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Las claves del juicio contra Ana Julia Quezada por el crimen de Gabriel: ¿homicidio o asesinato?

  • El juicio ha concluido tras siete sesiones de vista oral con múltiples testigos
  • Ahora el jurado popular tendrá que si fue "accidental" o "premeditado"

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Juicio contra Ana Julia Quezada, autora confesa de la muerte de Gabriel Cruz
Ana Julia Quezada, autora confesa de la muerte de Gabriel Cruz, a su llegada a la Audiencia de Almería.

El juicio por el crimen del pequeño Gabriel Cruz Ramírez a manos de la que fuera la novia de su padre, Ana Julia Quezada, ha finalizado en la Audiencia Provincial de Almería tras siete jornadas, dos de las cuales a puerta cerrada por petición expresa de la familia del menor, y está pendiente del veredicto del jurado popular, que ya ha comenzado a deliberar.

Gabriel Cruz, que tenía ocho años, desapareció el 27 de febrero de 2018 tras salir de la casa de su abuela paterna en Las Hortichuelas para jugar con sus primos que vivían en una vivienda a pocos metros, pero a la que nunca llegó. Doce días después, tras una intensa búsqueda, en la que participaron más de 1.500 profesionales de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y más de 2.000 voluntarios, se localizó su cadáver en el coche de Ana Julia Quezada, que fue detenida.

Entonces, la acusada confesó haber acabado con la vida del pequeño de manera "accidental". Sin embargo, durante la vista oral, que se ha celebrado con jurado popular, Fiscalía y acusación particular han tratado de demostrar que fue "premeditado".

Estas son las claves del juicio contra Ana Julia Quezada, que quedará visto para sentencia una vez se conozca el veredicto del jurado, que servirá de base para que la juez Alejandra Dodero dicte la pena.

1. ¿Homicidio o asesinato?

El jurado popular, compuesto por nueve personas -dos hombres y siete mujeres- tendrá que dilucidar el grado de culpabilidad de la acusada y lo harán incomunicados, pues no podrán recibir llamadas, visitas ni hablar con la prensa porque las deliberaciones "son secretas", según recordó la magistrada.

Los nueve tendrán que declarar probados o no los diferentes puntos recogidos, en base a "las pruebas que han presenciado", y determinar si el crimen del pequeño Gabriel fue un homicidio imprudente o doloso, como sostiene su defensa, un asesinato con alevosía, como asegura la Fiscalía, o un asesinato con ensañamiento, como considera la acusación particular, aunque en última instancia, será la juez del caso la que dictará sentencia.

Si el jurado determina que fue asesinato, tanto con alevosía como con ensañamiento, Ana Julia Quezada se enfrentará a una pena de prisión permanente revisable. En cambio, si es homicidio, la pena será de 15 años de cárcel como máximo.

Durante el juicio, tanto Fiscalía y acusación particular ejercida por el abogado de la familia de Gabriel Cruz han sostenido que se trató de un "asesinato premeditado" con un "macabro plan", pero han diferido sobre las circunstancias que rodearon la muerte que, según la autopsia, fue por "asfixia".

Para la Fiscalía se trata de un "asesinato con alevosía", porque considera que la acusada había planeado acabar con el pequeño porque le "estorbaba", pero ha descartado que hubiera "circunstancia de ensañamiento", algo que el letrado de la familia de Gabriel siempre ha defendido, pues cree que Quezada se ensañó con el niño porque le asesinó tras ejercer "una violencia intensa y extensa" sobre él y tras dejarle "agonizar" casi una hora.

Además, tanto el ministerio público, como el abogado de la familia reclaman dos delitos de lesiones psíquicas a los padres, y la acusación particular ha añadido dos delitos más contra la integridad moral.

En cambio, para la defensa de Quezada, la muerte del menor fue un "fatídico accidente", fruto de un "arrebato", por lo que considera que fue un homicidio imprudente, o en todo caso, un homicidio doloso. Asimismo ha asegurado que concurren atenuantes, como el de confesión y el de haber actuado bajo la influencia de drogas, pues solía tomar medicamentos como Lorezepam.

2. Quezada asegura que “no quería matar al niño”

La acusada ha sostenido desde el principio que la muerte del pequeño Gabriel fue un "accidente", y así lo explicó también en el juicio. En su declaración, entre sollozos y lágrimas, aseguró que "no quería matar al niño”, sino solo que "se callara".

En su relato de los hechos, Gabriel Cruz comenzó a insultarla y amenazarla con un hacha que había en la finca, y que para hacerle callar, le tapó la boca y la nariz hasta que se dio cuenta de que el pequeño no respiraba.

También afirmó que no confesó antes, durante la búsqueda, porque no sabía cómo decírselo al padre del niño. Y además dijo que el día de la detención pretendía suicidarse y que dejó la camiseta de Gabriel.

3. La camiseta de Gabriel

Precisamente el hallazgo de esa camiseta cuatro días después de su desaparición marcó "un punto de inflexión" en la investigación, según han reconocido varios guardias civiles. A todos les sorprendió que la encontrara la acusada, que apareciera donde apareció y que tuviera manchas como de haber sido rozada contra el suelo "a propósito".

Desde ese momento, Quezada se convirtió en la principal sospechosa de la desaparición de Gabriel, aunque nunca imaginaron que lo había matado, sino que se trataba de "un secuestro", pues la acusada había instado a los padres a incrementar la recompensa que querían dar a cambio de pistas sobre el paradero del menor, y se había enfadado cuando no la aumentaron.

