Álex Vidal se prepara para su debut en taekwondo: "Ser campeón paralímpico sería tocar techo"
- El taekwondista gallego hace historia tras convertirse en el único representante de España que debuta en esta nueva disciplina
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El taekwondista Álex Vidal acapara todas las miradas en los Juegos Paralímpicos de Tokyo 2020. Ser el único representante de España en el estreno del taekwondo paralímpico ya lo convierte en leyenda sin haber competido. Este jueves, 2 de septiembre, podremos ver el primer combate de parataekwondo entre Vidal y el egipcio Mohamed Elzayat en la categoría de K43/K44-61kg. En la Villa Paralímpica, se prepara cada día para llegar guapo a la cita y, entre entrenamiento y descanso, ha concedido una entrevista a RTVE.
No está nervioso, ni tiene vértigo por pisar el tatami japonés. "Miedo, ninguno. Ganas, muchísimas". Vidal es consciente de que se enfrenta a un doble estreno: el suyo y el del taekwondo. "Tengo dos sentimientos encontrados: alegría por representar a mi país España, mi comunidad Galicia y mi ciudad Ribeira en los primeros Juegos para el taekwondo, pero tengo tristeza porque sé el esfuerzo, trabajo, y dedicación que mis compañeros llevan haciendo estos años y se quedaron a las puertas y se merecían estar aquí conmigo".
A los nueve meses, le diagnosticaron polirradiculoneuritis, un virus que ataca a los nervios cervicales y que limita la movilidad en los brazos y las manos. "Al principio me dejaba los brazos completamente laxos, y gracias a un fisioterapeuta del hospital de aquel entonces, Braulio Anca, pude hacer rehabilitación y ganar movilidad. Gracias a él, ahora puedo ser una persona completamente autónoma". Llegar hasta aquí, después de haber superado obstáculos, ya es un regalo, reconoce, pero quiere traerse la medalla a casa. "Conseguir medalla en los Juegos Paralímpicos sería ponerle la guinda a un pastel que se lleva cocinando mucho tiempo, y todo deportista sueña con los Juegos Olímpicos y los Juegos Paralímpicos, ya que es lo más grande en nuestro deporte. Ser campeón paralímpico sería tocar techo en mi carrera deportiva, sería lo más grande".
Un ciclo olímpico diferente
Este ciclo olímpico ha sido, cuanto menos, diferente: un año más de preparación y pocos recursos con los gimnasios cerrados. Pero como siempre, Álex supo buscarse la vida. "Tuve la suerte de coger todo el material necesario en el gimnasio y llevármelo a casa. Los vecinos del edificio donde vivo me dejaron entrenar incluso en el garaje y ahí fuimos manteniendo la forma como se pudo hasta que volvimos a las instalaciones".
El jueves, antes de competir, dará "dos saltos" antes de entrar en el tatami. Es su manía principal y, de seguro, le dará suerte para afrontar la competición "más importante" de su vida. Si gana la medalla, tiene claro que tendrá nombre y apellidos. "Esta medalla tendría muchísimos trocitos: desde mi familia, que siempre estuvo empujando para hacer de todo, mis amigos y un montón de gente que pasó por mi vida y dejaron su granito para que yo hoy esté aquí viviendo este sueño. Son muchos para nombrarlos, pero yo los tengo en mi cabeza y no me olvido de ninguno".
El taekwondo, la casualidad más bonita
Después de dar algunas patadas al balón de fútbol, descubrió el taekwondo un día por casualidad. "A 18 años, los médicos me dieron el alta en rehabilitación y me dijeron que me apuntase a un gimnasio para mantener la movilidad de mis brazos. Me apunté al Natural Sport y ahí es donde conocí a Juan Luis, que era el entrenador de taekwondo. Sabía que yo practicaba deportes donde se utilizan las piernas, fútbol, fútbol sala etc., pero un día me dijo que entrase a probar. Como soy algo cabezón pues dije: 'voy y lo pruebo'".
De la afición a la competición, hay un gran paso. Pero, su entrenador, Juanlu, como él lo llama, confió en su talento y le animó a competir con personas sin discapacidad. "Juanlu vio que me movía bien y mejoraba rápido. Me dijo que probase la clase de competición y ahí salió mi parte cabezona. La probé y veía que se zurraban de lo lindo. El primer dia, me preguntaron si me dolían los brazos, pero yo les dije que no, me trataron como si llevara entrenando con ellos toda la vida. Era uno más. Fui para casa, como se suele decir en Galicia, mazado como un pulpo y eso hizo que me enganchara. Me dije a mí mismo: 'algún día les meteré puntos, ganaré un combate'".
Creyó en él mismo y, en 2009, cuando se creó la modalidad de taekwondo paralímpico, se apuntó para competir en el primer Mundial de Baku, una competición que dio un giro de 180º a su vida. "Nos presentamos y, por mala suerte, perdimos el oro a falta de tres segundos. Ahí compaginaba trabajo nocturno con el campeonato, pero viendo que la Federación mundial quería incluir el deporte en los Juegos Paralímpicos, barajé con mi familia centrarme en mi carrera deportiva y cumplir el sueño de representar a mi país en los Juegos donde debuta el taekwondo y ahora, aquí estamos".
Cuatro veces campeón del mundo
Cuando empezó a competir, todo fue coser y cantar. Detrás de un triunfo, llegó el otro. Vidal se ha proclamado cuatro veces campeón del mundo y otras cuatro campeón de Europa. Los títulos le avalan, pero si le preguntan por la medalla que más feliz le hizo, lo tiene claro: "Sin duda la del Mundial de 2017, que venía de un momento muy duro por una lesión. Si me quedaba cojo, yo no puedo usar muletas, pero gracias a los cuidados de Luis, no sólo salí de la lesión sino que ganamos el Mundial más duro que he disputado".
Ahora, no entiende la vida sin el taekwondo. "Este deporte ahora mismo forma parte de mi ADN. Me ha dado un montón de cosas, desde las más difíciles como es saber aprender a resolver problemas en milésimas de segundo como pasa en un combate, como a hacer un montón de amigos".
Cuando la aventura de Tokio termine, le tocará afrontar la realidad: pasar por un quirófano que ha aparcado por su sueño japonés. "A la vuelta, toca operar y recuperar la rodilla, que hace cuatro meses nos rompimos el ligamento cruzado y no daba tiempo de operar. Entre Luis y los servicios medicos del comité aquí estamos a tope para competir y que todo salga bien". Seguro, saldrá bien.