Todos los animales se disponen a dar lo mejor de ellos mismos en los juegos deportivos de los animales. Incluso el voluntarioso panda, que participa en la competición con muy poco éxito. Gracias a los mellizos el pequeño panda aprenderá que también las derrotas pueden conllevar algo bueno.

Yohe y Yoshe se encuentran, de repente, viviendo una vida de perros en la que Ragoo les da órdenes como si él fuera su dueño. Todo parece que está al revés, aunque, por otra parte, es una oportunidad única para descubrir cómo se ve la vida desde el punto de vista de Ragoo.

A Harry le asustan mucho las batallas de bolas de nieve porque teme hacerse daño y por eso se esconde rápidamente en cuanto se ve en medio de una. Pero con algo de ayuda y un poco de valor, Harry vencerá su miedo y podrá participar de una estupenda diversión con sus amigos.

El pequeño panda no puede apuntarse al concurso del baile porque no tiene pareja. Los mellizos organizan una audición para encontrar candidatos, pero, debido a unos rumores infundados sobre el panda, nadie se presenta.

Darla tiene una hermanita recién nacida y parece que su madre solo piensa en ella porque necesita muchos cuidados. Darla se siente un poco desplazada porque está preparando una obra teatral y su madre no puede ayudarle en la tarea.

Los mellizos se han vuelto tan pequeñitos que Ragoo no los ve ni los oye. Intentando que los gigantes que tienen a su alrededor no los lastimen, se dan cuenta de que cuando recuperen su tamaño tienen que pensar en no dañar a las pequeñas criaturas con las que se encuentran.

El pequeño oso panda Bernard ha sido criado por una familia de ranas y, a pesar de su tamaño, se comporta como una ranita y juega como una ranita. Eso, a veces, le juega malas pasadas porque no es consciente de su tamaño y su fuerza.

Los Lagartos extraordinarios son una pareja de artistas bastante cabezota que no se ponen de acuerdo para salir al escenario. Larry quiere bailar y Lizzie quiere hacer malabares, y así no hay manera de llegar a un acuerdo.

Dusty es una muñeca de arena que se hace pasar por muñeca de nieve para integrarse en la comunidad de los muñecos de nieve, pero le resulta difícil encajar. Con la ayuda de los mellizos se dará cuenta de que no tiene sentido fingir que eres otra persona.

El cartero ha sufrido un accidente en la mano y los mellizos se van a encargar de repartir el correo por hoy. Pronto se dan cuenta de que necesitan un método para organizar el reparto del correo porque si no no van a acabar nunca su tarea.

Los hermanos advierten que los jardines del palacio real están muy descuidados. Los jardineros han dejado de cuidar las plantas porque su trabajo ya no les hace ilusión y es una tarea muy dura. Pero los mellizos tienen la solución.

Los mellizos se encuentran con un lagarto que se queja por todo lo que le pasa. Tienen tanta negatividad que se aleja de sus amigos y no juega con nadie. Los hermanos le enseñarán todas las ventajas de ser positivo y de canalizar la mala energía para encontrar el lado bueno de las cosas.

El lagarto Keith siempre recuerda que de pequeño era un lagarto un poco patoso que se equivocaba constantemente mientras aprendía a ser un lagarto grande. Por eso no deja jugar a sus hermanas pequeñas con libertad impidiendo que ellas mismas aprendan de sus errores.

Una estricta bibliotecaria impone unas normas tan severas en su biblioteca que hace del lugar un sitio muy poco agradable para estar. Los mellizos le harán comprender que el silencio y las normas son necesarios, pero tampoco conviene exagerar.

Los hermanos se encuentran con Leo, un niño al que no le dan la oportunidad para tocar el tambor en un grupo musical. La razón es que no sigue el ritmo de los demás y toca por su cuenta. Pero con un poco de práctica, seguro que consigue acoplarse al resto del grupo.

El joven faraón tiene que dar un discurso ante su pueblo, pero está aterrorizado por hablar delante de tanta gente. Los mellizos le ofrecen su ayuda para hacer la situación más llevadera, tranquilizándolo para que pueda recobrar la confianza en sí mismo.

Es el cumpleaños del joven faraón y hay que prepararle una tarta para la celebración. Pero las prisas nunca son buenas para preparar una tarta y la elaboración requiere su tiempo para que pueda quedar deliciosa.

Ragoo y los mellizos llegan a la isla del tesoro y se encuentran con unos piratas a los que no les entienden nada de lo que hablan. Como no saben qué quieren de ellos, intentan comunicarse con ellos de alguna manera aprendiendo el idioma de los piratas poco a poco.

Los mellizos se encuentran con un pequeño pajarito que está deseando ir a jugar con sus amigos, pero no puede porque no sabe volar. Ellos rápidamente le ofrecen su ayuda para que pueda aprender a volar y se pueda unir al resto de los amigos.

No hay papel higiénico en el cuarto de baño y los mellizos necesitan encontrar papel urgentemente para ayudar a un amigo en apuros. Pero, ¿quién se ha llevado el papel higiénico, que ha acabado con todas las existencias y no lo ha repuesto?