4. "Fría", "manipuladora" y "mentirosa"

Durante el juicio, varios testigos han dibujado el perfil de Ana Julia Quezada como el de una persona "fría", "mentirosa", "manipuladora", que durante la búsqueda del niño quiso ejercer de representante del padre.

Ya antes de empezar a sospechar de ella, los investigadores notaron que Quezada mentía incluso en aspectos que nada tenían que ver con la investigación, algo que les pareció raro.

También su expareja Sergio Melgizo declaró que uno de los días durante la búsqueda se encontró con ella, Ángel Cruz y una amiga de éste a las puertas de su casa, y ella hizo como si no le conociera de nada. También relató que durante el matrimonio la "pilló mintiendo" en numerosas ocasiones y que por eso se divorciaron.

De su frialdad, dio testimonio su única hija, Judith, que reside en Burgos. La joven, que pidió no ver a su madre durante su declaración, explicó que no había "apego" con su progenitora. También explicó que se sintió "manipulada" cuando Quezada le hizo telefonear al psicólogo de la familia para hablar mal del exmarido, y reconoció que le pareció raro que su madre hablara del "buen tipito" que tenía en plena búsqueda.

Varios de los guardias civiles advirtieron de que Quezada trató de incriminar a su expareja Sergio Melgizo. De él fue diciendo que "odiaba a muerte a los niños" y que tenía una furgoneta blanca, como la que varios vecinos dijeron haber visto por Las Hortichuelas el día de la desaparición del menor. Y por último, dijo haber encontrado una camiseta del niño a pocos metros de la casa de él.

También a los investigadores les llamó la atención que ejerciera de representante de Ángel Cruz, respondiedo a las llamadas que hacían al padre e interesándose por la investigación.

5. El telefóno móvil de Quezada

Según el análisis del registro de datos del móvil de Quezada, la tarde del crimen permaneció en la finca de Rodalquilar durante 3 horas y 19 minutos, tiempo en el que cometió el asesinato, hizo el hoyo donde escondió el cadáver del niño e incluso pintó una puerta y se fumó un cigarro.

Ese registro muestra que llegó a la finca poco después de las 15:46 horas, momento de la última conexión del móvil a la antena ubicada en Las Hortichuelas, y que no hay ningún otro dato de movimiento hasta las 16:46 horas, cuando el aparato se conecta a la antena más cercana a la finca de Rodalquilar, aunque el móvil "no es utilizado para nada" durante una hora y 52 minutos.

Y finalmente abandona la finca poco después de recibir la llamada de Ángel Cruz esa tarde a las 18:55 horas para avisarle de la desaparición de Gabriel.

También el móvil ha sido protagonista en el juicio por otra razón. La acusada lo perdió durante la búsqueda hasta en dos ocasiones, y una de ellas, fue encontrado por una amiga del padre "como colocado en un palmito".

6. La pala y el hacha

En la finca de Rodalquilar, los investigadores hallaron una pala, un hacha y un rastrillo. De la pala y el hacha han hablado mucho durante el juicio, y se han mostrado en varias ocasiones a los testigos.

La pala fue la que usó Quezada para cavar la fosa donde escondió el cadáver de manera “temporal”, hasta que se lo llevó el día que fue detenida. En cuanto al hacha, fue la herramienta con la que supuestamente el niño amenazó a Quezada. En ella, los peritos hallaron "material genético" de Gabriel, que bien podría ser también "compatible" con el hecho de que la acusada hubiera golpeado con ella al menor.

El tío de Gabriel explicó que esas herramientas no pertenecían a la finca, sino que eran de un cortijo de la familia que ya habían vendido y que solían estar en la casa de la abuela de Las Hortichuelas. También relató que le llamó la atención encontrarlas el mismo día de la desaparición “alienadas” en el jardín de la finca. Y que después, el hacha apareció como arrojada entre las dos viviendas de la finca.

7. El niño sufría episodios de angustia

El psicólogo de Patricia Ramírez, madre de Gabriel, explicó que el pequeño mostraba "sentimientos de angustia y de miedo inespecífico" ante Ana Julia Quezada y que empezó a sufrirlos cuando se inició la convivencia de esta con el padre del menor.

Y también aseguró, el niño empezó a rechazar a acudir a las visitas acordadas con su padre. Por ello, la psicóloga que trataba al niño instó a Ángel Cruz a pasar más tiempo con Gabriel.

8. El coste de la búsqueda

A la acusada también le reclaman, como responsabilidades civiles, el pago de una indemnización a los padres y la abuela por el daño moral, así como el coste del dispositivo de búsqueda.

El coronel jefe de la Comandancia de Almería cifró el coste de dicha búsqueda en 200.203,38 euros, pues supuso la "implicación de un montón de unidades diferentes", y no solo de Almería, sino también de Madrid.

9. El comportamiento durante el juicio

Ana Julia Quezada llegó a la Audiencia Provincial de Almería con un evidente cambio de look: pelo liso y más delgada que cuando la detuvieron. Al respecto, la fiscal resaltó que ya no era "tan corpulenta" como cuando acabó con la vida del niño.

Durante su declaración, así como cuando Fiscalía y acusación particular han expuesto los hechos y sus conclusiones, Ana Julia Quezada no ha parado de sollozar, aunque apenas ha derramado lágrimas, algo que hizo que el abogado de la familia se quejara en una ocasión, porque decía que le desconcentraba.

En cambio, en otros muchos momentos, durante las declaraciones de guardia civiles, se ha mostrado ausente, como si no fuera con ella el juicio.

Sus últimas palabras, a las que tiene derecho todo acusado en un juicio, han sido para "pedir perdón" , entre sollozos, a la familia de Gabriel, a su propia familia y a toda España.