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Las claves del Real Madrid - O. Lyon

 Por David Ramos
Lo acabas pagando. Es ley del fútbol. Un día normal, el Real Madrid se hubiese ido al descanso con 3-0, pero perdonó y eso le costó quedarse fuera de la Champions en octavos por sexto año consecutivo. Primero Kaká, luego Higuaín por partida doble, Cristiano de cabeza... Sin hacer un juego espectacular, el conjunto blanco acumuló ocasiones suficientes en el primer tiempo como para dejar resuelta la eliminatoria. Pero no resolvió. El Madrid, que tuvo el arranque soñado con un gol de Cristiano nada más comenzar el encuentro, se dejó su habitual pegada en el vestuario, no supo rematar al rival y fue el Olympique de Lyon el que hizo de grande y no hizo concesiones. A falta de un cuarto de hora, Pjanic mató la eliminatoria fusilando a Iker Casillas.
La de Higuaín fue la jugada del partido. Pase en profundidad de Granero al 'Pipita', que encara a Llorís. El '20' blanco se va de él y con todo a favor, incluso con tiempo para pensar y con ángulo de sobra, envía el balón a la madera. Ya fuese por exceso de confianza, por no levantar la cabeza lo suficiente o por simple mala suerte, lo cierto es que la portería se le hizo pequeña, como ya le pasó al poco tiempo de llegar a Madrid en una jugada similar. El Madrid perdió una ocasión inmejorable para ponerse 2-0 cuando mejor estaba jugando y el argentino empezó a acusarlo.

El delantero, que está gafado en Europa, volvió a fallar pocos minutos más tarde otra ocasión clarísima que sacó el guardameta galo con una mano prodigiosa por abajo. Cristiano, que estaba sólo, le abroncó y, salvo un cabezazo que salió rozando el poste, nada más se supo de él. Su cabeza, el lamento de fallar lo infallable, le sacó del partido. No tuvo fuerza mental para reponerse y fue una sombra en el segundo acto.

El fútbol fue injusto con él. Injusto por cómo una jugada puede destrozar una campaña espectacular. Injusto porque no se merecía un revés así y porque no pudo tapar la boca a quienes le acusan de no aparecer en las grandes citas, un sambenito que no podrá quitarse en mucho tiempo, por bien que siga haciéndolo en Liga. Ahora más que nunca es cuando los capitanes y la afición deben arroparle. Palo en la definición, palo para el Madrid en forma de eliminación y palo, aún más gordo, para Higuaín.
Para que luego digan que los entrenadores no sirven para nada. Magnífico en los dos partidos. El técnico suizo ya acertó con el planteamiento de la ida, pero lo de ayer tuvo más mérito por el hecho de saber cambiar un partido sobre la marcha, de decir 'quiero que mi equipo juegue así' y que esa consigna se vea reflejada sobre el terreno de juego.

Vio que su equipo, aunque bien plantado, estaba dejando sacar fácil la pelota al Real Madrid y cambió el partido con dos movimientos maestros. Primero con un doble cambio (Gonalons y Kalstrom por Makoun y Boumsong) que daba aire fresco en el centro para presionar, retrasando a Toullalan, y segundo, adelantando la línea de presión, que estaba casi en el medio campo, hasta el área del Madrid.

