Las milicias populares proiraníes, creadas para combatir a Daesh en Irak, controlan el país
- En el verano de 2014, Daesh tomaba el control de importantes ciudades iraquíes e instauraba un califato islámico
- Se crearon las Unidades de Movilización Popular que siguen armadas y podrían arrastrar a Irak a un conflicto regional
En 2014, Daesh tomaba el control de varias ciudades importantes de Irak. Para defender al país de la ocupación yihadista movilizó a sus jóvenes y se crearon las Unidades de Movilización Popular (UMP) que concentraban a una infinidad de milicias.
Sin embargo, Irak, tierra de milicias que emite Documentos TV, revela que detrás de tal seguridad, Irán supervisaba y financiaba a estas facciones y, a través de ellas, Teherán, para desgracia de Estados Unidos, ha fortalecido su presencia e influencia en Irak.
La fetua que forjó el futuro de Irak
El 10 de junio de 2014, después de conquistar Faluya y Ramadi, Daesh tomaba Mosul, la segunda ciudad más grande de Irak. El ejército caía en cuestión de días al verse desprovisto de armas. Los yihadistas suníes avanzaban hacia el sur sometiendo a las poblaciones iraquíes mayoritariamente chiitas consideradas traidoras a la fe musulmana y por lo que deben ser exterminados, según los terroristas.
Mujer en uno de los cementerios iraquíes en ruinas en un territorio conquistado por Dáesh © ARTE France /Squawk/After War
Para Irak, “Daesh representaba casi una crisis existencial y había que repelerlos de una forma u otra”, afirma el exsecretario de Estado norteamericano, Thomas Shannon. Ante tal situación, el ayatolá Al-Sistani emitió, desde una de las mezquitas de Karbala, una fetua llamando a un levantamiento masivo contra Daesh. “Quienes puedan llevar armas y luchar contra el terrorismo deben defender su país, su pueblo y sus lugares sagrados”, arengaba la máxima autoridad chiita de Irak.
“Quienes puedan llevar armas y luchar contra el terrorismo deben defender su país, su pueblo y sus lugares sagrados“
Miles de jóvenes, siguiendo el edicto religioso, se unieron sin entrenamiento alguno a las numerosas milicias para combatir a Daesh. “Si Bagdad caía, todo estaría perdido”, recuerda el general de milicia Al-Hamdani. Para coordinar a tanta facción distinta nacieron las Unidades de Movilización Popular que, hasta entonces, habían sido supervisadas y financiadas por Irán para luchar contra Estados Unidos desde el derrocamiento de Sadam Hussein, en 2003.
Jóvenes iraquíes de las Unidades de Movilización popular combaten a Dáesh cerca de Bagdad © ARTE France /Squawk/After War
Irán entraba así en la guerra contra los yihadistas, mientras enviaba armas, personal y financiación a estas milicias para defender a sus correligionarios iraquíes y proteger sus fronteras de los terroristas.
Soleiman y Al-Mohandis
Unos meses después de la incursión de Dáesh en Irak, Estados Unidos rompe con su enfrentamiento contra Irán a fin de combatir a los yihadistas. Para ello, lidera una coalición de más de veinte países que brindan cobertura aérea con la que se bombardean masivamente las posiciones de Dáesh.
En tierra firme, las milicias y el ejército iraquí recuperan una por una las ciudades conquistadas por los terroristas islamistas. Y en medio de esta euforia aparecen dos figuras emblemáticas, el general Soleimani, uno de los líderes de la Guardia Revolucionaria de Irán y su lugarteniente Abu Mahdi Al-Mohandis, iraquí, pero entrenado por Irán.
Cartel con las imágenes del general Soleimani a la derecha y Al-Mohandis, a la izquierda © ARTE France /Squawk/After War
Ambos dirigieron las UMP y gobernaron Irak hasta su ejecución por Estados Unidos, en enero de 2020. “Fue un acto concebido para evitar un conflicto mayor, tanto en Irak como entre Estados Unidos e Irán”, confiesa Shannon. Doug Silliman, el que fuera embajador estadounidense en Irak entre 2016 y 2018, confirma la tesis de su compatriota confesando que “no queríamos un gobierno chiita de milicias pro-iraníes en Bagdad”.
La milicia fuertemente armada e incontrolable
La concentración de poder que adquirieron Soleimani y Al-Mohandis cuando Daesh fue vencido, en diciembre de 2017, fue enorme. Las facciones que dirigieron, a pesar de los miles de muertes de milicianos entre sus filas, extendieron su control por todo el territorio iraquí.
“La paradoja es que, al salvar a Irak de Dáesh, creamos un entorno político en el que Irán ha fortalecido su presencia e influencia y, sobre todo, su relación con las milicias“
Desde ese momento, Irak tendría que lidiar con las Fuerzas de Movilización Popular, financiadas por Irán y sin intención alguna de deponer las armas. “La paradoja es que, al salvar a Irak de Dáesh, creamos un entorno político en el que Irán ha fortalecido su presencia e influencia y sobre todo su relación con las milicias”, explica Shannon.
Después de la muerte de Soleimani y Al-Mohandis, las Unidades de Movilización Popular formaron un grupo heterogéneo en el que sus diversas facciones y cada una con su propio líder entraban a menudo en conflicto entre sí, en más de una ocasión, por cuestiones territoriales y de financiación.
Manifestación de las milicias chiitas de Kataeb Hezbolá, la facción con el mayor arsenal de misiles en Irak © ARTE France /Squawk/After War
Su influencia en este aspecto aumentó mediante un dominio férreo de la economía en los barrios y las aldeas. La población sintió entonces que estas milicias se habían vuelto incontrolables y surgieron las protestas masivas de la Revolución Tishreen, en octubre de 2019. “Decenas de activistas, blogueros y periodistas fueron asesinados o raptados”. “
Pedían la disolución de las facciones afines a Irán”, manifiesta el analista iraquí, Mohannadi Al-Guezzi. Los jóvenes acusaban a Irán de haber secuestrado a Irak.
La revolución fue reprimida duramente por las Unidades de Movilización Popular desplegadas ya por todos y cada uno de los estratos de la sociedad iraquí. “La realidad es que hoy día, las Unidades de Movilización Popular, forman parte del tejido político actual”, advierte Vali Nasr, el especialista en Oriente Medio de la Universidad estadounidense Johns Hopkins.
“La realidad es que hoy día, las Unidades de Movilización Popular, forman parte del tejido político actual“
Por ello, la población percibe a estas milicias, institucionalizadas como un sistema paralelo al Estado iraquí, como un bloque chiita proiraní que está socavando su soberanía y la estabilidad del país contribuyendo a la corrupción generalizada. Los analistas coinciden en que Irak ha pagado un alto precio en su lucha por combatir a Daesh.
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