En el hospital Nasser, en Jan Yunis, decenas de bolsas de plástico con cuerpos palestinos entregados por Israel se apilan a la espera de un nombre. Solo llevan un número. Las autoridades sanitarias de Gaza han asegurado que muchos presentan signos de tortura y mutilación, lo que complica su identificación en un territorio sin medios para realizar pruebas de ADN.
Entre los pasillos del hospital, madres y familiares buscan entre fotografías proyectadas alguna pista que les devuelva a los suyos. Algunos cuerpos fueron hallados con las muñecas atadas, lo que apunta a que podrían haber muerto bajo custodia israelí; otros, según las autoridades locales, serían víctimas directas de los bombardeos.
El acuerdo de alto el fuego incluía también un canje de cadáveres: 15 cuerpos palestinos por cada rehén israelí fallecido, el intercambio más doloroso de un proceso que intenta sostener una paz aún frágil.
Foto: OMAR ASHTAWY