Colin Farrell: "He dañado mi cuerpo y mi cerebro, pero nunca mi cuenta bancaria"
- El actor irlandés presenta Maldita suerte, donde interpreta la caída a los infiernos de un ludópata
- Dirigida por Edward Berger, director de Cónclave, ha sido recibida con indiferencia en San Sebastián
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Mucha expectación en el Festival de San Sebastián para ver Maldita suerte, la nueva película de Edward Berger tras las exitosas y reconocidas Cónclave y Sin novedad en el frente. También sobre todo por la presencia de su protagonista, el actor irlandés Colin Farrell, sometido a un tour de force como ludópata sin alma en la ciudad china de Macao, una de las capitales mundiales del juego.
Y, sin embargo, las primeras reacciones son de frialdad ante la apuesta operística, enfática y deslavazada de Berger, que fía la película a la creación de una atmósfera alucinada que envuelva la pérdida de contacto con la realidad su protagonista, pero no fascina en ningún momento.
Farrell interpreta a Lord Doyle, un presunto aristócrata inglés (jugando con ironía con el militante origen irlandés del actor) absolutamente endeudado por su afición al bacará, un juego de naipes especialmente adictivo y catastrófico para su personaje. Adicto al alcohol, solitario y absolutamente perdido, emprende una huida hacia adelante para escapar de sus acreedores hasta que un providencial encuentro con una empleada de un casino (Fala Chen) le da la oportunidad de redimirse.
“Supongo que Lord Doyle representa la pérdida del alma”, explica Colin Farrell sobre su personaje. “Alguien que muchos en este planeta ha perdido su camino, en un entorno extremo de una negrura muy alta. Es alguien del que no conocemos su pasado, sino caído ya en el presente. Su compás moral es inexistente. Como muchos adictos, no te puedes fiar de él. Vive con mentiras de manera extrema”.
"Por suerte, el juego nunca ha sido una adicción para mí"
La película se basa en una novela del escritor británico Lawrence Osborne. “Creo que no es una película sobre el juego, sino algo más importante: encontrar la paz o tu camino en una vida que está repleta de opciones”, sostiene Berger, que señala a Wong Kar-wai como una de las principales referencias estéticas de la película.
El actor confiesa que entró en contacto con jugadores profesionales de Macao para preparar el personaje. “Supongo que tengo una especie de toc respecto a los personajes y me obsesiono con ellos. Por suerte, el juego nunca ha sido una adicción para mí. He dañado mi cuerpo y mi cerebro, pero no mi cuenta bancaria. Algunos jugadores que vi pierden cantidades increíbles. En el salón privado de un casino de Macao la banca ganó 24 millones de dólares en cuatro horas”, relata.
Fala Chen, Colin Farrell y el director Edward Berger. ANDER GILLENEA / AFP
Berger retoma: “Realmente es un filme sobre la espiritualidad. Empieza con un hombre que ha perdido la identidad, cambia su nombre, huye de todo. Y acaba despertando a la espiritualidad. La película me ha cambiado. He aprendido mucho sobre la cultura china, que es una cultura que acepta a los fantasmas. Y que en su mitología el infierno tiene 18 niveles”, describe. Farrell apostilla: “En Irlanda, desde luego, solo tenemos un infierno”.
Rodar en los casinos, añade Berger, tenía su complicación. “Es un entorno muy regulado, no puedes mover una mesa sin que salte una alarma. Creamos dinero falso, que tenía que ser más pequeño que el real, y estábamos ultrasupervisados todo el tiempo. Nos sorprendió el nivel de control de lo hacíamos”.
¿Tener suerte es la clave de la vida? “La vida va de elecciones, todos las hacemos. Desde que tienes 6 o 12 años ya eliges tu camino. Pero nunca podemos elegir lo que nos trae la vida, así que hay que hacerlo lo mejor que se pueda y no puedo realmente contestar a la pregunta”, concluye el actor.