Los mellizos ayudan a un pececillo a buscar a Squiddy, su calamarcito de juguete preferido. Como no lo encuentran, deciden fabricarle otro juguete al pececillo, pero no le gusta y lo rechaza apenado.

Ragoo se mueve tan rápido y hace tantas cosas que parece que está en todas partes. Esto es lo que creen los sorprendidos hermanos hasta que descubren que están en Villaragoo, una ciudad llena de Ragoos que siembran el caos porque todos quieren hacer las mismas cosas a la vez.

La reina va a hacer una exposición de pintura, pero los cuadros de Lucia no han sido seleccionados por Groucho para participar y está muy disgustada. Sin embargo, a la reina le gusta otro estilo de arte muy diferente al que impone Groucho en el palacio.

Los mellizos tienen que cuidar a una anciana dinosauria, y tienen tantas ganas de ayudar, que no se les ocurre preguntarle lo que quiere hacer o lo que le gusta, por lo que terminan agobiándola.

En Camaleonlandia todos los camaleones son verdes y nunca cambian de color. Hoy tienen una fiesta y Mel, el único camaleón que cambia de color, no está invitado porque creen que terminará estropeándola.

La ciudad duerme y, en el silencio de la noche, los mellizos descubren que sus amigos no quieren volver a casa porque la nueva alarma del despertador está tan emocionada con su nuevo trabajo que está sonando toda la noche.

Los chicos quieren entrar a jugar en el castillo, a pesar de las advertencias que ven escritas en los carteles de que no pueden entrar en algunas estancias ni abrir determinadas puertas. Dentro del grupo hay quien quiere hacer caso a los carteles y quien quiere ignorarlos.

Las ranas están pasando un rato muy divertido saltando en la charca. Jenny, la rana ciega también quiere participar de la diversión, aunque las otras ranas creen que no va a poder ser capaz de saltar. Pero Jenny les demostrará que cualquier obstáculo puede ser superado si se lo propone.

Los mellizos se encuentran en la isla con unos piratas que están aburridos de serlo y no tienen ganas de jugar a nada porque les aburre jugar siempre a lo mismo. Pero si estás aburrido la solución es usar la imaginación e inventarse nuevos juegos.

Parece que el agua del desierto se ha acabado y los animales no saben cómo ha sido. Todos tienen mucha sed y necesitan beber, así que es necesario encontrar agua cuanto antes. Pero parece que no va a ser tarea fácil, aunque, quizá, el dromedario pueda ayudarles.

Al lagarto Giuseppe no le gusta hacer cosas de lagartos como tomar el sol o comer moscas y todos los demás lagartos piensan que es un raro y no quieren jugar con él. Pero los hermanos les hacen ver que ser diferente no tiene por qué estar mal.

Se va a celebrar el Torneo de magos de invierno y Willy quiere ganar. Está preparando un hechizo fabuloso, pero como ingrediente necesita un collar de Polly y esta no quiere prestárselo porque cree que es un desastre y se lo estropeará. Pero los hermanos creen que han dado con la solución.

Hay un perro granuja suelto que está haciendo un montón de travesuras y se parece muchísimo a Ragoo, por lo que todo el mundo le echa la culpa de lo que está pasando. Parece que el reflejo de Ragoo se ha escapado cuando se ha roto un espejo y está cometiendo muchas trastadas.

Al búho no le gusta cómo huelen ni los hermanos ni Ragoo y se comporta de forma maleducada con todos los habitantes del bosque porque no soporta el olor de nadie.

La alfombra se queja de que nadie la ve y de que todo el mundo la pisa. Está cansada de llevar una vida de alfombra y quiere ser otra cosa, pero no se decide. No quiere ser un mantel porque se mancha; no quiere ser un cuadro porque se aburre. Al final, comprueba que ser alfombra no está tan mal.

Max, el dinosaurio rojo, invita a los chicos a la Fiesta del volcán. Al llegar, comprueban con desilusión que la fiesta ha terminado ya. A Max se le había olvidado la hora a la que empezaba. Y no es la primera vez que le pasa. Últimamente se le olvidan muchas cosas.

Todos los chicos están deseando jugar al fútbol, pero Mike es el dueño de la pelota y no quiere que se le estropee. Pero el fútbol consiste en dar patadas al balón y Mike no consiente que se haga nada con ella. Así es imposible jugar.

Tom está triste ya que Sofía y Mike no quieren jugar con él porque no tiene superpoderes como ellos. Tom es bueno en otras cosas y los dos hermanos le ayudarán a darse cuenta de que lo que puede hacer él es también muy divertido.

Se celebra el Festival de la charca, el evento musical más importante del año, y Ragoo tiene muchas ganas de estar en él. Sin embargo, Ragoo canta fatal y no lo seleccionan para participar. Lo mismo le pasa al simpático sapo de la charca, por lo que los hermanos organizan una actuación alternativa.

Happy, el pez globo, tiene un mal día y se comporta de forma antipática con los demás. Los hermanos y los habitantes del fondo del mar idean una manera para hacerle cambiar de humor.

