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Alba, Zoe, Luisa, Clara. Tienen 20 años. Algunas ya han sufrido violencia de sus parejas, a través del móvil. Todas han experimentado el miedo de llegar a casa solas, de escuchar comentarios machistas. Zoe cuenta que empezó a ser consciente de la violencia que sufrían de forma casi casual: “Empecé a seguir cuentas de divulgación que publicaban indicadores sobre violencia y dije: esto me suena”. Todas ellas coinciden en que la clave está en la educación y en la implicación de los hombres: “Que señalen a su amigo, a su compañero. Es lo más incómodo, pero lo más útil”. Y llegan a una misma conclusión: “No dejarlo pasar. Cuando ves algo, actuar”. Informa Alba Rubio.

Los menores tienen móvil desde los 11 años y uno de cada tres está enganchado a internet y a las redes sociales, a las que se conectan todos o casi todos los días, según una investigación de Unicef, que alerta de que el 22,5% de los jóvenes podría estar sufriendo ciberacoso. Son datos del informe Impacto de la tecnología en la adolescencia, realizado por Unicef con las respuestas de 50.000 estudiantes de ESO de centros públicos y privados de las 17 comunidades autónomas, que alerta de que el 42% de los menores ha recibido mensajes de contenido erótico o sexual.

Sobre los hábitos de uso, el 90,8% se conecta a internet todos o casi todos los días, seis de cada diez adolescentes duermen con el móvil, y uno de cada cinco lo usa a partir de medianoche todos o casi todos los días.

Unicef presenta hoy el informe ‘Impacto de la tecnología en la adolescencia’ donde analizan los riesgos de las redes sociales y las consecuencias que tienen en este sector de la sociedad. Nacho Guadix, responsable de Educación de UNICEF, ha destacado en conversación con RNE que es muy importante que ellos sean conscientes de los riesgos que pueden suponer estas prácticas: “Ellos no tienen los suficientes conocimientos y eso puede suponer unos daños de difícil reparación”. Apartar las tecnologías no es una opción, dice Guadix, y menos tras la pandemia, cuando todo se ha digitalizado, así es que lo mejor es la implicación: “Esto ha llegado para quedarse. En las familias en las que los padres están involucrados, los datos de riesgo son menores”. Por eso, asegura, lo importante es construir unos hábitos digitales seguros, fijar un tiempo de uso de las TIC, respetar los momentos de descanso y dar ejemplo.