La historia de Mohamed, Minatu y Umtha, tres generaciones marcadas por el exilio tras la Marcha Verde
- Se cumplen 50 años de la marcha civil de marroquíes que tomaron el Sáhara español
- Los saharauis se refieren a ella como la “Marcha Negra”
Mohamed pasea entre cabras y casas de adobe por la wilaya de Bojador, una de las cinco provincias de los campamentos de refugiados saharauis en Tinduf. El viento levanta la arena del desierto argelino mientras el sol desaparece al atardecer.
Tenía 20 años cuando una gran manifestación de civiles marroquíes apoyada por militares comenzó a tomar el Sáhara español en 1975. Era la conocida como Marcha Verde, aunque los saharauis se refieren a ella como “Marcha Negra”. Han pasado 50 años de ese momento, pero para Mohamed, que ahora tiene 70, este medio siglo ha pasado “como si hubiera sido solo un día”. Vivía en Dajla, en el sur del Sáhara Occidental, y recuerda que “las fuerzas marroquíes entraron con fuerza y la gente huía a las afueras de las ciudades”.
“Fuimos montando campamentos provisionales. Transportaba a la gente desde Dajla a estos campamentos”, recuerda en declaraciones a RTVE. Uno de esos campamentos provisionales fue el de Um Draiga, donde la aviación marroquí llevó a cabo un bombardeo con fósforo blanco y napalm, causando centenares de muertos y heridos. “Cuando se bombardeó Um Draiga, la gente ya no vivía en jaimas y no podía estar viviendo medianamente bien si no vivía en las montañas o debajo de rocas. Entonces tuvimos que forzar y acelerar el traslado hacia los campamentos de refugiados”, asegura Mohamed.
Dice que conoce todas las calles de Dajla, ya que trabajaba como taxista cuando se vio forzado a abandonar su tierra. “Cuando nos fuimos dejamos algo muy apreciado, algo que queremos muchísimo y eso es lo que nos ha dado fuerzas para seguir aguantando y esperando estos 50 años para poder volver a verlo”, señala este saharaui, que subraya que nunca olvidará su infancia ni el mar en el que pescaba de joven.
“El pueblo saharaui volverá. Yo espero volver. Las personas mueren, pero los pueblos no”, recalca.
Las mujeres que levantaron un lugar donde sobrevivir en el desierto
Mientras Minatu prepara el ritual del té, sinónimo de conversación para los saharauis, cuenta a RTVE cómo vivió la llegada de los soldados marroquíes en 1975. Entonces tenía solo siete años. “La Marcha Verde era la cara visible de una invasión militar (...). Se empezó a vivir un éxodo masivo. Intentaban exterminar al pueblo saharaui. No querían una población, querían una tierra sin población, exterminando todo lo que encontraban”, afirma mientras reparte té en diferentes vasos.
Las mujeres saharauis fueron las que construyeron un lugar en medio del desierto argelino donde ha sobrevivido su pueblo durante medio siglo. Mujeres que levantaron escuelas, hogares e incluso hospitales improvisados. “Los primeros años fueron de un sufrimiento indescriptible. Las mujeres saharauis salieron con lo que tenían puesto. Cuando entraron los marroquíes encontraron todos nuestros bienes que habíamos dejado en nuestras casas, todas nuestras pertenencias”, recalca.
Los refugiados saharauis comenzaron a recibir los primeros víveres desde Argelia y ayuda que incluía ropa usada. “La que no nos servía para vestirnos, la cortábamos y confeccionamos las primeras jaimas”, recuerda. “Empezamos todo desde cero. Todo eso fue gracias a una voluntad inquebrantable de la mujer saharaui, que tomó su papel de empezar todo desde cero”, añade.
En estos cincuenta años, Minatu solo ha salido de los campamentos de refugiados saharauis en alguna visita de trabajo a España y Argelia. Llegó siendo una niña y en los campamentos han formado a su familia.
Las generaciones que solo conocen los campamentos
Junto a Minatu, observando cómo sirve el té, se encuentra una de sus hijas. Umtha nació en los campamentos de refugiados saharauis hace 27 años, en la wilaya de Dajla. La Dajla en la que ella nació no tiene nada que ver con la del Sáhara Occidental. Las olas del mar son para ella las olas que forman las dunas del desierto, pero ha heredado la lealtad a la causa saharaui.
“Vivir en los campamentos de refugiados ha sido difícil para mí, pero fue mucho más difícil para nuestras madres y nuestros padres que dejaron su patria. Nosotros vivimos en un país que no es nuestro. Sentimos que no vivimos en nuestra patria, pero nuestra patria vive en nosotros”, cuenta a RTVE.
Recuerda su infancia en la hamada, en el desierto del Sáhara, como una infancia “marcada por la inocencia de cualquier niño, sin saber dónde estaba”. “Cuando he ido descubriendo y observando, empecé a ver otros países, empecé a ver que hay otro mundo que no es este”, admite.
Mohamed, Minatu y Umtha están separados por distintas generaciones, todas ellas marcadas por el exilio y una vida interrumpida hace 50 años por la Marcha Verde.