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Sanguijuelas del Guadiana: el reflejo de la realidad social de los jóvenes en Extremadura

Tres jóvenes se encuentran frente a una pared con azulejos decorativos que muestran la palabra "natural". Uno lleva un mono negro, otro una camisa de cuadros y el tercero una chaqueta marrón.

Extremadura es una de las comunidades que más población ha perdido en las últimas décadas. Solo el año pasado, 1.300 habitantes menos. La región cuenta con 1.053.345 residentes, según el Censo Anual de Población 2025 publicado este mes por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE).

La ‘sangría demográfica’ se nota también en la densidad de población, una de las más bajas del país, con solo 25 habitantes por kilómetro cuadrado. La distribución es además desigual, la mayor parte de la población se concentra en las ciudades mientras los pueblos se vacían.

Según la plataforma ‘Movimiento Social Ciudadano Norte de Extremadura’, hay además un gran desequilibrio entre las inversiones que se realizan en las ciudades y en los pequeños pueblos. Su portavoz, Francisco Martín, asegura que “las ciudades de Cáceres, Mérida y Badajoz concentran más de mil millones de euros de inversión de la Junta de Extremadura y del Gobierno de España, mientras que el resto de ciudades y comarcas, quedan al margen”.

La falta de oportunidades, clave en el éxodo rural de los jóvenes

Los jóvenes que viven en pequeños pueblos se van a las ciudades a estudiar. Por norma general, se quedan, ya que sus municipios de origen les ofrecen oportunidades laborales más limitadas, y a menudo, asociadas al campo.

Francisco Núñez es un joven de 31 años natural de Quintana de la Serena, un pueblo minero de la provincia de Badajoz. Con 18 años se fue a estudiar a Cáceres y desde entonces, reside allí. No tiene pensado volver a medio plazo: “La ciudad me ofrece más oportunidades y eso que mi pueblo es medianamente grande, pero las oportunidades laborales que me pueden surgir allí están relacionadas con el granito, con la minería, y es algo que no me interesa”.

Algo similar le ocurre a Eloy González. Nació en Valencia del Mombuey, un pueblo pacense que hace frontera con Portugal y que cuenta con apenas 703 habitantes. Cursó Estudios Ingleses en Cáceres y ahora trabaja en un centro educativo en Madrid. “Soy profesor y en mi pueblo ni siquiera hay instituto. ¿Cómo puedo llegar a ser docente allí?”.

Fijar población joven al territorio es uno de los grandes desafíos a los que se enfrenta Extremadura y que tendrá que asumir quien gane las elecciones el próximo domingo 21 de diciembre. “Reclamamos a los candidatos que defiendan un auténtico proyecto regional con cohesión social y territorial para Extremadura”, explica Francisco Martín, del ‘Movimiento Social Ciudadano Norte de Extremadura’.

“La suerte de poder vivir donde uno nace”

Uno de los ejemplos más recientes que refleja la realidad social de muchos jóvenes en Extremadura es ‘Sanguijuelas del Guadiana’, una banda musical formada por tres jóvenes de Casas de Don Pedro, un pueblo pacense de 1.375 habitantes según el INE, que hablan en sus canciones de la suerte de poder vivir donde uno nace.

La banda, formada por Carlos Canelada (voz y guitarra), Juan Grande (guitarra) y Víctor Arroba (bajo), está cosechando grandes éxitos fuera de las fronteras extremeñas, pero sobre todo dentro, ya que cada vez más jóvenes se sienten identificados con sus letras y con su historia: tuvieron que dejar el pueblo en busca de oportunidades, y ahora han vuelto para reivindicar tenerlas allí.

Las letras hablan de lo que hemos vivido nosotros aquí en el pueblo hasta que nos hemos tenido que ir fuera y luego el disco habla de cómo nosotros hemos vuelto al pueblo y hemos hecho las cosas desde aquí”, dice Carlos Canelada.

Uno de sus predecesores en el mundo de la música, el recientemente fallecido Robe Iniesta, vocalista de Extremoduro, también alzó la voz por la falta de oportunidades en su tierra: “Dicen que los catalanes nos han robado la riqueza porque se han llevado a los jóvenes, y lo escuchas mientras te haces 2.000 kilómetros yendo a tocar a Barcelona porque en tu pueblo no te sale un contrato”.

Las demandas expresadas por referentes culturales, ponen en el centro del debate la necesidad de la creación de oportunidades para las nuevas generaciones. Oportunidades que frenen la sangría demográfica a la que se puede ver abocada la región y que puede comprometer su desarrollo económico, social y cultural.