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LaLiga | Jornada 9

Real Madrid 4-0 Osasuna: el Madrid de Bellingham se divierte y golea a Osasuna

  • El inglés anotó un doblete, Vinícius se apuntó a la fiesta con otro tanto y Joselu tuvo su cara y su cruz: gol y penalti fallado

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Real Madrid - Osasuna: resumen del partido de la 9ª jornada de Liga

El Real Madrid regaló a los espectadores del Santiago Bernabéu una fiesta de goles ante Osasuna. Los protagonistas, el que se está convirtiendo en "el de siempre": Jude Bellingham, con dos goles para impulsar a un Madrid muy superior; Vinícius, que redondéo la fiesta con el tercero y Joselu, que la cerró con el cuarto y erró el que podría haber sido la manita desde el punto de penalti.

El resultado aumenta la apuesta madridista por la Liga, que no permite que el Girona, pese a su victoria, se vuelva a agarrar a lo más alto y mete presión a un FC Barcelona que jugará este domingo en Granada.

El hambre de Bellingham

Dos Ligas consecutivas sin derrotar a Osasuna en el Santiago Bernabéu, era el mejor aviso a una posible relajación tras la conquista de Nápoles que confirmó su poderosa reacción. El día para el olvido del Metropolitano queda enterrado a base de triunfos y un liderato tan firme como la figura de Jude Bellingham.

De nuevo el inglés, con un hambre voraz. Explotando su llegada desde segunda línea, con una pausa en el momento de la definición que le hace infalible. El Real Madrid logró voltear el rumbo de cada partido. De verse obligado a remontar a ponerse por delante pronto. A los nueve minutos cuando Modric dejaba su visión de juego al movimiento al espacio de Carvajal. El balón atrás a la llegada de Bellingham. El disparo arriba. Imparable para Sergio Herrera.

El Real Madrid aumentó el control del partido en el Bernabéu y el número de pases. Tocó con rapidez, amasó tanto la jugada que por momentos se olvidó de añadir profundidad. Apenas dos remates en el primer acto. Uno solo a puerta en el gol. La presencia de Tchouaméni de central como solución de urgencia, dio buena salida de jugada. La de Camavinga de mediocentro entremezcló el poderío físico de un jugador que cubre mucho campo, con las pérdidas de riesgo.

Antes, dudó en ir arriba y desprotegerse, consciente del peligro a la carrera madridista, o defender restando presencia ofensiva. Se decidió después de sentir poco sufrimiento, en un balón inesperado que cayó a Carvajal, la única acción de peligro del primer acto, cuando optó por picar el balón al portero y se equivocó. Tras la reanudación, cuando el Real Madrid encontró metros para correr, desatar su fútbol vertical y añadir la esperada pegada.

Vinícius vuelve a marcar en el Bernabéu

Se repitió la historia. A los nueve minutos, marcaba el Real Madrid. Bellingham, quien si no. Tocando y lanzando el desmarque a Fede Valverde, al límite del fuera de juego que rompía Juan Cruz, y definiendo en esta ocasión por bajo. Partido sentenciado mientras la grada del Bernabéu cantaba con admiración el "Hey, Jude".

Debe repartir cariño entre sus referentes. Sin olvidar a Vinícius que parecía relegado a un segundo plano hasta que apareció con fuerza en el partido. Con más espacio para correr y mostrar su habilidad, inició su búsqueda del gol hasta que volvió a disfrutar de la sensación de marcar en el Bernabéu.

Kepa había frenado en seco cualquier intento de reacción rojilla. Voló a un disparo de Rubén Peña. Y la goleada tomó forma cuando la inocencia de Osasuna con balón, con líneas adelantadas, provocó una pérdida que encontró la segunda asistencia de Valverde. En esta ocasión con un pase al espacio a la carrera de Vinícius que tuvo tiempo para pensar y resolver la acción con grandeza. Recorte al portero con calidad y gol a puerta vacía.

Soltado de ataduras ofensivas con una sociedad que comienza a carburar, Vinícius cambió el gol para la asistencia para extender el idilio de Joselu con el Bernabéu. El disparo cruzado aumentaba el castigo a Osasuna y pudo ser peor cuando David García, en un partido para el olvido, cortó con el brazo un disparo de Kroos. Rodrygo, el único que faltaba por sumarse a la fiesta, ya estaba sobre el césped y no quiso chutarlo en un claro gesto de falta de confianza. Lo hizo Joselu y Sergio Herrera evitó la manita.