Christina Moreira, primera obispa española: “Hay que abrir el sacerdocio de manera legal e igualitaria”
- “Las mujeres venimos a apoyar el cambio y a señalar soluciones; venimos a contribuir a la reconstrucción”
- La visión eclesiástica de Moreira es feminista, modernizadora y crítica, pero también conciliadora
Desde hace muchos años, las mujeres están llamando a las puertas del Vaticano para poder ser presbíteras y formar parte de la jerarquía de la Iglesia Católica. Pero siempre se topan con el canon 1024 del Código Canónico, que dice que "solo el varón bautizado recibe válidamente la sagrada ordenación" y con la Congregación para la Doctrina de la Fe, que niega una y otra vez sus peticiones. Sin embargo, Christina Moreira (París, 1964) es la primera mujer española ordenada obispa.
La historia comienza el 29 de junio de 2002 cuando los obispos Rómulo Antonio Braschi, Ferdinand Regelsberger y un tercero desconocido, ordenaron a las llamadas Siete del Danubio como las primeras obispas católicas. Tres de estas obispas (Bridget Mary Meehan, Christine Mayr-Lumetzberger y Gisela Forster) viajaron a finales de junio de 2025 a Santiago de Compostela para ordenar a Christina Moreira como primera obispa española, aunque ella le quita importancia a esa primacía. "Esto no son los Juegos Olímpicos, el orden no cambia nada".
Todo el pensamiento y el ministerio de Moreira están transidos por la sinodalidad, una suerte de democratización asamblearia de la iglesia, y el feminismo. "No debería asustarnos. Es el vocabulario de nuestro mundo de hoy, siglo XXI. La sociedad es para nosotras hoy el monte donde proclamar las Bienaventuranzas: No hay otro tiempo, no hay otro lugar y esa es nuestra gente, con la que trabajamos, estudiamos, convivimos. Hablar su lenguaje no le resta nada al mensaje evangélico, y, si acaso, le aportará claridad".
“Las mujeres venimos a contribuir a la reconstrucción no a destruir ni dividir“
Moreira se muestra muy crítica con la estructura de la Iglesia católica. Afirma que es "fruto de una historia colectiva más amplia y de hábitos sociales deletéreos (mortífero, venenoso en sentido figurado) y no de la doctrina de Jesús y de la buena gente que le sigue honradamente, está perpetuando un sistema de funcionamiento piramidal, imperial, feudal y falocrático". A lo que añade que "el sistema es el que tiene que cambiar. Las mujeres venimos a apoyar el cambio y a señalar soluciones; venimos a contribuir a la reconstrucción no a destruir ni dividir".
"Las mujeres nos consultamos, nos liamos a hablar y dialogar, nos reímos y lloramos, compartimos experiencias, recursos, penas y alegrías. Nos enseñamos mutuamente y nos levantamos unas a otras si caemos. Venimos de la cultura de la opresión. Una opresión todavía más fuerte si somos empobrecidas, racializadas o extranjeras".
Christina Moreira fue ordenada presbítera en 2015. ARCHIVO PARTICULAR C.M.
Su modelo de la iglesia
La obispa gallega no está reconocida por la jerarquía vaticana y, por lo tanto, no tiene un marco geográfico o jerárquico sobre el que ejercer su cargo. "Mi diócesis es el mundo", dice, "como católica es bastante coherente, ya que 'católica' significa 'universal'".
En un parafraseo, tal vez involuntario, de la famosa frase de Cristo ("Mi reino no es de este mundo", Juan, 18:36), Moreira afirma que "mi diócesis está donde esté la gente que necesite una palabra de consuelo, quien la acoja con empatía en momentos de dolor o de amor". No tiene límites territoriales, palacios episcopales, templos o intereses económicos, "es un lugar donde los servicios mutuos mantienen a todos en cohesión porque nadie está aislado. Es una comunidad unida y bulliciosa".
