta impopular de integrar el país inmediatamente en la OTAN.

Además, trabó una fluida relación laboral con el primer ministro ruso, Vladímir Putin, y se apuntó el tanto de haber firmado con él un nuevo acuerdo que ha garantizado suministros de gas al país y ha evitado una nueva crisis de carburantes que afectara a la UE.

Yúschenko deja un país en crisis política y económica

Los analistas opinan que, a diferencia de 2004, la opción de los ucranianos ya no es entre Occidente y Rusia, sino a favor del que mejor sepa gobernar el país y poner coto a las crisis políticas y económicas.

En total aspiran a la Presidencia ucraniana 18 candidatos, de los que los sondeos sitúan como terceros en discordia al banquero Serguéi Tigipko y al ex presidente del Parlamento Arseni Yatseniuk, ambos por delante del presidente saliente.

Y es que Yúschenko dedicó su mandato a consolidar la identidad nacional de Ucrania, a alejarla tanto del pasado soviético como de la influencia agresiva de la vecina Rusia y a afianzar el sistema político pluralista y la libertad de expresión.

Pero no consiguió llevar al país a la UE, completar las reformas estructurales, liberalizar la economía ni acabar con la corrupción, y perdió a casi todos sus aliados.

El fracaso de su gestión y de los ideales de la Revolución Naranja es la principal causa de la profunda desilusión de los ucranianos, agobiados por problemas económicos y hastiados de luchas intestinas y populismo.

Augurios de unas elecciones manipuladas

Solo un 4,5 por ciento de los ucranianos cree que los comicios serán limpios, y un 22,2 por ciento de los electores piensa votar "contra todos los candidatos", opción contemplada por la legislación nacional.

Ese pesimismo lo agravan las acusaciones de todos los candidatos a sus principales rivales de preparar falsificaciones en las urnas y el temor a eventuales nuevas protestas callejeras de los descontentos con los resultados.

Yanukóvich asegura que es imposible que haya protestas como las ocurridas durante la Revolución Naranja, y Timoshenko promete que todo litigio se resolverá en los tribunales, pero los analistas creen que ninguno aceptará su eventual derrota e intentará cuestionarla en la calle.

En previsión de ello, el Tribunal de Kiev, a petición del Ayuntamiento, ha prohibido a todos los partidos manifestarse hasta después del 7 de febrero en el Maidan, la céntrica plaza de la Independencia que fue escenario de la Revolución Naranja.