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Dos desconocidos con insomnio en la nueva novela de Isaac Rosa, 'Las buenas noches'

  • El escritor sevillano Isaac Rosa dibuja un tipo de infidelidad muy particular en Las buenas noches
  • El hombre y la mujer protagonistas, incapaces dormir, se conocen una noche cualquiera en el bar de un hotel
Página Dos - 'Las buenas noches', una novela insomne de Isaac Rosa
Marta Dominguez | Página Dos

Madrugada. Dormitorio. El reloj luminoso marca una hora intempestiva. Se acomoda la almohada. Una vuelta. Otra vuelta. La manta molesta. ¿Eso que se oye es el vecino, a estas horas? Más vueltas. Desespero. ¿Sería mejor levantarse? De noche, la casa siempre parece un lugar diferente. En la ventana, el día va aclarando. Son ya las seis de la mañana. Quien ha sufrido insomnio conoce aquel dicho popular de «el que espera, desespera». A los protagonistas de Las buenas noches (Seix Barral), de Isaac Rosa, les ocurre exactamente eso: no encuentran el modo de dormir. Un día descubren una particular manera de conciliar el sueño, y se vuelven adictos a ella.

Isaac Rosa reflexiona sobre la falta de sueño en 'Las buenas noches'

Es una noche cualquiera. Dos desconocidos se encuentran en el bar de un hotel. Intercambian una charla informal, se dan los teléfonos. Ambos están casados, tienen hijos. Tienen otra cosa en común: un insomnio corrosivo y persistente. No tardan en descubrir que el único re­medio para sus malas noches es dormir juntos. No desean tener relaciones sexuales: solo duermen. Tras ese primer encuentro en el que por fin logran descan­sar inician una relación clandestina que cambia sus vidas.

No es insomnio, es el sistema

El autor sevillano describe con precisión y humor amargo las largas noches en vela. Así da comienzo la novela: «No podemos dormir, y entonces recordamos: lo sucedido en el día, con detalle de cronista; lo sucedido en la última semana, en el último año. Recordamos: reconstruimos situaciones, conversaciones enteras, nos alcanza intrusivo el recuerdo de alguien después de tantos años».

No dormimos, concluye Isaac Rosa, porque nos preocupa el trabajo (o su ausencia), el amor (o su ausencia), la salud de los hijos y la de los padres mayores. Nuestra propia salud. El dinero, por supuesto, es el gran protagonista de las noches en vela. En la ausencia de sueño se fantasea, y también se escribe. Balzac dormía apenas tres o cuatro horas, espoleado por ingentes cantidades de café. Sartre, otro insomne, lo empeoró con el consumo ocasional de anfetaminas. Las noches en vela son protagonistas en novelas de Sylvia Plath, Lewis Carroll, Mathias Énard, Oliver Sacks, Valeria Luiselli, Samanta Schweblin o Karl Ove Knausgård.

La vida urbana moderna es incompatible con el descanso profundo; siempre exige estar alerta. La precariedad laboral, la competitividad, el ruido de la ciudad, la carestía de la vida, la salud mental… En Las buenas noches, un personaje le dice al otro: «La pregunta es cómo podéis dormir vosotros. Lo raro es dormir».

Me gustaría que hubiera personajes públicos de éxito que presumieran de dormir ocho horas

Dormir es de flojos, decía Thatcher. «Hay como una especie de atletas del sueño», cuenta Isaac Rosa a Página Dos. «Empresarios, políticos, deportistas... grandes nombres que se vanaglorian de no dormir casi nada. A mí me gustaría otro tipo de modelo, me gustaría que hubiera personajes públicos de éxito que presumieran de dormir ocho horas», afirma el escritor.

A partir de una infidelidad en la que nada es lo que parece, la novela Las buenas noches invita a observar la simbología e importancia del sueño y la falta del mismo, y se pregunta si lo que nos mantiene despiertos es la causa o la conse­cuencia de un indudable malestar social. En esta era, dormir se ha convertido en un objeto de deseo.