Fue entonces el conjunto de Pellegrini desapareció: sufrió atrás con el balón en los pies, regaló balones y jugó partido todo el segundo tiempo.
Es el problema de construir la casa por el tejado. La ansiada excelencia no llega sin personalidad, sin jugar como un grande. Y un grande manda. Manda siempre, y no sólo cuando le deja el contrario. Un grande juega en equipo, sin héroes que pretenden hacerlo todo solos ni brazos en alto cuando falla un compañero. Un grande no se hace con niños pequeños. El Madrid volvió a evidenciar su falta de autoridad a poco que tenga en frente a un equipo ordenado. Llevó la iniciativa hasta que Puel se dio cuenta y luego no supo imponerse. Ni los fichajes (Florentino Pérez  se gastó el pasado verano 254 millones de euros, de los cuales 94 fueron por Cristiano Ronaldo, el fichaje más caro de la historia del fútbol) han impedido que este Madrid siga sin tener un patrón claro de juego. Va a merced del rival. Tiene el balón si se lo dan, y así, en Europa, no metes ni miedo. Como dijo Guti al término del encuentro, este equipo no sabe jugar partidos importantes. El Real Madrid ha vuelto a su triste realidad europea, la de caer en octavos. De superproducción, ha pasado a ser un 'peli de serie B'
El más completo de los 180 minutos de eliminatoria. Fue el jefe en la ida y en la vuelta. Ayer, mandó en el centro del campo, se sacrificó y retrasó su posición en el segundo tiempo. Es el comodín, el chollo de todo entrenador. Suplió su falta de velocidad con inteligencia, mando y colocación. 
El Madrid duró lo que aguantó el físico del madrileño. Carburó en la primera mitad, dando el pase de gol y participando en casi todas las jugadas de ataque, pero los de arriba no definieron cuando tocaba y en el segundo tiempo se diluyó. Tuvo que bajar a buscar la pelota más de lo debido. Con voluntad pero sin frescura, terminó fundido.
Al contrario que en la ida, esta vez sí que tuvo trabajo. Y lo sacó con nota, sobre todo con las paradas a Kaká e Higuaín. A pesar de su juventud, no se dejó intimidar por el Bernabéu. Un gran portero joven que de vez en cuando canta, pero ayer no tocaba. Muy valiente y acertado en las salidas por alto.
El físico del Lyon volvió a imponerse. El Madrid acusó en exceso el esfuerzo del partido del Sevilla y llegó al segundo tiempo con las fuerzas muy justas. El equipo se rompió, el centro del campo desapareció y los de arriba se desgataron con galopadas inútiles. El fondo fue determinante, sobre todo por parte de Delgado y Pjanic. Ayudaron siempre para hacer tres contra uno a Guti, Granero y Van der Vaart. 

No sólo Guti está para 50 minutos. En lo que va de temporada se ha visto a un Madrid de medios tiempos, incapaz de mantener la intensidad más allá de una sola parte. 
El Madrid regaló el balón al Olympique. Jugó con fuego y acabó quemándose. Era cuestión de tiempo que los franceses tuviesen una. La ocasión llegó y ellos no fallaron. Con el Madrid ahogado, una combinación entre Lisandro y Pjanic, acabó con un disparo a bocajarro de éste último que no pudo detener Casillas. Si el fútbol había sido cruel con Higuaín, sí que tuvo su recompensa para Pjanic. El centrocampista ya había avisado a Casillas con un disparo lejano y obtuvo su premio a una buena eliminatoria en forma de gol.

Faltaba un cuarto de hora, pero el estadio ya se había quedado mudo, resignado ante una película que ya han visto muchas veces en los últimos años. Y a punto estuvieron de ver más goles en contra. El partido estaba roto y el Madrid volcado. Lisandro en primera instancia, que tuvo tiempo de tomarse un refresco antes de definir de manera lamentable con todo de cara, y Delgado después, que la tiró arriba, puedieron ganar el partido.
Tras el segundo fracaso del año, Pellegrini tiene pie y medio fuera de Chamartín. Él dice que no se va y Valdano le ratifica, pero Alcorcón le dejó muy tocado y la Champions le ha rematado. Esta vez no hizo experimentos como en la ida. El plantemaiento, la alineación inicial y los cambios fueron los adecuados, pero ahora ya mandan los resultados. Aunque acabe ganando la Liga, la forma de caer en Copa y Champions convierte la temporada en un gran fracaso. Para colmo, sustituir a un gris Kakà le puede traer problemas. El jugador se mosqueó sin razón (aunque lo niegue) el ser cambiado porque se sintió señalado y su mujer, Carolina Calico, se ha metido en medio acusando al míster de 'cobarde'. Esto sólo pasa en el Madrid. Traerá cola.
Primeras declaraciones de la plantilla madridista al término del encuentro
Los jugadores del Madrid pidieron perdón a la afición tras la derrota, al mismo tiempo que se aferraron a la Liga. Es pronto para saber si conseguirán ambas cosas. A la Liga le quedan muchas jornadas, y en cuanto al perdón... quizá hoy no sea el mejor día. Al fin y al cabo, el madridismo desayunó hoy con estas portadas
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