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La ira contra las embajadas estadounidenses golpea la "primavera árabe" de Obama

  • Egipto, Libia, Túnez y Yemen han sido escenarios de protestas
  • Los disturbios ponen en jaque la política de Obama en Oriente Medio

Ver también: Especial Revueltas en el mundo árabe

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EE.UU. cree que el ataque contra su embajada en Libia fue planeado

Del histórico y amigable “salam aleikum” de Barack Obama en la Universidad del Cairo en 2009 a los gritos de “EE.UU. fuera de Egipto” de manifestantes musulmanes estos días ha pasado más de un año y medio y una primavera árabe de revueltas democráticas sin precedentes.

El recién elegido presidente de EE.UU. apostó entonces por un “nuevo comienzo” en las relaciones entre Washington y Oriente Medio en un discurso revolucionario en el corazón del mundo árabe, El Cairo. Hoy, esa “ciudad eterna” evocada por Obama ha encendido la mecha de una ola de ataques contra embajadas estadounidenses que ponen en jaque la política exterior del presidente demócrata en plena campaña electoral.

Tras los enfrentamientos frente a la legación diplomática de EE.UU. en El Cairo, con violentos disturbios y decenas de heridos, Túnez, Libia y Yemen se han sumado a las protestas. Un supuesto vídeo que se mofa del Islam y del profeta Mahoma ha resucitado el sentimiento norteamericano.

Egipto no es Libia

En Libia la ira fue más allá de la quema de banderas. Un ataque de un presunto grupo islamista al consulado en Bengasi acabó con la vida del embajador Chris Stevens y varios diplomáticos. Sin embargo, para Estados Unidos, "el problema más grande políticamente es Egipto", según Martin S. Indyk, ex embajador de Estados Unidos en Israel.

"Ningún estadounidense ha perdido la vida, pero es la cuarta vez que asaltan la embajada en El Cairo sin que la policía egipcia haga nada", ha señalado Indyk en The New York Times. "¿Y dónde está la condena del presidente Morsi por esto?".

En Washington, la respuesta del presidente egipcio a los ataques contra EE.UU. se ve con una mezcla de incredulidad e indignación. Frente a la contundencia del Gobierno libio, Mohamed Mursi apenas ha dedicado una reprimenda sin consecuencias a los asaltantes de la embajada norteamericana en El Cairo y con 24 horas de retraso.

“En el largo plazo, Libia es principalmente un problema para los libios”, explica Robert Malley, director del programa Oriente Medio y Norte de África en el Grupo Internacional de Crisis. Lo que ocurre en Egipto, por el contrario, afectará profundamente a la región y afectará profundamente a la postura de EE.UU. en la región, "desde las actitudes del pueblo hacia EE.UU., o las relaciones entre los Hermanos Musulmanes y el Ejército egipcio, o las relaciones entre El Cairo y Jerusalén, y la situación en el Sinaí", señala.

Las consecuencias en Israel

Egipto ha sido un aliado de EE.UU. desde la firma del tratado de paz entre el país árabe e Israel en 1979 y el segundo receptor de armamento norteamericano después de Israel.

“¿Cómo va a llegar ahora el presidente y nos va decir que tenemos que perdonar un billón de euros de deuda a Egipto?”, se pregunta Steven A. Cook, un alto miembro del Consejo de Relaciones Exteriores, en relación al anuncio de Obama de aprobar una moratoria en el pago de la deuda al nuevo Gobierno de los Hermanos Musulmanes.

Pero esta no es la única pregunta a la que Obama tiene que dar respuesta. El Ejecutivo islamista de Mursi ha puesto a su administración en la encrucijada después de que el presidente estadounidense les haya allanado el camino al poder en contra de los deseos de aliados tradicionales como el Ejército egipcio, los estados del Golfo Pérsico e Israel.

El presidente estadounidense, en una entrevista en Telemundo, ha afirmado que no considera a Egipto ni un amigo, ni un enemigo. Los expertos tratan de descifrar estas palabras y se cuestionan si EE.UU. debería reducir la ayuda militar a Egipto tras las elecciones, una decisión difícil que podría poner en riesgo el acuerdo de paz con Israel, o si debería involucrarse más directamente en Siria para asegurarse que los grupos islamistas no asumen también el poder allí si Bachar al Asad es finalmente derrocado.

Obama en la primavera árabe

Según The Washington Post, los ataques contra embajadas estadounidenses "representan el desafío más serio al intento de Obama de transformar una región tradicionalmente anti-americana en una más confiada en las intenciones de EE.UU. y que pueda servir como contrapeso, con Israel, a las ambiciones de Irán".

Los esfuerzos de Obama por cambiar la imagen de EE.UU. en Oriente Medio han sido poco efectivos, según las encuestas de opinión en la región, en parte por su incapacidad para avanzar en el conflicto árabe-israelí y satisfacer las expectativas del pueblo palestino. De hecho, en varios países árabes, los índices de popularidad de Estados Unidos han sido más bajos con Obama de lo que eran en los últimos años de la administración del presidente George W. Bush, según The Foreign Policy.

Para la periodista Shadi Hamid, EE.UU. no puede cambiar su historia con el mundo árabe de la noche a la mañana. La relación ha estado basada en la desconfianza, a veces justificada –y menciona los golpes a gobiernos democráticos en Argelia o Irán–, pero también “ilegítima”. “La actitud árabe hacia el poder preeminente en el mundo es generalmente lo que los economistas denominan inelástica”, afirma. Es un sentimiento que no cambia pese “a las cosas buenas” que haga.

Escalada de tensión en clave electoral

Obama apostó su estrategia política en Oriente Medio en legitimar unas revueltas populares, pacíficas, que luchaban por la libertad y la democracia. EE.UU. tendía su mano a los revolucionarios y daba la espalda a los dictadores con los que había negociado en connviencia durante años.

Ahora, el dirigente norteamericano encuentra que esa mano revolucionaria que le recibe es la de Gobiernos islamistas que han accedido al poder a través de las urnas. Y que los jóvenes que se encuentra en las calles son manifestantes que cantan contra EE.UU. Y que, además, esa escalada de tensión ocurre a escasos dos meses de unas reñidas elecciones presidenciales donde Obama no tiene tan fácil revalidar su cargo.

La política exterior, hasta ahora marginada en la campaña electoral, jugaba a favor del presidente y era el talón de Aquiles de un inexperto Mitt Romney, poco ilustrado en la materia como dejó patente en su visita a Londres y Jerusalén.

La retirada de Irak y la muerte de Osama bin Laden son puntos en el casillero de Obama, pero ahora las imágenes de banderas estadounidenses en llamas en "territorio amigo" dejan en evidencia su estrategia política y le hacen más difícil rentabilizar su apoyo a la "primavera árabe". Romney lo sabe y no ha perdido el tiempo en atacar al presidente por su "debilidad" y "falta de liderazgo".