El maridaje cultural que nos deja 2025
- Un repaso cruzado a los menús temáticos de la literatura, cine, música y arte de este año
En lo cultural el 2025 ha mirado a la espiritualidad, a las secuelas de la revolución, al insomnio, a lo misterioso y lo invisible y, siempre, a las relaciones sentimentales. Para acabar el año hemos imaginado unos menús culturales (llamadlos platos combinados) en los que hemos maridado músicas con literaturas, pinturas con películas, y otros elixires en un intento claro de conseguir una estrella, no Michelin, no, una más humilde: una estrellita pequeñita, pero firme. Ahí van las propuestas.
Menú 'Que Dios te lo pague'
Es el que ha triunfado claramente este año y lo que le queda. Los modernos le llaman “menú espiritual”, pero es un poco “llevar con gusto la cruz”, como dice la Cantata BWV 56 de Bach (que bien puede servir de banda sonora alternativa o de acompañamiento para seguir leyendo…).
Entrante
Este menú se compone de un entrante con uno de los últimos discos del año que se ha convertido, muy bíblicamente, en el primero. Para comenzar a degustar tiene que sonar LUX, de Rosalía, que es un pedazo de rosetón por el que se filtra luz divina, luz terrenal, belleza en estado puro, genialidad y alguna provocación.
En el disco todo funciona como un todo, un todo encajado, que hay que escuchar sin saltos ni sobresaltos. Una obra maestra inmediata, poco que añadir a LUX que no se haya dicho, y a la vez, queda tanto por decir. Por cierto, yo recomiendo “Memoria”, uno de los temas escondidos del disco, que es pura magia.
Primer plato
El plato principal de este menú es el libro del año El loco de Dios en el fin del mundo, de Javier Cercas. Cercas es Maradona y este libro lo ha escrito como aquel gol del diez, con la mano de Dios. Se arriesgó con una de sus mezclas de géneros: reportaje, ensayo, memorias, conversación, reflexión…Una mezcla improbable que se está leyendo muy bien y que la crítica recibió mejor aún. Al poco de publicarse falleció el protagonista de la historia, el Papa Francisco, un papa de otro siglo (por lo carismático) que intentó cambiar este, y el libro se convirtió en una obra necesaria (que ya lo era). La reflexión sobre la fe y la esperanza de un ateo y la pasión por lo espiritual que nos atraviesa están haciendo el resto.
Segundo plato
El menú “Que Dios te lo pague” es largo, casi eterno, como corresponde. El segundo plato es a elegir: carne, o pescado. Si pides carne te sirven Sirat, que arranca con unos altavoces en forma de cruz. Sirat, de Oliver Laxe, es una cinta demoledora, un plato contundente, sorprendente, perturbador, de los de digestión larga, y pesada. Es la película que os han dicho que veáis, pero que vayáis preparados. Y si la habéis visto, tal vez no os apetezca volverla a ver. De Sirat se ha escrito y se va a seguir escribiendo mucho en RTVE Noticias.
Si pides pescado te sirven Los domingos de Alauda Ruiz de Azúa, un plato contundente, sorprendente, perturbador, de los de digestión larga, que no pesada. Los domingos es la película que todas vuestras amigas os han dicho que tenéis que ver. Y si la habéis visto, volver a ver. Una película que es una piedra de toque, una propuesta de reflexión social, un magnífico ejercicio de “rellene por la línea de puntos”, con el aliciente de que los puntos los pones tú. De Los domingos se ha escrito y se va a seguir escribiendo mucho en RTVE Noticias
Postre
De postre de este menú del año, una cosa ligera pero no tanto, con su punto de almíbar y de peta zeta, su canela, su chocolate y su harina de tarta de Santiago. De postre viene Jesucristo Superstar, el disco de 2025 de Rigoberta Bandini. Un sorbete de piña cultural, que no deja de buscar un punto de gravedad permanente. Un disco refrescante, divertido, con sus pellizcos buenos, su ironía finísima, su producción sabia, porque Paula Ribó ha aprendido muchísimo a fuerza de desaprender. Un disco tan espiritual como espirituoso, que falta nos hace.