Los hermanos y Ragoo viajan a la época de los dinosaurios y se encuentran con tres lagartos que están intentando esconderse de un dinosaurio rojo que los persigue y, para ellos, es aterrador.

Los hermanos se encuentran con un búho bastante egoísta que no quiere ayudar a Ragoo cuando este se encuentra en apuros porque no va a recibir ninguna recompensa. Pero todo cambia cuando el búho se queda atrapado en un árbol y necesita la ayuda de los demás.

Los hermanos se encuentran con Mía, una bruja muy voluntariosa, pero a la que se le un poco mal la magia porque siempre se queda escasa con todos sus hechizos. Pero cuando conocen al mago que siempre se pasa, se les ocurre que si los dos trabajan en equipo sus hechizos siempre serán perfectos.

Los hermanos se encuentran a un muñeco de nieve muy triste porque el rey Carámbano ha prohibido los cumpleaños y no puede celebrar el suyo. Pero todo cambia cuando se encuentran al rey y le hacen ver lo divertido que puede ser celebrar un cumpleaños.

Los hermanos se dan cuenta de que los niños pequeñitos se asustan por todo: de bañarse, de usar el orinal o de los dinosaurios. Ellos intentarán hacerles ver que todos sus miedos están en su imaginación y que no tienen nada que temer.

Son las doce de la noche, pero nadie duerme. Yoyo y sus amigos están celebrando una fiesta de pijamas porque el castillo ha sido embrujado con un hechizo y nadie volverá a dormir nunca jamás. sin embargo, después de tanta fiesta, los chicos están cansados y quieren dormir, pero no pueden.

Los hermanos tratan de convencer a su amiga de que el castillo donde vive no está encantado. Los chicos creen que todos los ruidos y las marcas de pisadas que se encuentran tienen una explicación lógica y están dispuestos a descubrir su origen.

El perro que logre sacar el hueso de la roca será el legítimo rey de Ladralot, pero los perros grandes no dejan intentarlo a los pequeños. Por eso Ragoo y los dos hermanos se proponen ayudar al pequeño Arturo para que tenga la oportunidad de intentarlo.

Muchos de los animales del bosque están enfermos, pero no quieren ir al médico porque les da miedo. Los hermanos intentarán hacerles ver que ir al médico cuando estás mal tiene muchas ventajas.

Todos los amigos se divierten bailando, todos menos el sapo de la charca, que no sabe moverse y se siente desplazado. Pero los hermanos tienen un plan para conseguir que se mueva como un consumado bailarín.

Los hermanos Yo y Yo ayudan a un muñeco de nieve a perder el miedo a la oscuridad para que éste pueda viajar, con la luz de una luciérnaga dentro de un bote, a la cima de una montaña para ver las Luces del Norte, y pueda, así, apreciar, que hay cosas que sólo se pueden ver de noche.

Los hermanos viajan a una ciudad donde sus habitantes tienen siempre mucha prisa; hasta los relojes van a una velocidad inusitada. Y no pueden solucionar el problema porque hablan tan deprisa que no entienden nada de lo que dicen. Pero encuentran una solución para que se tomen la vida con más calma.

Los hermanos Yo y Yo ayudan a un pequeño lagarto, ignorado por Lagartón, el lagarto más grande, a encontrar el anillo de rubíes de una princesa. Lagartón se cree muy listo porque es el más grande, y no escucha a los pequeños. Pero el pequeño lagarto le da una lección que le hace recapacitar.

Los Gemelos viajan hasta un bosque donde dos pequeños pandas se pelean por una tabla que uno de ellos utiliza como un tobogán y el otro se la quita para usarla como puente. Los Gemelos, usando la tabla como balancín, demuestran que la envidia no sirve para nada si las cosas se pueden compartir.

Los Gemelos viajan a un lugar donde todo se estropea continuamente, y explican a sus nuevos amigos que las cosas que se estropean no se pueden arreglar de cualquier manera, y aunque se tenga prisa, hay que arreglarlas bien, sino volverán a romperse.

Los Gemelos conocen a un dinosaurio llamado Descuidado a quien le gusta estar sucio y se ríe de los que se lavan continuamente. Pero cuando a Descuidado le empieza a doler la tripa, los Gemelos le explican que es porque no se lava bien las manos con agua y jabón antes de comer.

Los Mellizos ayudan a una rana, que no consigue entablar amistad con los patos porque no es como ellos, a que acepte el color verde de su piel, demostrando que el mundo sería aburrido si todos fuéramos del mismo color. Convencen a la rana cuando pintan el arco iris de un solo color.

Los Mellizos ayudan a una tortuga, que sólo tiene como amigo una roca con una cara pintada, a llamar la atención de la tortuga Lavinia, a la que no se atreve a acercarse porque la ve casi inalcanzable. Con el patín de Ragoo intenta atraerse su atención, pero el impulso es brusco y choca con ella.

Los Gemelos están en el desierto ayudando a una mamá dromedaria a que su cría acepte comer hojas para hacer un largo viaje. A la pequeña dromedaria no le gustan porque son verdes y están amargas, pero los Gemelos se las presentan en un plato tan bien adornado, que parecen lo que no son.