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Las finanzas de Juan Carlos I, Corinna, Urdangarin: una década de desgaste para la Casa Real

  • Las revelaciones en torno a los negocios del rey emérito han supuesto un duro revés a la imagen de la Monarquía española
  • El encarcelamiento de Urdangarin o el protagonismo de Corinna Larsen han ahondado en su descrédito

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Urdangarín, Corinna, los elefantes de Botsuana y las presuntas finanzas de Juan Carlos: el desgaste de la Casa Real

En diciembre de 1995, el CIS preguntó a los españoles por la valoración de la Monarquía, que obtuvo una nota de 7,48 en una escala de diez, muy por encima de otras instituciones como el Defensor del Pueblo (5,92), el Tribunal Constitucional (5,68) o el Gobierno, la peor valorada, con 4,92.

Veinte años después, en 2015, la Monarquía logró una nota media de 4,34 y desde entonces el CIS no ha vuelto a preguntar por esta cuestión. La valoración es una muestra del progresivo desgaste de la institución, agravado en los años finales del reinado de Juan Carlos I con los sucesivos escándalos que supusieron el caso Nóos, la cacería de elefantes en Botsuana o la aparición de informaciones relativas a la relación del monarca con la empresaria Corinna Larsen, entre otros.

En junio de 2014, con 76 años de edad y diversos problemas de salud, Juan Carlos I decidió abdicar en su hijo Felipe VI, quien a pesar de sus esfuerzos por lograr mayor austeridad y transparencia en la institución, ha tenido que afrontar momentos complicados en su reinado, sobre todo debido a las constantes noticias acerca de los presuntos negocios fraudulentos de su padre, protagonista principal del descrédito que vive la Casa Real en los últimos años, aunque no el único.

Corinna y los negocios millonarios del rey emérito

Villana para unos, víctima para otros, el papel de la empresaria alemana Corinna Larsen, muy cercana al rey emérito, es esencial en esta historia. Según las informaciones periodísticas que se han ido conociendo en los últimos meses, Larsen declaró en 2018 ante un fiscal suizo que el exjefe de Estado le transfirió 65 millones de euros a su cuenta, que procedían del cobro de comisiones para la adjudicación en 2011 del AVE a La Meca, circunstancia que está investigando la Fiscalía General del Estado.

Siguiendo el testimonio de Corinna Larsen, la donación se debía a la "gratitud" y "amor" del rey, que, siempre según la empresaria, pretendía recuperar su relación tras sufrir un supuesto secuestro de los servicios secretos españoles.

Informe Semanal - Mirando a palacio - ver ahora

Por si faltaba algún ingrediente en el relato, el excomisario José Manuel Villarejo aseguró en la Audiencia Nacional que en 2015 se reunió en Londres con Corinna como "enviado de Estado" para solucionar las "diferencias" que mantenía con Juan Carlos I. Un encuentro en el que, según las grabaciones que realizó Villarejo, la empresaria confesó que el exjefe de Estado la utilizó como testaferro para ocultar patrimonio y propiedades en el extranjero.

Corinna Larsen tendrá que responder por ello ante la justicia, ya que la Audiencia Nacional la ha citado a declarar el próximo 8 de septiembre como investigada, para que aclare un posible encargo a Villarejo para que el comisario jubilado -que también tendrá que testificar- recabara información acerca de una asistente personal que podría haber filtrado datos sobre su vida privada.

24 horas - La supuesta trama en torno al rey emérito - Escuchar ahora

El abogado Dante Canónica, otro de los implicados en la trama, declaró ante la fiscalía suiza -según reveló El Español- que don Juan Carlos le encargó en Zarzuela crear "una estructura" para transferir una importante donación que iba a recibir del rey Abdalá de Arabia Saudí, fallecido en 2015.

El mismo Dante Canónica habría introducido en España durante años miles de euros en metálico procedentes de las cuentas suizas del rey emérito a través de los controles del aeropuerto de Madrid-Barajas, con cantidades de entre 200.000 y 300.000 euros por remesa.

Renuncia a la herencia y fin de la asignación pública

Todo ello ha ahondado en el distanciamiento evidente que ha mantenido en los últimos meses Felipe VI con su padre y que se materializó en marzo de este año -a las pocas horas de decretarse el estado de alarma por el coronavirus- después de que el monarca renunciara a la herencia de Juan Carlos I y retirara la asignación pública al rey emérito.

La reacción de la Casa Real se produjo tras la publicación de varias informaciones en las que Felipe VI aparecía como beneficiario de una sociedad offshore creada por su padre, vinculada a los 65 millones de euros procedentes de las presuntas comisiones del AVE a La Meca.

En el comunicado de la Casa Real en el que se hizo pública la renuncia a la herencia se señalaba que Felipe VI había tenido conocimiento en marzo de 2019 de su supuesta designación como beneficiario de dicha sociedad en el momento en el que se produjera el fallecimiento de Juan Carlos I, recordando que unos meses después, en mayo de 2019, el rey emérito había anunciado que ponía fin a su actividad institucional, retirándose de la vida pública.

El anuncio de Juan Carlos I de trasladar su residencia fuera de España es una muestra más del alejamiento entre padre e hijo.

