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Elecciones en Reino Unido

Boris Johnson, a la caza de la mayoría absoluta para esquivar la maldición del 'Brexit'

  • Sus dos predecesores en el cargo, Theresa May y David Cameron, dimitieron por la ruptura con la Unión Europea
  • Cualquier opción que no sea una mayoría suficiente entorpecería sus planes para consumar la salida en enero

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El primer ministro británico y candidato conservador en las elecciones, Boris Johnson, durante uno de sus últimos mítines
El primer ministro británico y candidato conservador en las elecciones, Boris Johnson, durante uno de sus últimos mítines.

A punto de llegar a la meta, Boris Johnson sabe que juega en el alambre y que no puede confiarse en las elecciones de Reino Unido: "Tenemos que seguir peleando por cada voto", les decía a los suyos el primer ministro británico este martes en un mitin, consciente de que la amplitud de su ventaja en las encuestas puede esconder una victoria insuficiente, puesto que todo lo que no sea una mayoría absoluta entorpecería sus planes para consumar el Brexit el 31 de enero e incluso podría convertirle en el tercer primer ministro consecutivo que se ve obligado a dejar el cargo por culpa de una ruptura con la Unión Europea que nadie ha sido capaz de desanudar hasta el momento.

"Son las elecciones más difíciles de las últimas décadas", explica a RTVE.es el analista Francis Ghilès, investigador asociado del CIDOB, que señala varios factores que pueden decantar la balanza, desde la incógnita de la participación hasta la inscripción de "más de tres millones de nuevos votantes, jóvenes que van a votar por primera vez". En cualquier caso, parece claro que las urnas volverán a reflejar un país fracturado por el proceso de salida del club comunitario.

David Cameron fue el primero en sufrir ese desgarro, víctima de un error de cálculo al aceptar someter a referéndum un malestar con el que el país, y especialmente el Partido Conservador, convivía desde hacía décadas. Ni siquiera Margaret Thatcher, profundamente euroescéptica, por no decir eurófoba -"A lo largo de mi vida, todos nuestros problemas han venido de la Europa continental y todas las soluciones han venido de las naciones anglohablantes a lo largo y ancho del mundo", llegó a decir-, se atrevió a abrir la puerta de salida de Europa.

Pero Cameron, envalentonado por la victoria política que le supuso en 2014 el 'no' en el referéndum de independencia de Escocia, quiso matar dos pájaros con un único tiro: un pronunciamiento claro de la sociedad británica contra la salida del club comunitario frenaría el ascenso del Partido de la Independencia de Reino Unido de Nigel Farage, que había sido el ganador en las elecciones europeas, y acallaría las críticas internas de los conservadores más euroescépticos.

El inesperado resultado del referéndum de 2016 no solo fue una bofetada de realidad, sino que le obligó a abandonar el cargo con un legado completamente ensombrecido por esa derrota: siempre será el primer ministro que permitió la salida británica de la Unión Europea. Años después, al publicar sus memorias, Cameron reconocía que se había equivocado, al tiempo que lamentaba la situación en la que había dejado el país.

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La peor crisis institucional desde la Segunda Guerra Mundial

Porque, a raíz de esa decisión, Reino Unido afronta la peor crisis institucional desde la Segunda Guerra Mundial. Una tormenta perfecta que ha dividido a la sociedad y ha paralizado a su clase política, y para la que Boris Johnson ofrece una escapatoria, por espinosa que sea: su acuerdo con Bruselas para el Brexit implica, además de las concesiones que ya hizo Theresa May, establecer una frontera comercial con Irlanda del Norte y, si consigue aplicarlo, deberá luego negociar la relación futura con la Unión Europea, lo que se anticipa aún más complejo.

"Hay una incertidumbre enorme", recalca Ghilès, que concede que, si los conservadores tienen mayoría, "van a sacar al país de la Unión Europea, pero los acuerdos comerciales posteriores pueden llevar dos o tres años". El plazo marcado en el pacto con la Comisión Europea fija la fecha límite en diciembre de 2020.