Menú 'A las barricadas, ida y vuelta'
Quien nos iba a decir que en plena década reaccionaria se iba a colar en la cultura un plato combinado de revolucionarios de vuelta de todo. Porque en eso consiste este menú: no en una exaltación de la revolución (Bakunin nos libre), sino en una mirada a qué fue de aquellas y aquellos revolucionarios de los 60 y los 70, cómo siguieron con aquella vida de la renegaron por abrazar ideales.
Entrante
Podemos empezar el menú con El corazón revolucionario del mundo, de Francisco Serrano, editado y premiado por Tusquets. Una novela breve (que se agradece en estos tiempos de mamotretos en el que los libros tienen la doble función de sujetar puertas) protagonizada por una mujer que se busca a sí misma dentro de una célula anticapitalista en los años setenta. La mujer se llama Valeria Letelier… No se me ocurre nombre más literario, y lo merece su personaje, complejito, complejo, vamos, complejísimo. Y luego hay un Joel y un Carlos y un piso franco y una casa en Francia, y a cuánto hay que renunciar para ser revolucionario fetén. Madre mía, pienso en todos aquellos revolucionarios de los setenta en Chile, Argentina, Italia, incluso Alemania…viendo lo que hay que ver ahora…
Primer plato
El plato principal y estrella de este menú es Una batalla tras otra, la película de Paul Thomas Anderson, que cuenta la lucha, pero sobre todo la vida tras los años de lucha de un tal Bob Fergusson, un digno heredero del Nota de El gran Lebowski. Están todas y todos brutales en esta película que es distinta en muchos aspectos y que parece que arrasará en los Oscar. El guion se basa en un relato de Pynchon, el más misterioso y maldito de los escritores vivos que este año ha publicado nueva novela, por cierto. No diré más del plato principal, solo que no hay que perdérselo.
Segundo plato
'Revolución', de Hugo Gonçalves' Libros del Asteroide.
El segundo plato es Revolución, de Hugo Gonçalvez, publicada por Libros del Asteroide, una pedazo de novela que me ha fascinado desde el principio. Al igual que ocurrió en España, Portugal vivió un tiempo muy convulso y muy violento en los últimos días de la dictadura y los primeros de la revolución de los claveles. Por momentos se temió que la democracia no pudiera consolidarse. En ese marco encontramos a dos fascinantes personajes: María Luisa, una militante comunista que tiene que pasar a la clandestinidad y su hermana Pureza que ve cómo el proceso revolucionario le trastoca sus planes, mucho más tradicionales. A vueltas con la revolución, los ideales, las renuncias, los sacrificios… A vueltas con los lemas, las frases hechas, las contradicciones. A vueltas con el tiempo y lo que le sobrevive y lo que no.
Postre
El postre de este menú lo pone Teo Planell y su Demian. ¿Es un disco revolucionario? Sin duda. No solo porque reivindica el espíritu de la canción protesta de los 60 con las sonoridades del siglo XXI, sino porque promueve toda una actitud de resistencia: en este mundo digital defiende lo analógico, en este mundo pesimista defiende el optimismo, la esperanza incluso, la fe en una nueva generación de jóvenes músicos, escritoras, cineastas… generaciones que van a cambiar el mundo. Su “Demian”, que ondea la bandera de esa novela de Hesse tan popular en los sesenta, podría ser la música de ese cambio, de esa revolución a través de la cultura y la luminosidad. Ajalá.
Menú 'Cada persona es un mundo'
Cada vida encierra un sinfín de vidas posibles, y cada relación un sinfín de formas de relacionarse. La mirada a las relaciones sentimentales, al discurrir vital, nos ofrece en 2025 algunas obras que muestran que cada persona es un mundo, y cada dos (o tres, o más) una galaxia entera.
