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Tour 2018 | Contracrónica

Empieza el Tour tras una larga espera... y 190 kilómetros después

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Tour 2018. Primera etapa del Tour y primeros sustos para los favoritos

Han pasado 365 días, una semana y 190 kilómetros para que comenzase, de verdad, el Tour de Francia. El sábado 7 de julio era señalado como el día en el que ‘todo’ se esperaba. De salida se esperaba viento -que endurece el esfuerzo físico-, se esperaba una dura lucha para conseguir la fuga –sólo hubo un ataque, a 200km de meta, en el kilómetro uno que fue consentido por el pelotón-, se esperaban unas primeras horas de velocidad trepidante, de nervios, quizás hasta abanicos.

Se esperaba ver a los corredores deslizarse por el Passage de Gois, una insólita calzada a nivel de mar que sólo puede transitarse cuando hay marea baja. Dicho evento fue programado por la luna para el 1 de julio; el Mundial de fútbol consiguió postergar una semana el comienzo del Tour, pero éste no pudo convencer a la reina de la noche que modificara su ciclo vital. Nada de esto ocurrió. Las previsiones son maleables; la naturaleza un imponderable. Como las caídas.

190 km después

Cuando nada había ocurrido, cuando los corredores daban argumentos a quienes piensan que la primera semana de competición sirve únicamente para echarse la siesta, cuando sólo quedaba aguardar el sprint final que designara el ganador de la etapa, cuando la espera estaba abocada a una nueva desilusión, cuando el ciclismo parecía un teatro, emergió el Tour en gran escenario francés.

En esta función no había tablas, había asfalto y un escenario final hábilmente diseñado por la organización. A falta de diez kilómetros para llegar a meta, entre carreteras estrechas, glorietas, isletas, giros a izquierda y derecha, un giro de guion subvirtió el orden establecido.

Fue un tímido enganchón, sin afán de protagonismo y entre dos corredores de un mismo equipo, un truco de ilusionista del mal fario lo que diseccionó el pelotón en dos y llenó de adrenalina la sangre de los ciclistas. Entre los afectados en esta primera criba estuvieron el campeón nacional francés Arnaud Demare y dos de los favoritos: Richie Porte y Adam Yates.

En el pelotón se sembró la incertidumbre, nadie sabía quién quedaba estaba atrás porque las cámaras de la televisión no fueron capaces de describir la situación en este momento tan crucial. El equipo de Porte -hábil en Twitter al notificar que su corredor había enganchado con el grupo, como quien hace mutis por el foro- en medio del desconcierto, quiso evitar que su corredor fuese el gran damnificado de la jornada.

Fue otra mera ilusión ya que, su ex-amigo y ahora acérrimo rival se cayó a la vista de todos a falta de escasos seis kilómetros de meta, ese que tantos quebraderos de cabeza le ha dado, el máximo favorito, el que oposita al trono de ‘Los 5’, el director de los últimos cuatro festivales del Sky, el número 1: Chris Froome.

Aunque la noticia corrió por el seno del pelotón, ya no se pudo correr más. Los equipos de los esprinters hacían piruetas para transitar a la mayor velocidad posible la encerrona final y colocar a sus líderes en las primeras posiciones.

Cuando ya todo lo que tenía que pasar parecía cosa del pasado Nairo Quintana, a escasos cuatro kilómetros de la llegada, se subió a un bordillo (a 55 km/hora), reventó sus dos ruedas, perdió cerca de minuto y medio, y quién sabe si sus esperanzas de liderazgo: primero del Movistar y luego de la carrera.

En esta escena final, Mikel Landa, Romain Bardet y el silencioso Dumoulin fueron los grandes beneficiados. Los Froome, Porte y Yates tienen para la crono por equipos del lunes para lidiar con esta pérdida; sin embargo, cuando el infortunio te encuentra tan temprano primero te quita la vitola de intocable, luego el sueño y, tal vez, la victoria final. Por cierto, la primera etapa de este Tour se la llevó un debutante: el `anti-escarabajo’ colombiano Fernando Gaviria. Al final los asistentes se pusieron en pie.