Todo su modelo eclesial puede resumirse en tres frases consecutivas que casi tienen aura de mandamiento: "Iglesia sinodal sí, y cuanto antes. Iglesia democrática y adulta, horizontal e inclusiva. Sanadora y esperanzadora".
El reconocimiento papal
Dado que, como decíamos más arriba, el Derecho Canónico deja explícitamente fuera del sacerdocio a las mujeres (el único de los siete sacramentos católicos del que están excluidas), preguntamos a Moreira sobre las esperanzas de que León XIV permita que las mujeres accedan al orden sacerdotal. "El papa nos tiene a su disposición. Tenemos mucho que contarnos mutuamente, que compartir, por el bien de la Iglesia y de la gente que en muchos países pide que se ordenen mujeres".
Christina Moreira revestida con alba y estola en la Plaza de San Pedro. ARCHIVO PARTICULAR C.M.
Aunque se muestra conciliadora con el statu quo, tampoco en esto Moreira tiene pelos en la lengua. "En cuanto al permiso del papa, no lo hemos esperado o, más bien, lo hemos esperado demasiado tiempo. El Reino no espera, la justicia no sufre retrasos, la paz urge tanto y lo que hay que hacer se hace. Pedir permiso es de supeditados e infantes... y esclavas".
Cuando habla de "abrir al fin los ministerios de manera legal e igualitaria", no habla solo de las mujeres también alude a "colectivos como el LGBTIQ". "Es una necesidad", sentencia.
La excomunión
La capacidad de los obispos de imponer el orden sacerdotal deriva de la sucesión apostólica. Así, los obispos ordenados hoy, son herederos directos de los apóstoles a través de todos los ordenantes previos y transmiten esa legitimidad. Moreira es obispa porque hay una sucesión apostólica documentada que llega hasta ella ("me la transmitieron y la tengo documentada", asegura).
Sin embargo, el Decreto General sobre el delito de intento de ordenación sagrada de una mujer, emitido por la Congregación para la Doctrina de la Fe, dice que "tanto quien intente conferir el orden sagrado a una mujer como quien intente recibirlo incurren en excomunión latae sententiae" (literalmente "pena (ya) impuesta", esto es, una sentencia automática sin intervención de jueces que entra en vigor en el mismo momento de cometer el delito). Al tratarse de una latae sententiae no se comunica la excomunión. En este caso, dice la obispa, "el delito es no tener los genitales correctos". "Las mujeres desobedecemos una ley injusta, como han enseñado tantas activistas pro derechos humanos y sociales". Lo que hacen es, "desobedecer a los hombres para obedecer a Dios", como dijo el Apóstol Pedro en un discurso ante el Sanedrín (recogido en Hechos, 5:29-32).
“El delito es no tener los genitales correctos. Las mujeres desobedecemos una ley injusta“
Para Moreira, la excomunión hoy solo significa "exclusión, castigo, estigmatización ¿más dolor añadido a tanto como hay por doquier?" y añade "que se pretenda castigar con la exclusión a personas bautizadas que solo buscan predicar el evangelio y convidar a sus hermanos y hermanas a la mesa del Señor, sin otro delito que reportar, no deja de ser altamente contradictorio con el afán de Jesús por reunir a cuanta más gente mejor, en darles de comer y sanarlas sin importar su estado de vida, ni siquiera quienes son".
Reacciones
Por supuesto, desde los sectores más tradicionales y conservadores de la Iglesia hubo reacciones que Moreira define como "una hoguera mediática que nunca se apaga". Asegura estar siendo atacada en las redes sociales con "mentiras, calumnias, faltas de respeto, maldiciones..." y que está "pensando en judicializar el proceso y denunciar".
Dada esta situación propone "una reflexión profunda para poner de relieve el periodismo serio, dar herramientas de uso masivo para desenmascarar las falsas noticias y defendernos judicialmente de los daños que causan. Algo así como el juzgado de la violencia y abusos en los medios, como el que existe para la violencia contra las mujeres, por ejemplo. Una simple dirección de correo para enviar enlaces delictivos sería muy apreciada, por lo menos en mi caso".