No veo ninguna alternativa a una mayoría [conservadora]. Es difícil imaginar cómo concluiremos el Brexit sin una mayoría

En cualquier caso, para avanzar en su estrategia Johnson necesita una mayoría absoluta que le despeje el camino: "Solo tenemos que llevar a cabo el Brexit", insistía este martes en su discurso en Staffordshire, en el corazón de Inglaterra, donde advertía: "No veo ninguna alternativa a una mayoría [conservadora] que funcione para hacerlo. Es difícil imaginar cómo concluiremos el Brexit sin una mayoría". Si el triunfo se queda a medias, si no alcanza los 326 escaños en la Cámara de los Comunes, se vería abocado a repetir los errores de Theresa May.

La sucesora de David Cameron, que había defendido la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea en el referéndum, asumió el cargo con el compromiso de dar cumplimiento a lo que los ciudadanos habían elegido. Su error fue que, contando ya con mayoría en el Parlamento de Westminster, aunque fuera por poco margen -solo seis escaños-, creyó necesario reforzar su autoridad de cara a la negociación con Bruselas con unas elecciones generales, ganando además margen parlamentario.

Las urnas, como a Cameron, le fueron esquivas: May perdió escaños, lo que desinfló sus expectativas de cara a negociar el Brexit, y, sobre todo, perdió la mayoría absoluta. Desde entonces, y pese a que logró alcanzar un acuerdo con la Comisión Europea para la salida, se topó con la resistencia de la Cámara de los Comunes: su pacto fue rechazado hasta en tres ocasiones por los diputados, con el voto en contra de sus socios de gobierno, los unionistas norirlandeses, e incluso de buena parte de sus compañeros de partido, los más euroescépticos.

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El temor de Boris Johnson

El problema es que los comunes, que han llegado a arrebatar la agenda legislativa al Gobierno en un par de ocasiones, tampoco han sido capaces de aprobar por mayoría ninguna otra alternativa, salvo que no quieren una salida abrupta, sin acuerdo. May tuvo que aplazar en dos ocasiones la salida, hasta que zarandeada por su propio partido y agotada por chocar una y otra vez contra el muro de Westminster, reconoció su derrota el pasado verano y abandonó entre lágrimas el 10 de Downing Street, dando paso a Boris Johnson.

El carismático exalcalde de Londres prometió que no habría una tercera prórroga, que en octubre de este año Reino Unido saldría de la Unión Europea con o sin acuerdo. Una promesa incumplida, aunque, a cambio, ha conseguido lo que parecía imposible, que la Unión Europea aceptara renegociar el acuerdo. Pero ha tropezado con el mismo bloqueo que May, por lo que forzó la convocatoria de otras elecciones generales. Su anhelo es el mismo que el de May, una mayoría fuerte para dar carpetazo al Brexit.

Su temor es que, pese a que los sondeos le garantizan la victoria, no está igual de claro que supere el umbral de los 326 escaños. Los promedios de encuestas le otorgan una ventaja de diez puntos sobre el laborista Jeremy Corbyn en intención de voto general, pero la última proyección de escaños de YouGov estima una horquilla de entre 311 y 367 diputados conservadores: "En virtud de este modelo, no podemos descartar un Parlamento colgado [sin mayorías]", ha reconocido el director de investigación política del instituto de opinión, Anthony Wells, según recoge Efe.

Un escenario, el de un 'Parlamento colgado', que sería muy perjudicial para Johnson, porque le abocaría un abanico de opciones a cada cuál peor: buscar una nueva alianza con los unionistas norirlandeses, que rechazan su acuerdo con Bruselas, o intentar atraerse a los laboristas ofreciendo un segundo referéndum sobre la salida, una posibilidad que siempre ha criticado.

Ghilès considera que, mientras gane las elecciones, Boris Johnson seguirá aferrado al puesto: “Si tiene más diputados que el laborismo, no va a dimitir fácilmente”, opina. Pero si ninguna de las alternativas funciona, podría convertirse en el tercer primer ministro sacrificado, en solo tres años, en el altar del Brexit.