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El régimen de Yemen, muy debilitado por las dimisiones y la desobediencia de parte del Ejército

  • El número dos de los uniformados anuncia su apoyo a las revueltas
  • El presidente Ali Abdalá Saleh afirma que resistirá
  • Francia considera "inevitable" la marcha de Saleh

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Manifestantes yemeníes llevan a hombros a un soldado del Ejército durante una manifestación antigubernamental
Manifestantes yemeníes llevan a hombros a un soldado del Ejército durante una manifestación antigubernamental.

La posición del presidente de Yemen, Ali Abdalá Saleh, en el poder desde hace 32 años, es cada vez más débil después de la matanza de decenas de opositores el viernes pasado.

Este lunes, el considerado "número dos" del Ejército yemení, el general de división Mohamed Ali Mohsen, ha anunciado en un vídeo difundido por el canal catarí Al Yazira su apoyo "a la revolución del pueblo y sus peticiones". Tras el anuncio, al menos 60 oficiales le han secundado y otros 50 funcionarios del Ministerio de Sanidad también han dimitido y se han sumado a las revueltas.

Mohsen, que es además hermanastro del presidente Ali Abdalá Saleh,  ha explicado que "la opresión  contra los manifestantes pacíficos reunidos en las plazas de las  provincias del país ha causado una crisis, que ha aumentado día a día y  que lleva al país al borde de una guerra civil".

"Anuncio de su parte (soldados y oficiales de las fuerzas armadas)  nuestro apoyo pacífico a la revolución pacífica de los jóvenes y a sus  peticiones", afirmó el dirigente militar.

"Vamos a llevar a cabo nuestro papel de proteger la seguridad y la  estabilidad en la capital y donde sea necesario junto a nuestros  hermanos de las fuerzas armadas", ha añadido Mohsen que, en ningún momento,  anunció su renuncia.

El jefe tribal más importante de Yemen, el jeque Sadek Al  Ahmar ha  pedido también a Saleh que "evite el derramamiento de sangre y opte por   una salida honorable" en una entrevista en Al Yazira.

"Anuncio en nombre de todos los miembros de mi tribu, nuestro apoyo a   la revolución", ha señalado Ahmar, jefe de la poderosa confederación   tribal Hached, a la que pertenece el jefe de Estado.

En este contexto, el ministro de Defensa, general Mohamed Naser Ahmed, ha tenido que mostrar explícitamente su apoyo al régimen. 

"Las Fuerzas Armadas y la policía no van a permitir de ninguna manera ningún intento de oposición a la democracia, a la legitimidad constitucional y de perjudicar la seguridad nacional", ha dicho Ahmed en un comunicado transmitido por televisión.

Saleh asegura que resiste

En los últimos días, han dimitido los ministros de Turismo, de Asuntos  Religiosos y de Derechos Humanos,   así como otros 17 diputados y  responsables gubernamentales. Los   embajadores en Siria y Arabia Saudí también han anunciado este lunes su dimisión   en protesta por la represión.

No obstante, el presidente asegura que aún resiste y que la mayoría del pueblo le apoya. "Resistimos igual que las montañas (...), así como la mayoría del pueblo yemení, que permanece al lado de la seguridad, la estabilidad y la legitimidad constitucional", ha dicho Saleh durante una reunión con dirigentes tribales en Saná.

Saleh ha asegurado que "los que llaman al caos, la violencia, el odio y los actos de sabotaje son una minoría", y ha acusado a los manifestantes de "estar en contra de la legitimidad constitucional".

En la esfera internacional, el ministro francés de Exteriores, Alain Juppé, considera que la marcha de Saleh "es inevitable". EE.UU. considera la violencia "inaceptable" y el primer ministro británico, David Cameron, se ha mostrado "extremadamente preocupado" por la situación y ha instado a los gobiernos de la zona a responder a las demandas de su población.

Más de 10.000 personas se manifiestan en la capital

Coincidiendo con el rezo del mediodía de este lunes, unas 10.000 personas  se han concentrado en la plaza de Saná rebautizada como la plaza del  Taguir (cambio, en árabe), en cuyos accesos han sido desplegados decenas  de militares desde la tarde del domingo.

Asimismo, vehículos militares se han posicionado junto a los  principales edificios gubernamentales de la capital y la sede del  partido gobernante, así como en distintas oficinas bancarias.

El presidente Saleh declaró el estado de emergencia durante 30 días tras la masacre del viernes. La medida restringe la libertad de circulación y el derecho de reunión y, además, da mayores poderes a la policía para realizar arrestos.