Entrante
“¿En qué momento nos hemos vuelto especialistas en leer y escuchar en diagonal, barrer debajo de la alfombra y mirarnos el ombligo sin descanso?”. Candela Sierra nos invita a abrir boca en este menú de reflexión sobre las relaciones con Lo sabes aunque no te lo he dicho, publicado por Astiberri y ganador del Premio Nacional de Cómic. En sus páginas viven (porque viven, Candela las hace vivir) relaciones de todo tipo: laborales, familiares, de amor o de amistad, generalmente marcadas por el temor al compromiso y la tendencia a eludir conflictos, una incisiva radiografía de nuestro tiempo, salteada con redes sociales y salsa de humor negro. Te ríes, te cabreas, te revisas, te lo piensas. Qué más se puede pedir.
Primer plato
A veces (no muchas) un libro te lleva a un lugar (durante unas semanas tuve casa en Maine, por un alquiler módico), te lleva a una estación (durante unas semanas de primavera viví en otoño, cómo caían las hojas sobre mi mano…), te lleva a un estado de ánimo (durante unas semanas fui sereno, sonriente, educado, elegante), te confiere una percepción más amplia (durante unas semanas entendí mi vida y la de los demás). Todo eso lo logró Cuéntamelo todo, la última novela de la maravillosa Elizabeth Strout. El lector puede entrar en su universo por cualquiera de sus novelas, pero para mí esta fue la puerta ideal. Aquí encontramos a la escritora Lucy Burton y su muy especial relación con Bob Burgess (que cosa más maravillosa y más bien contada es esa relación), aquí escuchamos los relatos de Olive Kitteridge, y aquí se dice “querida”, como hay que decirlo, sosteniendo una taza de té, o un gin tonic. Y es que eso es la vida, una sucesión de conexiones, secretos, amores y arrepentimientos, una sucesión de muchas vidas posibles que se acompasan, querida, con el cambio de estaciones.
Segundo plato
Al texto y a las ideas de uno de los momentos más libres, creativos y provocadores de nuestra historia le puso imagen una mujer: Maruja Mallo. Ella fue la artista que dio imaginería estética a la generación del 27. En sus “verbenas”, en “la Kermesse”, en “Mujer con cabra” o en “El mago pim, pam, pum” hay un verdadero catálogo de personas y relaciones, una mirada a un mundo que rompía las costuras y que se convirtió en símbolo de todo lo que podemos ser. Se han cumplido 30 años de muerte de Maruja Mallo y una gran retrospectiva suya iluminó primero el Centro Botín de Santander y pervive ahora hasta marzo en el Museo Reina Sofía de Madrid. Mirad sus cuadros, sus personas, y mirad cómo se miran entre ellas. Esas son las relaciones humanas.
Postre
Un postre triple y muy iberoamericano, un postre que recuerda a la “tarta tres leches”, uno de los clásicos de la repostería latina. Las tres leches son tres discos que se pueden entremezclar y que provienen todos de un mismo universo: Cancionera, de Natalia Lafourcade, Vendrán suaves lluvias, de Silvana Estrada, y El cuerpo después de todo, de Valeria Castro. Tres joyas repletas de canciones que beben de la música de raíz para hablar de relaciones sentimentales, de dolores, despechos, felicidades y gozos, de reconocimiento del propio cuerpo y la propia alma.
Natalia Lafourcade.
Natalia es ya, por derecho, la gran dama de la canción mexicana; Silvana, veracruzana, va tras sus pasos cargando con una biografía de resistencia que no empaña su sonrisa; Valeria, canaria, de Los llanos de Aridane, en La Palma, es un prodigio de sensibilidad, voz e inteligencia que algunos han descubierto este año de la forma más injusta posible (lamentables comentarios tras su paso por OT), y aun así, quienes se han dado la mínima oportunidad de escucharla seguro que agradecen que en el mundo quede belleza por descubrir. Belleza como la que rezuman estos tres discos, que son la leche (las tres leches).
Valeria Castro.
Menú 'Pues haber elegido muerte'
No sé por vuestro pueblo, pero en el mío, en Todos los Santos (hoy llamado Halloween), la secuencia era esta:
-¿Susto o muerte?
-Susto
-Uhhhhh!
-Uy, que susto
-Pues haber elegido muerte.
