Chad, el refugio de la mayor tragedia humanitaria del mundo
- Más de 13 millones de desplazados por la guerra en Sudán
- El 87% de los refugiados son mujeres y niños
Hawaa tiene 39 años y es una superviviente. Los tatuajes de henna que decoran su piel tratan de cubrir las cicatrices que la violencia ha dejado en ella. Huyó de Sudán y de la sangrienta guerra civil que está desangrando al país y a su población desde hace más de dos años. Una guerra en la que la violencia sexual se usa como arma de guerra, de conquista, de humillación.
"Siete hombres entraron en mi casa. A mí me metieron en una habitación. Mataron a mi marido, a tres de mis hijos y a una hija", nos cuenta. Ocurrió en El Geneina, capital del estado de Darfur Oeste. Los paramilitares la violaron durante tres días. "No comí, no me dieron nada de beber. Me pegaron y me dispararon en una pierna". Cuando se fueron, una hija y su madre la sacaron de allí y subida a un burro escapó del país. Ahora vive en el campo de refugiados de Metche, al este de la vecina Chad. Ahí nos ha contado su historia, sin tapar su rostro, dispuesta a dejar atrás el dolor y el miedo.
Tagoug tiene 23 años y dos hijos. También es refugiada sudanesa en Metche. Ella sí se tapa la cara. No ha hablado con nadie de lo que le pasó en Sudán porque ser violada es un estigma social. Pero necesita explicarlo y nuestra presencia en el campo de refugiados es su oportunidad dar ese paso, nos dice, de liberar un poco su dolor. "Cuando tratábamos de huir de El Geneina nos paró un grupo de paramilitares. A los hombres los metieron en el río y dispararon. A mi marido también, pero sobrevivió. A las mujeres nos retuvieron durante un día, nos violaron y nos dejaron marchar. Pero en otra zona nos topamos con otro grupo y volvió a pasar y aún me ocurrió una vez más". Las lágrimas acompañan todo su relato. Ahora está sola en Chad con sus dos hijos. Su marido la repudió.
Miles de sudaneses huyen cada día a la vecina Chad
Hawaa, Taroug... son solo algunos de los nombres de la peor crisis humanitaria que hay ahora mismo en el mundo. Más de 13 millones de personas han tenido que abandonar sus casas en Sudán. 10 millones son desplazados internos. Más de 3 millones han escapado del país. Casi el 90% son mujeres y niños.
Después de Egipto, Chad es el país donde más sudaneses buscan refugio. Miles de personas, familias enteras, cruzan la frontera cada día en carros, en burros, andando. La imagen de ese éxodo forzado bajo el sol es sobrecogedora.
Todos buscan cobijo en uno de los países más pobres del mundo. Es el caso de Sawakin, que acaba de llegar a Chad, a la fronteriza Adre. "Vengo con mi madre y mis dos hermanos. Mi padre murió en la guerra", cuenta. En Sudán —explica— no hay comida, no hay hospitales, no hay colegios. Esperan que aquí los lleven a uno de los 21 campos de refugiados sudaneses que hay en el país. Junto a ella está Maryam. Ella ha huido con sus hijos, pero lleva nueve días en Adre, durmiendo al raso, sin que nadie les haya dicho cuándo los podrán alojar en algún lugar.
Adre es una pequeña ciudad y está al límite de su capacidad. No es un campo de refugiados como tal, es en realidad un lugar de llegada, de tránsito, donde los sudaneses esperan a ser trasladados a alguno de los campos de refugiados. Pero la realidad es que más de 230.000 personas se han instalado por su cuenta en los alrededores de la ciudad y la tensión con la población local, los chadianos, está empezando a aumentar. Más ahora que la ayuda humanitaria se está viendo recortada de manera drástica.
Estados Unidos era el mayor donante y ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados, advierte de que, ante la falta de fondos, se están cerrando programas de ayuda en un país inestable y pobre como Chad que ha visto como su población se ha multiplicado por tres. En los últimos dos años han llegado más de 800.000 sudaneses pero también refugiados de otros países como los vecinos Camerún o República Centroafricana. Se calcula que ahora mismo el país acoge a más de 1,3 millones de refugiados y siguen llegando.
Campo de refugiados de Metche
Uno de los 21 campos de desplazados que hay en Chad es el de Metche. Está a unos 50 km de la fronteriza Adre, pero cuesta más de dos horas llegar porque es un camino de arena complicado. Metche está en medio del desierto donde las temperaturas superan fácilmente los 45 grados. En este campo, en medio de la nada, viven unos 42.000 refugiados sudaneses, según las cifras oficiales, más de 50.000, según las no oficiales. Se levantó en 2023 al estallar la guerra civil en Sudán. La vida aquí no es fácil. El Programa Mundial de Alimentos ya no reparte comida, ahora le da una ayuda económica, unos 25 euros por personas para dos meses. Todos dicen que no es suficiente. Aquí hay madres con 6, 8, 10 hijos. Y el agua es un bien cada vez más escaso. Ahora mismo solo reparten 5 litros por personas al día, muy por debajo de los 15-20 litros considerados el mínimo necesario para poder beber, lavarse, cocinar. Hay pocos puntos de agua y las mujeres pueden tardar horas o incluso días en llenar los bidones, nos cuentan. Y sin agua no hay higiene. Abundan las enfermedades de la piel, la hepatitis E, la diarrea. En esta zona la desnutrición es endémica. En el hospital de Médicos Sin Fronteras de este campo se preparan ante un posible brote de cólera. Parece que ya ha habido casos en Sudán y los refugiados no dejan de llegar. Y con la temporada de lluvias que acaba de empezar llegan también más casos de malaria. Este es el hospital de referencia de unas 200.000 personas: los refugiados de Metche y tres campos de refugiados más y los 10.000 chadianos, la población autóctona, que viven en pequeñas villas en la zona. Aquí atienden casos complicados, urgencias...
Sudán, una guerra civil brutal
La ONU ha definido la guerra civil en Sudán como brutal. Estalló en Jartum el 15 de abril de 2023 entre el Ejército regular y los paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido. Una lucha por el poder y por el territorio que ha dejado a la población atrapada entre dos fuegos.
Ejecuciones, violaciones, saqueos, bombardeos indiscriminados son las armas de esta guerra. La ONU denuncia crímenes de guerra, de lesa humanidad de un lado y de otro. Sudán es un país de mayoría musulmana y árabe pero con centenares de tribus
Abdalsamad lleva un año en el campo de refugiados de Metche en Chad y asegura que los paramilitares están llevando a cabo una limpieza étnica junto a las milicias árabes que les apoyan.
Atacan, nos cuenta, a etnias no árabes como la suya, los maslit o a los fur. "Nos llaman negros de manera despectiva. Cuando encuentran a un hombre de mi tribu lo ejecutan. A las mujeres las violan. A los niños también los matan". Relata que asesinaron a su padre y a dos de sus hermanos delante de él. A él le golpearon, se cayó al suelo y se hizo el muerto. Así salvo su vida.
Una guerra civil invisible para el mundo
No se sabe a ciencia cierta cuántos muertos deja esta guerra civil, pero algunas estimaciones cifran en más de 150.000 los fallecidos. Millones de personas están al borde de la hambruna por una guerra que parece invisible a los ojos del mundo. No ocupa portadas, ni titulares. Y eso a pesar de que sus minas de oro, sus recursos naturales y su salida al Mar Rojo hacen de Sudán el patio trasero de Oriente Medio, la bisagra entre el Cuerno de África y el Sahel y zona estratégica de los flujos migratorios en una de las zonas más inestables del mundo