El debate sobre la inviolabilidad, encima de la mesa

Estas circunstancias han motivado que, por primera vez, el Gobierno se haya pronunciado acerca de la inviolabilidad de Juan Carlos I, potestad que blinda penalmente sus actuaciones hasta 2014, fecha de su abdicación. El jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, expresó hace unos días su preocupación por unas informaciones que ha calificado de "inquetantes y perturbadoras" y el daño que hacen a la imagen de España, asegurando que "no hay espacio para la impunidad en nuestro país".

Por ello, Sánchez se ha mostrado partidario de reformar la Constitución para acabar con la inviolabilidad del jefe del Estado, aunque necesita una amplia mayoría parlamentaria que, hoy por hoy, no parece posible, dado el rechazo que han mostrado los partidos del centro y la derecha ante esta eventualidad.

Nóos: cárcel para Urdangarin y la infanta Cristina, en el banquillo

Si hay un punto en el que se puede ubicar el inicio del desgaste de la imagen pública de la Casa Real ese es la implicación de Iñaki Urdangarin, cuñado de Felipe VI, en el caso Nóos, por el cual el exduque de Palma fue condenado a seis años y tres meses de prisión, sentencia que luego fue rebajada en cinco meses, y que llevó al banquillo a la infanta Cristina, que finalmente fue absuelta.

Era 2011 cuando el escándalo salió por primera vez a la luz pública y, aunque ahora su importancia palidece en comparación con algunas de las revelaciones posteriores, supuso en su día un golpe muy duro para una institución que, hasta el momento, se habían mantenido a salvo de las críticas de los medios de comunicación.

Urdangarin, que en agosto de 2018 ingresó en la cárcel de Brieva (Ávila), fue considerado culpable de prevaricación, falsedad documental, malversación, fraude a la administración, tráfico de influencias y delitos contra la Hacienda Pública por utilizar el Instituto Nóos para saquear fondos de instituciones públicas. De este modo, se convirtió en el primer familiar de un rey condenado a prisión en democracia.

Su esposa, la infanta Cristina, también se sentó en el banquillo como cooperadora de dos delitos contra la Hacienda Pública, pero fue absuelta, aunque tuvo que responder, de forma solidaria junto a Urdangarin, de una multa de 265.088,42 euros en calidad de responsable civil a título lucrativo.

La infanta, que en 2011 fue apartada de toda actividad institucional, dejó de ser miembro de la Familia Real tras la abdicación de Juan Carlos I y en 2015 le fue revocado el título de duquesa de Palma, aunque sigue ocupando el sexto lugar en la línea de sucesión al trono de España tras las infantas Leonor y Sofía; su hermana, la infanta Elena; y los hijos de esta, Froilán y Victoria Federica de Marichalar y Borbón.

Con la llegada de Felipe VI al trono, las distancias con su hermana no han hecho sino aumentar, hasta el punto de situar a la exduquesa de Palma fuera por completo de la agenda familiar, como se comprobó con su ausencia en la celebración del 80 cumpleaños de Juan Carlos I, en enero de 2018, en la que no estuvo presente.

La cacería en Botsuana: "Lo siento mucho, no volverá a ocurrir"

Otro episodio polémico se produjo en abril de 2012, cuando Juan Carlos I sufrió una fractura de cadera tras una caída durante un viaje privado a Botsuana para participar en una cacería. Las circunstancias en las que se produjo el viaje, en uno de los momentos más complicados de la crisis económica, levantaron críticas generalizadas.

A ello hay que sumar la presencia en la expedición de Corinna Larsen, cuyo nombre a partir de ese momento iría apareciendo cada vez con mayor frecuencia en relación con Juan Carlos de Borbón.

Días después de la operación, tras recibir el alta y en un gesto sin precedentes, Juan Carlos I pidió disculpas ante una cámara de TVE: "Lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a ocurrir", aseguró el monarca, asumiendo públicamente que su actuación había sido errónea.

Froilán y su disparo en el pie: "Con los niños pasa siempre eso"

El accidente de Juan Carlos I se produjo la misma semana en la que su nieto Felipe Juan Froilán, hijo mayor de la infanta Elena y de Jaime de Marichalar, se disparó un pie con una escopeta no permitida para menores de 14 años -entonces tenía 13- mientras realizaba prácticas de tiro acompañado de su padre en una finca de Soria. Aunque Marichalar fue investigado por su presunta responsabilidad en los hechos, la jueza archivó el caso al no apreciar imprudencia grave en los hechos.

Pocos días después, durante una visita al hospital, la reina Sofía quitó importancia al accidente -que no le dejó secuelas- asegurando que "con los niños siempre pasa esto".

Froilán, de 22 años de edad, ha mantenido desde niño una imagen rebelde, sobre todo por la famosa patada a sus primos en 2004 durante la boda de don Felipe y doña Letiziapero también por sus peleas en discotecas y sus trabajos como relaciones públicas.

No hay que olvidar tampoco el impacto que supuso en su momento el divorcio de la infanta Elena y de Jaime de Marichalar, quien de este modo perdió su rango de miembro de la Casa Real.

Es cierto que Felipe VI no se ha visto implicado de forma directa en ninguno de estos episodios, pero la sucesión de los mismos ha desgastado a la institución y ha fomentado un debate -impulsado por Podemos y los partidos nacionalistas- acerca del futuro de la Monarquía.