El diálogo, pactado, lo reproducía la chavalada (y las familias) año tras año y tenía un punto inocente, naif, absolutamente delicioso. Ese “pues haber elegido muerte” nos recordaba que el susto es algo nutritivo, aunque nos asuste. Necesitamos del susto y este 2025 ha sido pródigo en sustos. Este menú es corto pero contundente y entiende el susto como el escalofrío que nos produce lo oculto, lo misterioso, a veces, lo invisible. En Argentina, Halloween es la Noche de Brujas y este menú incluye a tres que, intuyo, reivindican esa figura.
Primer plato
El buen mal, de Samanta Schweblin, es una barbaridad. Son cinco cuentos perfectos en lo suyo. Son un monumento al cuento, a lo mejor del cuento, al mejor Cortázar, al Maupassant más sublime. En los cuentos de Samanta hay muertos y vivos, hay padres e hijos, hay ausencias muy presentes, hay seres de lejanías, que diría Heidegger. Lo mejor de estos cuentos es que se leen con avidez, con necesidad, son concisos, exactos, y mientras los lees, porque necesitas leerlos, sientes cómo te perturban, como te inquietan de una forma muy sutil, muy íntima… De hecho, comunican con la intimidad de cada lector que ve a su manera lo invisible que propone Samanta. Aterra que Schweblin con 47 años sea ya tan maestra, que sea tan jefa como Mariana. Que existan las dos, argentinas tenían que ser, haciendo del cuento un implacable berbiquí.
Segundo plato
El segundo plato, “Cómo desparecer completamente”, de Mariana Enríquez es un plato curioso, porque es como servir un rodaballo antes de que sepa a rodaballo. Me explico: el segundo plato es Mariana Enríquez antes de ser Mariana Enríquez, o sea, antes de ser la reina del terror, una de las escritoras de culto más seguidas del mundo, la gran jefa de lo sobrenatural. Quien haya leído “Nuestra parte de la noche” necesita de la droga literaria de Enríquez. Quien haya disfrutado sufriendo sus cuentos sabe que precisa más dosis de ese misterio también perturbador. Pues aquí no lo va a encontrar. Al menos no de la forma habitual, porque elementos perturbadores los hay a mansalva, pero de otra manera. “Cómo desaparecer completamente” fue la primera novela de la argentina, publicada en 2004 y reeditada este año por Anagrama. La propia Enríquez la describe como “una novelita de realismo sucio adolescente”. Es la historia de Matías, un chico de dieciséis años, un marginado que trata de escapar de la miseria de su casa y de su barrio en la Argentina golpeada por ese drama descomunal que fue el corralito. Un chaval que, de repente, se encuentra con un paquete enorme de cocaína, con el que inicia un delirante recorrido por su barrio. La novela engancha, y yo diría que hay elementos que auguran la Enríquez que conocemos…Esas sombras, esos coqueteos con la locura, esa hermana que aparece siempre con pasamontañas para ocultar los destrozos de un intento de suicidio…Vale la pena saborear a esta escritora incipiente, todavía no sobrenatural, pero que siempre acierta con el cable de la sacudida literaria.
Postre
La foto de Mayhem, el último disco de Lady Gaga, podría servir de portada para cualquiera de los dos libros anteriores. Nos contó la diva que en este disco iba a convocar a sus monstruos, y lo ha hecho, pero para llevarlos a bailar. Algún cuento fantástico hay como Perfect celebrity, una de las mejores canciones del disco y un buen relato corto (la frase “chupa mi sangre de diamante” la podría firmar un Poe posmoderno). También se queman iglesias (“aunque la iglesia se queme, seré tu reina sin corona”), aparecen zombies (de ese subtipo más habitual en la trasera de las discotecas que en los cementerios) y se habla de muerte, aunque todo acaba siendo muy pop, lo cual no es malo, al contrario, porque es un pop que firma Lady Gaga, nada menos, un pop que sirve de postre para este menú. No está mal acabar cualquier cena, cualquier día, cualquier año, cantando “Die with a smile”, porque nunca se sabe dónde espera la muerte traicionera. (Por cierto, donde quiera que estés, Robe, sigue componiendo, que tienes que acabar de explicarnos de qué está hecho el amor)