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El histórico disidente cubano José Daniel Ferrer acepta el exilio: "Estoy listo para morir pero no para vivir sin dignidad"

  • Fue encarcelado por primera vez durante la Primavera Negra de 2003 y entonces rechazó ser exiliado en España
  • Las autoridades lo liberaron en enero, fruto de un acuerdo con EE.UU., pero lo detuvieron de nuevo en abril
El opositor cubano Jose Daniel Ferrer en una imagen de archivo
El opositor cubano Jose Daniel Ferrer en una imagen de archivo YAMIL LAGE / AFP

El histórico disidente cubano José Daniel Ferrer, que ha pasado varios años de su vida en prisiones de Cuba, ha aceptado ser exiliado de la isla, pero rechaza que su salida sea utilizada por el régimen cubano como arma de negociación con EE.UU. Ferrer fue de nuevo encarcelado el pasado abril y desde entonces su familia ha denunciado maltrato y constantes palizas en la cárcel por parte de las autoridades cubanas.

Su hermana Ana Belkis Ferrer ha publicado en redes sociales una carta manuscrita del opositor de cuatro páginas en la que comunica que está dispuesto a acceder al destierro de su país, después de años de declinar ese ofrecimiento del Gobierno cubano. "Ante las constantes manifestaciones de la policía política para que me fuera de Cuba, terminé aceptando la salida al exilio", subraya el disidente. Sin embargo, matiza en la misiva que no está dispuesto a asumir las condiciones que le imponen.

"Las autoridades cubanas quieren que haga declaraciones o que pida a la embajada de EE.UU. y a la iglesia católica que inicien un diálogo", señala. Ferrer, uno de los 75 presos políticos de la Primavera Negra de 2003, ha pasado en prisión en Cuba más de la mitad de los últimos 20 años y está considerado "preso de conciencia". Natural de Santiago de Cuba, en el oriente de la isla, se convirtió también en una de las principales voces que denunciaba la escasez de alimentos, los apagones y los cortes de agua en esa parte del país, más empobrecida y olvidada.

Ferrer, de 55 años, subraya en la carta que prefiere su "muerte en este campo de concentración al estilo nazi y hasta el sacrificio" de su familia, antes de condicionar su exilio a unas declaraciones pactadas o dejar que el Gobierno cubano utilice su salida en una "vergonzosa" negociación más amplia con Estados Unidos. "Estoy listo para morir, pero no para vivir sin honor, sin dignidad", destaca y agrega: "No saldré bajo las presiones y juego sucio de los esbirros de la tiranía".

La carta fue escrita el 10 de septiembre, pero ha sido difundida ahora por la familia al ver que el Gobierno cubano no acepta su exilio incondicionado. "Aceptó el destierro, pero aún no sabemos si se va a concretar porque la dictadura quiere obtener beneficios y él no va a acceder a ninguna negociación", ha incidido su hermana y portavoz. "Es muy duro todo lo que están viviendo", aseguró la hermana con respecto a Ferrer y toda su familia directa aún en la isla. "No todo ser humano estaría dispuesto a pasar por eso: es un martirio constante", añade.

Acuerdo con EE.UU.

El disidente fue uno de los presos políticos excarcelados a principios de año en el marco de un acuerdo entre La Habana y Washington con la mediación del Vaticano. Fue fruto de una negociación con la Administración Biden que se materializó cuando EE.UU. retiró a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo.

Ferrer llevaba entonces en prisión dos años y medio, desde el 11 de julio de 2021, durante la ola de protestas antigubernamentales que se regaron por toda Cuba y que fueron duramente reprimidas por el régimen. Se trató del mayor símbolo de descontento ciudadano de la historia de la Revolución; pero muchos de sus promotores fueron condenados a penas de más de 30 años por sedición.

Fruto del acuerdo con EE.UU, fueron liberados más de 550 presos políticos, la mayoría encarcelados a raíz del movimiento 11-J, en un proceso gradual que concluyó en marzo. Sin embargo, la liberación de Ferrer fue revocada tres meses después de su puesta en libertad, según las autoridades, porque no se presentó a dos citaciones judiciales. Desde abril se encuentra de nuevo en la cárcel.

La portavoz del Departamento de Estado estadounidense, Tammy Bruce, exigió la liberación inmediata de los disidentes y condenó enérgicamente "el trato brutal y la injusta detención de los patriotas cubanos José Daniel Ferrer, su esposa y su hijo, así como de Félix Navarro y otros activistas prodemocráticos".

Una vida en la disidencia

José Daniel Ferrer, considerado uno de los líderes históricos de la disidencia cubana, fue encarcelado por primera vez en 2003 durante la Primavera Negra de Cuba. En ese período, el Gobierno de Fidel Castro llevó a cabo una ola de arrestos, detenciones y deportaciones a un grupo de 75 detractores al régimen, que Amnistía Internacional consideró como presos de conciencia.

El disidente fue condenado a 25 años de cárcel, aunque recibió, junto a sus compañeros, una oferta de excarcelación con la condición de dejar atrás su país rumbo a España. Varios aceptaron la oferta. Sin embargo, Ferrer y su compañero Félix Navarro, otro prominente disidente cubano, asumieron su condena y fueron liberados, finalmente, en marzo del 2011.

Es el costo más caro y cruel que pagamos en la lucha por la libertad

Una vez en libertad, fundó la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), una organización que acogía a diferentes grupos disidentes cubanos. El líder opositor, que siempre ha abogado por la democracia en la nación caribeña, ha reconocido en diferentes entrevistas que su estancia en prisión "es el costo más caro y cruel" que pagaron en "la lucha por la libertad".

La figura de Ferrer es de suma relevancia en el panorama internacional y el Gobierno cubano es consciente de ello. Después de su excarcelación, La Habana le ha impedido viajar al extranjero al alegar que tenía licencia extrapenal, a pesar de que el Gobierno comunicó que todas las personas con pasaporte cubano podían salir del país.

En relación con su organización, Ferrer ha subrayado en diversas entrevistas que la labor que lleva a cabo "es la que hacía más de 2.500 años atrás el chino Sun Tzu: la observación". Su objetivo es "establecer contactos para pensar, pedir consejos e intercambiar opiniones con todo el que pueda para llegar conclusiones más claras, precisas y adecuadas sobre lo que debemos hacer". El disidente abraza la idea de unificar a las diferentes fuerzas opositoras "estén donde estén".